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Información General |Una terapia alternativa en auge

El “coaching” gana terreno como una herramienta para la superación personal

Prometen alcanzar objetivos en pocas sesiones. ¿Una técnica efectiva o pura charlatanería?

El “coaching” gana terreno como una herramienta para la superación personal

En Argentina funcionan 25 escuelas reconocidas por la Asociación Argentina de Profesionales de Coaching

Por AGUSTINA MUSSIO​

8 de Marzo de 2015 | 23:36

Desde una perspectiva lúdica se podría aventurar que mezclando un psicólogo con un cura, un rabino o un pastor obtendríamos como resultado un coach. Esta figura, que cada vez cobra más notoriedad y se multiplica en países de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, apunta - o al menos es lo que dicen sus representantes- a lograr cambios en las personas para que así alcancen sus metas. Trazan objetivos y se basan en “el poder de la palabra” para cumplirlos.

En tiempos anteriores lo más común era acudir a un cura o a un rabino, o a cualquier otro líder espiritual, para contarle las penurias con la esperanza de que el guía señale el camino de salida. Después -con el boom del psicoanálisis- aparecieron millones de convertidos que proclamaban los caminos trazados por Freud como la única alternativa para avanzar en la vida.

Ahora, con el auge de la “onda verde” que promueve una vida saludable y la meditación para encontrar el eje, se popularizaron distintas terapias alternativas y la figura del coach fue ganando terreno: aparecieron miles de personas distribuidas en distintos países que se muestran convencidas de que esa es la vía.

“El objetivo es achicar la brecha entre lo que quiero y donde estoy hoy. Apuntamos a lograr resultados”

Claro que los curas, por ejemplo, cuentan con el aval de la iglesia y el psicoanálisis con el de la ciencia: dos instituciones reconocidas por la cultura occidental. Además convocan a millones de personas. Lo de los coach es más nuevo: no es comparable en el número de adeptos y carecen del visto bueno de un organismo reconocido que se anime a certificar profesionalismo y resultados efectivos. Ellos se reconocen a sí mismos: la Asociación Argentina de Profesionales de Coaching sería la encargada de garantizar seriedad, pero muchos andan ofreciendo sus servicios sin siquiera contar con este aval.

De todos modos, para ganar terreno el coaching no necesitó de respaldos: bastó con la recomendación de boca en boca. Aunque probablemente también haya sumado a la promoción que figuras famosas como Bill y Hillary Clinton, o la actriz mexicana Salma Hayek o el tenista Agassi alguna vez hayan recurrido a esta práctica, o al menos eso es lo que circuló.

¿De que se trata?

El coach puede trabajar con personas individuales o con grupos de trabajo: algunas compañías grandes suelen utilizarlo para solucionar problemas en el equipo o cuando se proponen alcanzar determinados objetivos.

De hecho, este negocio creció de la mano de los yuppies (“young urban professional” Joven Profesional Urbano, que sería un empresario) que contrataban a personas para que los ayuden a aumentar su productividad. Después la práctica se extendió y comenzó a ser demandada por otros profesionales independientes e incluso por amas de casa, y los fines dejaron de ser meramente laborales.

“El objetivo es achicar la brecha entre lo que quiero y donde estoy hoy. Apuntamos a lograr resultados”, dice César Gustavo Castaños, director de la Escuela Latinoamericana de Coaching La Plata.

Coach significa entrenador o preparador, y coaching se llama al método de acompañar e instruir a una persona, o a un grupo, para que alcance determinada meta.

Cuestiones referidas a las relaciones interpersonales, al crecimiento personal o a lograr un balance entre la vida y el trabajo suelen ser los temas que más se tratan, como también el desgano o la falta de energía, problemas para relacionarse con otros o para comunicarse.

“Los ayudamos a que encuentren sus propios recursos. Desafiamos las creencias autolimitantes. Buscamos en el lenguaje de las personas palabras o formas de comunicarse que lo pueden estar limitando. La palabra cumple un rol importante”, explica Castaños.

El formato de las sesiones individuales son similares a las del psicoanálisis: una conversación cliente-coach que dura unos 50 minutos y se desarrolla en un lugar privado (generalmente propuesto por el coach). Y puede valer entre $200 y $400 cada una.

“Trabajamos con la dificultad que plantea la persona. Partimos del presente y apuntamos al futuro, no trabajamos sobre el pasado”, diferencia Castaños en relación al psicoanálisis. Aunque admite algunos cruces: el coaching toma como marco teórico a la psicología gestáltica y a la psicología sistémica, entre otros.

“Desde la psicología tendríamos que hacer un meaculpa y reconocer que muchas veces el sujeto que acude al profesional necesita de una respuesta más rápida y no 10 años de terapia”

Forma parte de lo que se conoce como terapia alternativa, y propone una mirada integradora sobre las personas (“Miramos al ser humano como una coherencia entre lenguaje, emociones y cuerpos”) por eso muchos lo relacionan con lo espiritual. “Pero lo que hacemos es más bien práctico. Trabajamos sobre cosas tangibles. No se habla de nada que no se pueda percibir”, asegura Castaños, y aunque tampoco identifica a la práctica dentro de la autoayuda, reconoce que los libros de coaching siempre aparecen en esa sección dentro de las librerías. Además, la práctica se apoyan en la autosuperación y en la autorealización como agentes motivadores para el cambio.

los Origenes

El coaching nació en Estados Unidos hace más de 30 años en el ámbito deportivo: el coach era la persona que ayudaba a lograr la superación del atleta, a nivel deportivo y personal. Después se extendió hacia otras ramas y comenzó a ser demandado por clientes con distintos perfiles. A medida que la práctica cobró notoriedad y ganó aceptación se multiplicaron las ofertas de coach, y también los centros de formación: Thomas Leonard, uno de los fundadores de la disciplina, creó una especie de universidad (Coach U), que contaría con más de 9.000 miembros en 70 países. El estadounidense se aventuró a pronosticar que en el futuro cada persona se movería con un coach a su lado, como una especie de acompañante terapéutico o escolta consejero.

En Argentina, lo que se conoce como “coaching ontológico” es la corriente que prendió: “A diferencia de la que predomina en Estados Unidos que se centra más en el hacer (los coach dicen a las personas lo que deben hacer) en Argentina nos centramos más en el ser y ayudamos a que cada uno encuentre sus propios recursos”, diferencia Castaños.

¿Por quE el coaching fue ganando terreno?

“Las personas ven resultados rápidamente. Logran modificar cosas en tiempo breve”, es la explicación de Castaños al aumento de adeptos. Independientemente de que la práctica logre o no los resultados esperados, podría pensarse que la “rapidez” que prometen se corresponde con las exigencias de velocidad que predominan en la actualidad.

“Como se trata de problemas específicos, normalmente en tres o cuatro charlas se destraba”, asegura Castaños. Claro que no ofrecen garantía de resultados.

Para la psicóloga Susana Machado García la promesa del corto tiempo de “tratamiento” sería un factor clave para explicar por qué muchos se vuelcan hacia las terapias alternativas: “Desde la psicología tendríamos que hacer un mea culpa y reconocer que muchas veces el sujeto que acude al profesional necesita de una respuesta más rápida y no 10 años de terapia”, sostiene la licenciada, y agrega: “Lamentablemente la carrera sólo forma psicoanalistas, y si el profesional no se adapta a las necesidades del paciente, van ganando lugar estos técnicos que no son profesionales, no tienen matrícula y carecen de elementos para el diagnóstico y la psicopatología, corriendo el riesgo de malas praxis”.

Las criticas

Dentro de las críticas que se le hacen al coaching figura la de no contar con una metodología claramente definida. Además, el rápido crecimiento de la disciplina tuvo como consecuencia la aparición de individuos que ofrecen sus servicios de coach sin contar con una formación. En este sentido, la inexistencia de regulaciones académicas dificultan el control de la práctica. Como resultado, las ofertas de coaching son muy heterogéneas y en ocasiones, poco serias.

La inexistencia de regulaciones académicas dificultan el control de la práctica. Como resultado, las ofertas de coaching son muy heterogéneas y en ocasiones poco serias

El centro de formación de coach que funciona en la Ciudad abrió hace siete años. La “carrera” dura dos, y en este momento cuenta con 40 alumnos inscriptos. Aunque son pocos en relación a las escuelas del resto del país, Castaños sostiene que en los últimos años aumentaron en un 100% las consultas.

En Argentina funcionan 25 escuelas reconocidas por la Asociación Argentina de Profesionales de Coaching. Además existen otras tantas (también formadoras de coach) que no cuentan con el aval de la asociación. El coaching ontológico se conoció en la década del ‘90 y a partir del 2000 comenzaron a abrirse centros de formación en el país.

El éxito de los libros de autoayuda también sirvió para instalar la figura del coach. En 2010, por ejemplo, el libro “Confianza Total” de las coaching Verónica y Florencia de Andrés (madre e hija) fue best seller y agotó tres ediciones de publicación. Tiempo después las autoras lanzaron “Desafiando imposibles, 7 pasos para derribar obstáculos y alcanzar tus metas”, también con una excelente repercusión.

De eso se trata esta técnica que suma adeptos y gana terreno: objetivos, pocos pasos y la promesa de alcanzarlos.

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