Los adolescentes pasan nuevas barreras

Una chica se saca una foto en actitud seductora, semidesnuda, y lo envía por mensaje al celular de un chico. Él lo reenvía a sus amigos con o sin su consentimiento y ellos lo difunden por las redes sociales, por sitios web o por chat en cuestión de minutos. El “sexting” (viene de sexo y texting, “mensajear” en inglés) es una moda usual y conocida entre los adolescentes, pero ahora un nuevo estudio asegura que los chicos intercambian cada vez con más frecuencia mensajes de fuerte contenido sexual.

Don Strassberg, profesor de psicología en la Universidad de Utah y autor del informe “El enviar y recibir contenidos eróticos o pornográficos por medio de teléfonos móviles”, que fue publicado online en los últimos días, aseguró que, según su investigación -en la que encuestó a 1130 adolescentes-, “un número sustancial” de chicos envía o recibe imágenes con contenido explícitamente sexual desde su teléfono móvil, aparentemente sin un claro entendimiento “de las serias consecuencias” de esa práctica.

MODA PELIGROSA

En números concretos, casi el 20% de los estudiantes encuestados indicó que envió a otra persona una foto de sí mismo sin ropas y un 38% afirmó que recibió ese tipo de imágenes. Además, casi el 20% de quienes recibieron las fotografías luego las reenviaron.

Las cifras entran en sintonía con los últimos datos que se tienen sobre el tema en nuestro país, donde cerca del 40% de los chicos de entre 12 y 18 reconoce haber mandado alguna vez fotos en poses provocativas.

En su trabajo, Strassberg también detectó que ellas envían más imágenes abiertamente sexuales que ellos y, como contrapartida, los varones reciben más imágenes que las chicas. En el caso de los reenvíos, los porcentajes son prácticamente iguales.

La conclusión, sostuvo el investigador de Utah, es que “la prevalencia del ‘sexting’ entre los adolescentes es cada vez mayor”. Para Strassberg, el intercambio de esas imágenes se puede interpretar como una forma de coqueteo y “la tecnología hace que sea más fácil compartir las imágenes”, pero también hace que las personas resulten “más vulnerables al uso inadecuado de esas imágenes, dado que uno pierde el control de esa imagen en el mismo momento que la envía”.

Las posibles consecuencias no deseadas de esta actividad incluyen resultar avergonzado o humillado, recibir propuestas sexuales, ser objeto de chantaje e incluso, aunque poco común, ser acusado de tráfico de pornografía infantil debido a la edad de los involucrados. “Todos los padres deberían hablar con sus hijos sobre la seguridad en internet de la misma manera que hablan sobre drogas, alcohol o sexo”, sugirió Strassberg.

Pero además de la influencia de los padres, otro factor que parece reducir la práctica del “sexting” es la religión. Los estudiantes encuestados debieron indicar cuán importante era la religión en sus vidas, desde “muy importante” hasta “absolutamente sin importancia”. Los jóvenes que calificaron a la religión como “muy importante” fueron a la vez los menos propensos a enviar imágenes comprometedoras e incluso a recibirlas.

Al tanto de esta situación, en la sede local de Missing Children alertan que lo peligroso de esta práctica es que los adolescentes pueden ser captados luego por redes de trata de personas o que sus fotos aparezcan directamente en sitios porno. “Los padres no saben dónde pueden terminar las imágenes de sus hijos. A muchas chicas que suben su foto les ofrecen ser modelos pero a veces se encuentran con otra cosa”, asegura Lidia Grichener, presidenta de esa entidad.

Si bien no existen cifras oficiales sobre el tema, en Alerta Vida -una ONG que trabaja para cuidar a los chicos de potenciales pedófilos y recluta voluntarios contra la pedofilia- aseguran que en nuestro país hay por lo menos cien mil cuentas de Facebook que pertenecen a pedófilos que buscan menores en la red. Y acaso lo más inquietante: según sus datos, en el país siete de cada diez chicos sufrieron algún tipo de acoso virtual mientras navegaban por las redes sociales.