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Electrolisis percutánea

Electrolisis percutánea

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17 de Septiembre de 2017 | 04:20
Edición impresa

Por DR. NORBERTO FURMAN
Doctor en kinesiología y fisiatría

La lesiones de tendones y ligamentos han torturado al ser humano en todas las épocas, sobretodo en la actualidad en donde el pobre hombre estresado pretende canalizar sus tensiones a través del deporte y la gimnasia. Esa tan ansiada válvula de escape se puede ver truncada por un simple y tal vez diminuto ligamento o tendón. Basta un movimiento mal realizado o una sobrecarga en la actividad deportiva para que surja la lesión e impida que la persona continúe con la rutina y lo que es peor, por mucho tiempo. Hay un dicho que siempre se dice entre los deportólogos: “las lesiones tendinosas entran por kilos y se curan por gramos”, algo que gráfica con claridad los tiempos de recuperación.

Hasta ahora las armas que contaba la medicina deportiva eran las infiltraciones y la fisioterapia, terapias que demandaban demasiado esfuerzo y tiempo para satisfacer la ansiedad del que sufría, además las infiltraciones con corticoides tienen un límite de aplicaciones, no es sano infiltrar un tendón demasiadas veces.

Los tendones al momento de lastimarse son invadidos por un tejido de cicatrización, algo así como si uno volcaría un tarro de pegamento que lo envuelve, endurece e impide que el tendón cumpla su función de sostener y estabilizar una articulación, esa fibrosis provoca un intenso dolor.

Actualmente y luego de muchas investigaciones que se iniciaron en España, se comenzó a trabajar con corrientes eléctricas sobre las lesiones pero en una forma distinta a la que se usualmente se trabajaba en la kinesiología tradicional; la idea era llegar a la lesión misma con una aguja y aplicar una determinada corriente eléctrica y pasar la barrera de la piel.

A esta nueva forma de tratar las tendinitis se la llamó electrolisis percutánea y consistía en ubicar los puntos lesionados ya sea palpando o con una ecografía, colocar una aguja de acupuntura y hacer pasar una corriente galvánica; esta electricidad combinada con las sales y los líquidos contenidos en los tejidos, provocaba una reacción química y daba como resultado el llamado hidróxido de sodio, una sustancia cáustica que destruye instantáneamente el tejido de cicatrización que ha invadido el tendón a la vez que inicia una reacción inflamatoria que en pocas horas repara la afección. La reparación, en definitiva, se logra cuando el tendón se defiende de la agresión provocada intencionalmente. El paciente debe esperar 48 hs para poner hielo o tomar algún medicamento para no cortar la inflamación provocada en el tratamiento y que será la que cure el problema.

Esta nueva herramienta terapéutica destruye el tejido fibrótico a la vez que repara la lesión devolviendo la funcionalidad del tendón. La cantidad de aplicaciones que se recomiendan son entre 1 y 5 sesiones y se puede aplicar en afecciones como tendinitis de todo tipo, codo de tenista, lesiones de rodilla y pubalgias.

 

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