¿Adiós a las reinas? Quieren regular los concursos de belleza

Si hay una tradición extendida en el país es la de los concursos de belleza. Se relacionan con más de medio millar de festividades tradicionales, esas que convocan al turismo y movilizan periódicamente a las comunidades. En nuestra Región son un ejemplo la elección de la Reina del Inmigrante o la de la Reina de la Flor. En este marco, la presentación de un proyecto que pretende regularlos generó polémica. El proyecto busca, entre otros puntos, que las ganadoras de los certámenes no se llamen más “reinas”, sino “representantes”, que las aspirantes tengan más de 18 años (o una expresa autorización de los padres), que no se establezcan parámetros referidos a color de cabello, piel o medidas, y que puedan participar personas discapacitadas.

La iniciativa, que está en sintonía con reclamos que desde hace años llevan adelante organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos de las mujeres, generó reacciones variadas. Desde las de organizadores de concursos de belleza, que se mostraron de acuerdo, a otros que la criticaron duramente diciendo que cambiar el nombre de “reina” a “representante” no va a modificar las cosas de fondo que pueden estar mal en esos certámenes.

El proyecto fue impulsado por la diputada kirchnerista Gloria Bidegain, quien, entre otros aspectos, promueve que se elimine la palabra “reina” de los concursos buscando “terminar con todo ese lenguaje monárquico” y reemplazándolo por otro más democrático.

Reinas de belleza convocaron a juntar firmas para que no se pongan en práctica estas regulaciones

La iniciativa, que fue presentada por la Comisión de Cultura, girará ahora a la Comisión de Familia y después será tratada en el recinto de Diputados, también busca que solo se puedan presentar en los concursos chicas de más de 18 años y, si tienen menos, deben estar autorizadas por sus padres. También indica que no deberá haber topes máximos de edad.

Dispone, además, que en las bases de los concursos no se podrán exigir parámetros referidos al color de pelo, de piel o de ojos de las participantes; que puedan participar mujeres con discapacidad y que se respete el género autopercibido de los postulantes.

La iniciativa, que se presentó bajo el título “Belleza sin violencia”, apunta a contribuir con los cambios culturales que eviten la cosificación de la mujer y, por consiguiente, la violencia de género.

Bidegain explicó que la propuesta surgió después de que ella y otras legisladoras fueran invitadas a una fiesta popular que incluía un concurso de belleza, donde “quedamos shockeadas viendo que a las chicas se las trataba como en un remate de ganado”.

El proyecto de la legisladora kirchnerista tuvo respuestas dispares y mientras desde algunos sectores se consideró que implementar esos cambios no alteraría el espíritu de los concursos, otros se mostraron muy críticos y rechazaron de plano la propuesta.

En este último grupo se contaron las reinas de belleza consagradas en la Argentina, quienes convocaron a juntar firmas a través de la plataforma Change. org, para que no se pongan en práctica estas regulaciones.

“Melina Albretch es una de las caras visibles de las críticas al proyecto. Elegida reina de reinas del país en enero último, consideró que “no tienen idea del trabajo y preparación que se necesita para ser reinas. No es sólo el sueño de ser elegida la más linda. Hay que estudiar, comprometerse con la historia de una región, aprende sus valores y ser una representante que lleve un poquito de todo eso al resto del país”.

Las reinas reclaman que sin corona, cetro, banda ni otros símbolos monárquicos, como el propio título que ostentan, se pierde parte del folclore de las ceremonias.

Para Alejandra Sturzenegger, secretaria de Modernización y Desarrollo de la Municipalidad de La Plata, que participa en la organización de algunas de estas fiestas populares, “personalmente creo que cambiar el nombre de ´reina´ por el de ´representante´ no modificaría las cosas. Los concursos de belleza pueden tener su costado competitivo, pero son una tradición, un rasgo cultural que hay que respetar. A mi, en lo personal, no me gustan, pero hay que reconocer que no sólo el público los pide, sino que hay algunos, como la elección de la Reina de la Flor, que en la Región se hacen desde los años ´40. Cada vez que se lleva a cabo una fiesta popular en la zona, que suelen durar varios días, tienen el pico de concurrencia en el día en que se elige a la reina de belleza. Es probable que haya cambios que se puedan estudiar, como la participación de representantes del Estado haciendo las veces de jurados. Pero los concursos de belleza en las fiestas populares son un rasgo cultural, y cuando a una ganadora se le dice reina nadie está pensando en una monarquía”.