Cristina y la mancha venenosa

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

Los casos de supuesta corrupción durante el kirchnerismo se esparcen como una mancha venenosa que amenaza con teñirlo todo. Diariamente hay información sobre citaciones judiciales, procesamientos, denuncias nuevas a ex funcionarios. Sin embargo, quienes trabajan en la campaña de Cristina Fernández aseguran que esos temas no pesarán a la hora de las elecciones. La ex presidenta ha diseñado un tipo de campaña en la que eludirá referirse a esas cuestiones -ella misma tiene varios procesamientos- y en la que sólo se enfocará en las consecuencias que ha dejado el modelo económico de Mauricio Macri.

“Su rival es Macri”, explican las fuentes consultadas. No Esteban Bullrich, el primer candidato a senador nacional de Cambiemos que, en los hechos, es su contendiente directo. Es más: casi ignorará al ministro de Educación, se detalla.

Nunca lo dirá, pero Sergio Massa debe haber recibido con cierto agrado la filtración de las escuchas judiciales en las que Cristina lo insulta. “No le tuve miedo cuando ella tenía poder, menos le voy a tener ahora”, salió a decir el tigrense. Involuntariamente, la postulante de Unidad Ciudadana lo subió a un ring en el que no lo quería por esa lógica de la polarización con el gobierno a la que ha apostado.

La campaña de Cristina propondrá un contenido altamente emocional. Se vio en aquel acto de Arsenal, con el desfile de ciudadanos comunes que aparentemente viven penurias desde que asumió Macri.

También en las muy puntuales visitas que la ex presidenta está realizando, todas a lugares donde efectivamente se han concretado despidos. La última fue en la zona de Zárate, donde se juntó con trabajadores de la central nuclear de Atucha que fueron cesanteados y que mantienen una protesta en la vía pública. Las fotos muestran a una Cristina de gesto compungido.

Empleo, tarifas altas, precios del supermercado, entre otros, serán los ejes desde los que CFK castigará al gobierno nacional. Un “antes estábamos mejor”, que se ha convertido en un latiguillo de los simpatizantes de su núcleo más duro.

Esa idea de reminiscencias casi épicas desconoce, por supuesto, la existencia de cualquiera de los parámetros económicos que había al final del gobierno anterior, la mayoría de los cuales no eran alentadores (pobreza, desocupación, inflación, creación de empleo genuino, etc). En campaña, dicen los expertos, siempre se construye un relato. Que también estará, con connotaciones opuestas al del kirchnerismo, en la estrategia del actual oficialismo.

El primer spot de campaña de Cristina, difundido en las redes antes de que corra el plazo legal, es muy claro respecto a la cuestión emocional. Muy bien confeccionado desde lo artístico, habla de la pérdida de esperanza de “un trabajador” cuando no puede pagar el alquiler; o que desaparece la sonrisa de “Sofía”, una nena pre-adolescente, cuando no se alimenta bien; o de cómo se rompen los sueños de una familia si no puede llegar a fin de mes.

El mismo trailer propone a los bonaerenses –aunque parece el trailer de una campaña presidencial- estar “unidos” por algo mucho más justo “para todos”. Remata: “No queremos una patria rota, así no podemos soñar, así no podemos seguir”. La idea general transmitida es “ponerle” un freno a Macri, como dicen desde hace semanas los voceros oficiosos de la campaña K.

No se esperan grandes actos con movilizaciones a la tradicional usanza peronista en la campaña de Cristina. “Ella y la gente con problemas”, resume una fuente de Instituto Patria. Ese concepto explica porqué decidió prescindir de la estructura formal del PJ bonaerense, al que nunca le tuvo demasiado afecto. Quedó en manos de Florencio Randazzo, que arranca de muy atrás en las encuestas que se conocen pero que recibirá una inesperada –por él mismo- inyección de financiamiento del Estado nacional.

El viernes próximo, Cristina se lanzará formalmente en Mar del Plata. Estarán los principales candidatos nacionales y provinciales. No es casual la elección del lugar: en 2015 a Cambiemos le fue muy bien allí. De hecho, logró ganar la intendencia. Pero al cabo de dos años la gestión del jefe comunal Carlos Arroyo tiene niveles de rechazo social importantes. Y sectores económicos de la Ciudad se han visto afectados.

Las fuentes del Patria sostienen que “La Feliz” es uno de los grandes centros urbanos donde Cristina mide mejor. O al menos habría logrado revertir, por impericias ajenas más que por méritos propios, parte del rechazo que tenía el kirchnerismo hace dos años.

Difícilmente Cristina se refiera allí a la situación que vive, por ejemplo, su ex ministro Julio De Vido, centro de una ofensiva legislativa aún en ciernes para expulsarlo de la Cámara Baja, donde recaló como diputado luego de dejar el gobierno. “Los temas a abordar serán los problemas reales de la gente”, se insiste en su entorno.

Tal vez haya una referencia crítica a María Eugenia Vidal, rostro central de la campaña bonaerense de Cambiemos. Algo se insinuó en el acto de Arsenal, con tono casi despectivo. Cristina deberá manejarlo con cuidado: probablemente justo eso sea lo que espera la gobernadora.