Las respuestas que le faltan al PJ bonaerense

Por  MARIANO PEREZ DE EULATE

El mundillo peronista bonaerense inicia el tercer mes del año con la expectativa de responder una de las dos preguntas centrales que, desde fines de 2015, repiquetean en las cabezas de los dirigentes de las diversas tribus internas: si el ex ministro Florencio Randazzo será finalmente candidato en las elecciones legislativas de este año, con la idea de encabezar cierto movimiento renovador. La otra pregunta, si se postulará la ex presidenta Cristina Kirchner, tendería a develarse un poco más adelante.

Ya desde el año pasado, y amplificado por sus voceros oficiosos, se viene escuchando en el PJ provincial una suerte de mantra que asegura que Randazzo tomará la decisión crucial, sea la de “jugar” o la de “guardarse”, después del verano. “Probablemente en marzo”, se ha dicho infinidad de veces en cónclaves o reuniones de café.

Es el deseo que tienen, por ejemplo, los intendentes del llamado Grupo Esmeralda, que hoy se muestran más alejados del kirchnerismo duro y que, hasta donde se sabe, no tienen un plan B para el caso de que Randazzo no salga a la cancha. Por cierto: trascendió que en el seno de este bando -que integran Martín Insaurralde, Gabriel Katopodis, Juan Zavaleta y otros- se está evaluando la idea de cambiar el nombre identificatorio del espacio. Se buscaría algo más peronista, explican allí.

La reciente reunión privada entre Randazzo y el Papa Francisco, realizada en la residencia vaticana de Santa Marta, aumentó la ansiedad de los que quieren ver a “El Flaco” como candidato a senador nacional. Mucho se habla en los mentideros justicialistas de un acuerdo entre el ex ministro de Transporte y el ex titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, a quien se sindica como un hombre cercano a Jorge Bergoglio.

Ese acuerdo implicaría que Domínguez -enojado con el ultra kirchnerismo desde que perdió la interna con Aníbal Fernández por la candidatura a gobernador- encabece la boleta de postulantes a diputados nacionales y que Randazzo vaya por el Senado.

Cierta incontinencia verbal de Domínguez, gritando a los cuatro vientos que él se postulará más allá de lo que haga Cristina, y una pegatina inoportuna de afiches con tufillo electoral en la que se lo vio junto al Papa el año pasado, habrían enfriado un poco aquella relación cercana con Bergoglio. No fue Domínguez, pues, el que le consiguió a Randazzo la cita con el Papa.

El ex ministro llegó por otros carriles, cuentan en el PJ. Y recuerdan que, si bien no tienen afinidad, hubo algún contacto epistolar entre ellos cuando Randazzo era funcionario para contarle a Bergoglio las bondades que para la gente humilde del sur del Conurbano traería la electrificación del Ferrocarril Roca. Que, por cierto, todavía está inconclusa.

Amplificado por sus voceros oficiosos, se viene escuchando en el PJ provincial una suerte de mantra que asegura que Randazzo tomará la decisión crucial, sea la de “jugar” o la de “guardarse”, después del verano

También hubo emisarios desconocidos para el gran público. Varios. Como cierto grupo de jóvenes que trabaja en la Universidad de los jesuitas, en la Ciudad de Buenos Aires, y que conocen a Bergoglio desde su época de arzobispo porteño y hombre fuerte de esa orden.

También le habría dado una mano importante para llegar al Vaticano un hombre con muy buenos vínculos ecleciásticos: Gerardo Di Fazio Lorenzo, encargado de la novel Dirección de Culto de la Cámara Baja nacional. Di Fazio y Randazzo fueron compañeros de gabinete durante la gestión de Felipe Solá en la gobernación. El primero era Director de Culto provincial; el segundo ministro de Gobierno bonaerense.

Lo cierto es que la reunión entre Randazzo y el Papa se realizó sin fotos de ocasión porque, se explicó, no quisieron hacer un uso político del Pontífice. En rigor, más allá de que no haya una imagen publicada, es difícil no catalogar a la reunión en sí como un hecho político. Y resulta casi inimaginable que no se haya conversado sobre el presente y el futuro del peronismo, una fuerza que Bergoglio conoce profundamente.

Randazzo fue a Roma con la familia y ambos estuvieron a solas un buen rato. “Salió muy contento”, explicó a este diario un hombre del “randazzismo” refiriéndose a su jefe. Unas pocas horas después el Papa recibiría a la gobernadora María Eugenia Vidal, en otra reunión que resulta difícil de interpretar sin cierto prisma político.

Algunas fuentes sostienen que el encuentro con Randazzo habría servido para reflotar una idea que se le atribuye al Papa ya desde el año pasado: que se realice una Primaria Abierta entre Cristina y su ex ministro como forma de reflotar con fuerza a un peronismo que viene de la derrota. Esa versión, en efecto, sonó muy fuerte a fines de 2016, luego de un encuentro entre Bergoglio y Domínguez por lo que dentro del PJ se le endilga al hombre de Chacabuco ser el difusor de la misma.

Los seguidores de la ex presidenta aseguran que el ex ministro que rechazó la imposición de la candidatura a gobernador nunca se animará a enfrentarla. Y sugieren que, más que interna, podría haber un acuerdo entre ambos. Al menos hasta antes de ver al Papa, Randazzo rechazaba cualquier posibilidad de entendimiento con Cristina.