“Caranchos”, la trama de un sistema de recaudación con conexión policial

Los policías involucrados en la causa de los sobres con plata “negra” obtenían ese dinero de actividades ilegales como la prostitución, la venta de drogas y la protección a comerciantes. De esa premisa parte la Justicia para mantenerlos acusados, y por la que pasaron un tiempo presos. Lo que en los últimos días trascendió es que también recaudarían en presunta vinculación con abogados “caranchos”.

¿Cómo actúa esta estirpe de profesionales del Derecho? En pocas líneas, se dedican a captar a víctimas de accidentes de tránsito para obtener su representación legal y luego cobrar las indemnizaciones de las aseguradoras.

No trabajan solos ni improvisadamente. Los “caranchos” suelen tener armado todo el sistema. Conocen, por ejemplo, a policías -los primeros en llegar a la escena de un siniestro vial- que les avisan de la llegada de un herido a un hospital. Y desde el centro sanitario, también son alertados por algún médico o camillero.

Tapado de dolor, un fracturado después de haber estado en un choque de autos puede ser conducido a firmar un poder legal sin saber qué dice ese documento. Aunque ese permiso se puede revocar, son muchas las veces en las que una víctima se desentiende de la cuestión y espera a cobrar algo de la empresa de seguros.

Ahí está la estafa: en lugar de percibir un porcentaje adecuado a sus honorarios, el “carancho” muchas veces embolsa una cantidad de plata mucho mayor.

Por estas horas apenas se conocen algunos detalles menores de la denuncia que el fiscal Marcelo Martini, encargado de la causa de los sobres, le había derivado como un desprendimiento a su par Fernando Cartasegna -hoy de licencia por tiempo indeterminado-. La presunción es que en ese expediente hay material que complica a abogados y a gente vinculada a este negocio poco transparente. De ahí se podría entender la serie de amenazas y ataques que padeció el fiscal a lo largo de varios días, y que tuvo como corolario el inédito episodio del miércoles (ver aparte).

En la ciudad

¿Cómo detectar a los “caranchos”? Desde una empresa aseguradora platense tienen una fórmula que parece infalible: “Mientras que un abogado común puede presentar cuatro o cinco casos al año, hay otros que aparecen con 50 ó 60 carpetas juntas, en uno o dos meses”.

El mismo vocero, que accedió a hablar con EL DIA a cambio de anonimato, calculó que en la Región operarían unos diez profesionales de estas características. Otra sospecha, que guarda correlación con esa cifra, es que habría un “carancho” por cada hospital o centro de salud donde se reciben víctimas de accidentes de tránsito.

Las empresas tratan de comprobar, al menos, que ese letrado actúa con el aval de algún poder firmado. También buscan corroborar si es que realmente hubo gente herida.

Sin embargo, muchas aseguradoras, principales blancos de la usura monetaria, tienen también su grado de responsabilidad, según los estudiosos de esta metodología. Es que muchas veces se hacen acuerdos extrajudiciales, por los que se acuerdan una cantidad determinada de plata para que la causa quede cerrada.

A sabiendas de que se trata de un negocio muy redituable, son varios los profesionales que recaen en esta mecánica. Así surge una competencia entre ellos por el “territorio” de cada uno: hubo casos de abogados golpeados o amenazados para que no se interpongan en un camino ya dominado por otros. “En La Plata hay dos ó tres estudios que se disputan los casos. Y en el medio, pistoleros”, aseguró un juez allegado a estas cuestiones, que accedió a hablar del tema en off.

Un antecedente recordado en Melchor Romero involucró a dos letrados en 2005. Uno quiso ingresar en el territorio de estas estafas. Le llegó una citación falsa de un cliente inexistente: en un obrador lo golpearon salvajemente y hasta perdió un ojo. Por el caso, hubo un abogado preso acusado de la paliza a su colega. Y hasta suspendido de la matrícula.

Los “caranchos” operan desde hace décadas. Su conducta ya fue tipificada y es fácilmente reconocible por quienes están “en tema”. Sin embargo, estos abogados siempre encuentran la manera de escurrirse y maquillar sus verdaderas intenciones. Tal es el caso de algunos que se infiltran en asociaciones de defensa a las víctimas del tránsito y de educación vial. Son parte de su staff de abogados y, bajo la mímica de prestar asesoramiento, en realidad buscan captar de primera mano nuevos clientes potenciales.

en comisarias

El mismo juez conocedor de estas mecánicas sostuvo que las comisarías son otro sitio donde la modalidad está enquistada. “En el caso de accidentes o de otra causa penal, los policías le imponen al damnificado un abogado. Dicen ‘tiene que ser este’ y con eso le aseguran un resultado a la víctima. Pero si quieren designar a otro, le suelen dar problemas, no le muestran el expediente y se la siguen ‘pateando’”.

Los “caranchos” que trabajan con las seccionales llegan ahí de diferentes maneras. “Porque fueron más rápidos, tuvieron más contactos o porque pagan más. Es algo que está arraigado en todos lados y que cuenta con una gran protección judicial”, denunció el magistrado que habló con este medio.

sin apuros

El consejo profesional para una víctima envuelta en un siniestro vial tiene que ver, principalmente, en no tener prisas. Un reclamo por dinero puede hacerse hasta dos años después de un choque o atropello, explican los letrados dedicados a combatir esta modalidad. Y se recomienda el asesoramiento con un profesional de confianza para el damnificado o su familia.

Hoy por hoy, la práctica de los “caranchos” sigue vigente. “Permanentemente hay denuncias de damnificados, que hablan de desatenciones de letrados o hasta admiten no tener en claro cómo se contactaron con ellos”, expresó Hernán Colli, el presidente del Colegio de Abogados.

Los casos son tratados de a uno por un tribunal disciplinario que examina el desempeño de los profesionales. La sanción se aplica en caso de detectarse irregularidades.

“Nuestra preocupación tiene que ver con que hay muchos actores involucrados además de los abogados”, señaló Colli, que propone mayores controles para frenar la tendencia.

Sin escrúpulos ni consideración ante víctimas seriamente afectadas en un choque o accidente, los “caranchos” sobrevuelan y comen de lo que tienen a mano. Una y otra vez.