Chiquito se hizo grande

Por Eduardo Tucci

S i no era el más objetado de todos seguro que estaba para la gran mayoría entre los “reemplazables” del equipo base que diagramó Sabella para Brasil. En la previa sobraron los nombres de candidatos para cubrir su puesto y llegó al Mundial cercado por la desconfianza general. Pero Sergio Romero se encargó de cambiar la historia con atajadas salvadoras que han mostrado una auténtica estatura de Selección, casi al mismo nivel de cualquiera de sus antecesores notables.

Más allá de la presencia de Messi, sin dudas el futbolista con mejores recursos y más talento del fútbol actual, fueron las providenciales intervenciones de Chiquito las que nos mantuvieron en pie en medio de lo que pudo ser uno de los grandes papelones de la historia. Cuando el desarrollo del juego frente a un rival sin pergaminos nos remontaba a cachetazos históricos como los sufridos ante Checoslovaquia en 1958, el de Alemania 2010, el baile de Brasil en 1982 o la estocada de Camerún en el 90, el misionero le puso el cuerpo a las balas para impedir la catástrofe.

En medio de lo que pudo terminar como una enorme frustración, el hombre vestido de amarillo se ganó los aplausos tapando primero un cabezazo a quemarropa de Goochannejad y desactivando a puro reflejo una palomita de Ashkan Dejagah.

Pero hubo otra más: frente a un disparo cruzado de Ghoochannejad voló espectacularmente para quedarse con la pelota y dejar abierto el camino a la agónica victoria. Luego de la salvadora intervención final, el meta argentino aplaudió y gritó porque –según él mismo describió en los vestuarios--, “Uno busca el momento para darle ánimo a los compañeros”.

Y como los goleadores se llevan la pelota cuando marcan tres veces no hubiera estado demás entregarle a Chiquito la brazuca después de ese triplete fantástico. Como Nery Pumpido en la vuelta olímpica de México´86, los penales salvadores de Goycochea en Italia o la extraordinaria secuencia de Ubaldo Fillol en el arco albiceleste, Romero viene haciendo los méritos como para dejar su sello en el puesto más duro e ingrato del equipo.

En un partido absolutamente olvidable frente a un rival humilde proveniente de una liga de escaso desarrollo y sin figuras de relieve, el hombre de amarillo sumó el partido número 49 en los tres palos de la Selección quedando a sólo cinco encuentros del ilustre Pato Fillol –una verdadera leyenda del fútbol criollo-, que es hasta ahora el jugador con mayor cantidad de presencias en el arco nacional. Aunque a esta altura lo más trascendente para Chiquito no pasa por lo estadístico sino por haberse constituido en uno de los puntos más confiables después de haber estado durante mucho tiempo en el ojo de la tormenta.

Cuando la Copa del Mundo, un torneo que no te perdona nada, ingresa en la etapa de las definiciones Sergio Romero se ha encargado a los revolcones de eliminar todas las dudas previas con un muy buen partido ante Bosnia y atajadas decisivas en el agónico triunfo sobre Irán.