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Ejemplo de sacrificio

En base a trabajo Nadal agiganta aún más su leyenda

Ejemplo de sacrificio

Algo que no es común en el circuito. El entrenador le entrega el premio al campeón. Claro que en este caso hubo una licencia, ya que la organización permitió a Toni Nadal que le entregue el trofeo a su sobrino - AFP

Por IGNACIO ANDRADA (*)

12 de Junio de 2017 | 03:44
Edición impresa

El sacrificio que Rafael Nadal tuvo que hacer para llegar a ganar su décimo Roland Garros fue enorme y se reflejó en su cara al levantar la Copa de los Mosqueteros en la pista central “Philippe Chatrier de París”. El trabajo y el tesón de años de entrenamiento han logrado convertir al tenista manacorí en el mejor de la historia sobre polvo de ladrillo.

Después de interminables viajes alrededor del mundo, precedidos por una infancia y una juventud alejada de los cánones normales, Rafael Nadal puede decir una vez más que ha hecho historia. Su nombre quedará grabado a fuego en los libros de tenis por haber batido todo tipo de record, seguramente el de ayer habrá sido el último.

Sin embargo, el camino de todo campeón no es fácil y tampoco lo ha sido para el mallorquín. Tras un par de años en los que las lesiones parecían hacer mella sobre su potencial físico, que parece ahora estar en su mejor momento, el español ha sabido reaccionar, levantarse y continuar.

En la receta del éxito que parece “cocinar” Rafael Nadal a la perfección, no han faltado entre sus “condimentos principales”, además del sacrificio, los consejos de su tío y entrenador, Toni Nadal quien junto al resto de su familia lo mantienen con los pies en la tierra, y nunca mejor dicho, a pesar de los triunfos. Y es que no hay mejor prueba de las dificultades que el tenista supera, que verlo tendido en la tierra con los brazos abiertos tras conseguir este décimo Roland Garros. Algo a lo que debería estar acostumbrado, en una París cuyo público suele darle la espalda y animar a sus contrarios. Sin embargo, los franceses no han podido menos que rendirse a los pies del español y la premiación dio cuenta de eso, los videos de las finales y las banderas gigantes generaron una emoción importante, pero sin dudas el broche de oro fue el ingreso del “Tío Toni” con una réplica del trofeo de los Mosqueteros en sus manos para entregar a su sobrino, que este se llevará para su cargada vitrina y sin lugar a dudas la ubicará en un lugar de privilegio.

No podemos hablar del décimo Roland Garros sin hablar antes del decimo título Conde de Godo (Barcelona) y el décimo trofeo de Montecarlo, este último muy importante para Nadal.

Tanto por su histórica tradición como por su status de Masters 1000. Esto agiganta aún mas su leyenda. Para este operativo retorno fue fundamental la mano del nuevo integrante del equipo técnico Carlos Moya, que a partir de diciembre pasado se unió al grupo de trabajo.

El ex Nº 1 del mundo y también mallorquín hizo hincapié en otro tipo de entrenamiento.

Sesiones más cortas, dado que Nadal ya tiene 31 años, donde trabajaban en lo específico a mejorar. En el segundo saque trabajaron más en lo táctico y en la derecha se enfocaron en la agresividad para lograr volver a tener ese “arma mortal “tan importante para sus triunfos en el pasado.

Hay que ser muy grande en lo profesional como para saber pedir ayuda.

En el tenis la relación jugador-entrenador en muchos casos es complicada. Se puede ver cómo los jugadores se olvidan de la importancia de aquellos que fueron determinantes para el ascenso en el nivel de un deportista y tiran por la borda años de amistad y/o trabajo en la búsqueda de un cambio mágico que los haga subir en el ránking.

También están los profesores que se “apoltronan” en el cargo y no dejan entrar a nadie, no aceptan ninguna sugerencia de afuera ni dejan que sus dirigidos entrenen con otros compañeros dejando al jugador privado de nuevos consejos, experiencias y oportunidades. El equilibrio, como en todas las cosas, es lo ideal.

Toni Nadal supo cambiar a tiempo y privilegió la carrera de su sobrino dejando de lado egos y mezquindades al llamar a Carlos Moya, y éste, con la tranquilidad y modestia que lo caracterizan, se adaptó a la manera de trabajo que venían sosteniendo. Propuso muchos cambios, algunos se llevaron a cabo y otros no, pero siempre se privilegió el trabajo en equipo, algo muy escuchado pero no siempre sostenido. Así lograron conjugar la confianza, el conocimiento con un aire fresco que aparentemente por ahora está dando muy buenos resultados.

 

(*) Ex tenista platense. Entrenador en el Club El Pasillo

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