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La Ciudad |DE ADIVINOS Y CHAMANES

Angustias, malestar y vocaciones visitan cada vez más los consultorios no tradicionales

Tarotistas, astrólogos, biodescodificadores y otras aventuras esotéricas. ¿Por qué la gente se acerca a estos rituales?

Angustias, malestar y vocaciones visitan cada vez más los consultorios no tradicionales

Gerardo Pilipchuk, astrólogo, asegura que ahora las cuestiones laborales superaron a los planteos de parejas/ gonzalo mainoldi

8 de Enero de 2018 | 02:08
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CECILIA FAMÁ

Hace siete años, cuando Lucía (33) cortó la relación con su novio, el mundo se le oscureció y no sabía cómo seguir. Probó con el psicoanálisis, con meditación, pero nada la sacaba de su angustia. Se sentía “perdida”, abrumada. Una amiga le recomendó a Mariana, una tarotista, pensando que quizás podría ayudarla. Y así fue. Al menos, Lucía asegura que con ella encontró la claridad que necesitaba para seguir adelante. Su alma le hablaba a través de las cartas del tarot, y empezó a rearmar su vida.

Luego de varias consultas en ese ámbito, quiso buscar algo más: se acercó a las constelaciones familiares, la biodescodificación, la astrología. Todas disciplinas que la ayudaron a “encontrarme conmigo misma, ir más profundo, sanar temas pasados, fluir… Ser más feliz”.

Como Lucía, cada vez hay más gente que recurre a un oráculo o a terapias alternativas para mitigar angustias y dolores, tanto intangibles como físicos. Antes, los adivinos y curanderos eran seres ocultos, que atendían en la periferia, en consultorios llenos de amuletos y símbolos. Hoy son “gente común”, quizás la misma chica que atiende en la dietética. Quizás las dos personas de la mesa de al lado, en el bar, son un astrólogo y su “consultante”, que están mirando la carta natal para ver qué anuncian los planetas para este 2018. Son más “reales” y, según afirman, “mucho más consultados que hace cuatro o cinco años”.

“TODOS VIENEN POR UNA BUSQUEDA INTERNA”

Luego de ser profesora de Artística y pasar por la facultad para probar con Biología y Análisis de Sistemas, Mariana Aladro (48) viajó a Europa. Estuvo en Madrid, en Barcelona, trabajando en bares, y recorrió el continente. “Estaba en una búsqueda; hacía años que me decía que la vida no era sólo eso que me habían mostrado. Algo no me sonaba; no me cerraba”, recuerda.

“En Barcelona, casi de casualidad, conocí a Gladys Lobos, con quien tomé mi primer curso de Numerología Mágica. Ahí aprendí que por medio de los números se puede llegar a conocer la personalidad de alguien. Empecé a acercarme a técnicas que uno busca, principalmente, para hacer un conocimiento interno”.

De regreso en Argentina, Mariana hizo un curso de Tarot, pero recién había sido mamá y estaba abocada a su bebé, así que las cartas quedaron archivadas durante un año, hasta de a poco empezó a desempolvarlas y a estudiar más y más por sus propios medios. “El Tarot, lo que tiene, es que es todo el conocimiento del hombre en la tierra; habla del alma, del espíritu, es apasionante” se entusiasma.

“Hice muchas cosas, pero hoy básicamente soy tarotista. A mi consultorio” -atiende en La Plata y en City Bell- “vienen algunas personas con un objetivo claro, y otras con la falsa esperanza de que les adivine el futuro... pero se van con otra cosa; con la posibilidad de que les muestre alguna de las herramientas propias con que cuentan para generar su futuro”, dice Mariana, quien desde hace muy poco está incursionando en el sistema de reestructuración electromagnética, con una máquina que se llama Avatar y que, asegura, “acomoda los átomos del cuerpo; da muy buenos resultados con dolores físicos”.

¿Es vidente? “No; cualquier oráculo, bien leído, va a llegar a mostrar quién es una persona determinada. Eso no es una bola de cristal, todo está acá. Les muestra las cosas que le están pulsando”.

Mariana cuenta que se acercan a ella personas de todas las edades -pero no atiende a niños- y de todas las clases sociales. La consulta cuesta 500 pesos. Algunos van una vez y no vuelven; otros la consultan una vez cada tanto; otros tienen cita todas las semanas.

LOS ASTROS

En su periplo en busca de la esencia, Lucía conoció a Gerardo por whatsapp. Una amiga le envió su contacto: “pasale tu nombre, día, hora y lugar de nacimiento”, agregaba. Lucía lo hizo inmediatamente. El Tarot le había abierto un “mundo propio”, hasta entonces desconocido, que quería seguir explorando.

Gerardo le respondió luego de quince minutos y la citó para la semana siguiente en un bar del centro. Allí hace sus consultas desde hace años, semanalmente, durante varias horas por día, café mediante.

“Me acerqué a la Astrología porque estaba bastante desorientado. Había dejado la facultad, estaba en una relación que no me satisfacía, y en un trabajo que no me gustaba... una típica crisis existencial. Tenía en ese entonces 23 años” recuerda: “afortunadamente tenía un compañero de trabajo que consultaba a un astrólogo, y me animó a que yo le hiciera una consulta. En ese entonces era muy reticente a esas cosas y la Astrología para mí era una superstición, pero mi amigo me aconsejó bien: me dijo que probar no costaba nada, así que saqué un turno y fui”.

“La experiencia fue muy buena, ya que el astrólogo leyó mi mapa natal y acertadamente describió cuáles eran mis conflictos, y también me habló de mis potencialidades” resume: “fue muy positivo porque me creía muy anormal, al no satisfacerme el hecho de tener una familia, un trabajo normal, etcétera... Yo pensaba que era un inadaptado o algo así, pero Luis Cleve me hizo ver que mis talentos y capacidades iban por otro lado”.

“Ese fue mi primer contacto con la Astrología. Después de eso, yo quería saber cómo pudo el astrólogo saber cosas tan ciertas de mí, así que me puse a buscar. Era el año 1996. No había facebook, Internet ni nada. Recorrí librerías, compré libros -buenos y malos- y en eso me encontré con una publicación de lo que en ese entonces era el Centro Astrológico de La Plata, que funcionaba en 38 casi esquina 5 y cuyas docentes eran Graciela Martínez -apodada Perla- y Liliana Porta. Sin dudarlo, mi amigo Gastón y yo nos anotamos para un curso que empezaba en abril de 1997. Ése fue el inicio de este camino”.

“Practico profesionalmente la Astrología desde 2002 y tengo todo tipo de consultantes. Están los que ya saben más o menos algo sobre esta disciplina y saben para qué es útil y para qué no. Y están los que no conocen mucho del tema y vienen recomendados” aclara Gerardo: “viene todo tipo de personas, pero predominan las mujeres por sobre los hombres, y hay de todas las edades, pero los que más consultan están entre los 25 a 45 años. Generalmente es gente instruida con amplia cultura general, y casi siempre sabe más o menos de qué se trata”.

“Los que más consultan están entre los 25 a 45 años. Predominan las mujeres”

“Usamos datos de nuestros ancestros para destrabar los problemas” Elizabeth Gianatti Desprogramación de enfermedades

“El tarot habla del conocimiento, del alma, del espíritu, es apasionante ” Mariana Aladro Tarotista

“La carta natal es como una foto del cielo en el momento y lugar de nacimiento” Gerardo Pilipchuk, Astrólogo

“La gente viene a la consulta por curiosidad o porque está pasando por una crisis o problemas en el campo laboral, vocacional o de pareja. Crisis por las que todos pasamos, en las que se necesita algún tipo de orientación. También están los que no tienen una crisis puntual y tienen curiosidad, ya que la carta natal es una excelente herramienta de autoconocimiento. Generalmente, este tipo de consultantes comienza a aprender Astrología luego de la consulta para profundizar en su carta natal y para conocer mejor a su pareja, amigos, familia o colegas”.

“Volviendo a los consultantes que buscan orientación, hace un tiempo predominaban las consultas sobre cuestiones de pareja, pero ahora la incertidumbre pasa por lo laboral-vocacional, similar a lo que pasaba cuando empecé en 2002”.

“Para hacer la carta natal necesito año, mes , día, hora exacta y ciudad de nacimiento. La carta natal es como una foto del cielo en el momento y lugar de nacimiento” esclarece Gerardo: “es una ‘carta’ en su sentido relacionado con cartografía. Entonces, la carta natal viene a ser un mapa de nosotros mismos en el que se ve quiénes somos, cómo somos, cuál es nuestro aprendizaje en esta vida, cuáles son nuestros conflictos y cuáles nuestras potencialidades. No siempre el consultante se tiene que sentir totalmente identificado con toda la información, ya que una carta natal se va desplegando a lo largo de la vida y muchas veces hay talentos o potenciales que la persona tiene pero que no conoce del todo”.

“Además de la carta en sí misma, existen técnicas predictivas como son los tránsitos planetarios, la revolución solar y las progresiones, que van actualizando la carta y nos muestran en cuáles ciclos de vida está el consultante” completa: “esto se parece al pronóstico del tiempo, ya que nos sirve para planificar la vida sacando provecho de los periodos beneficiosos y tomando precauciones para los momentos adversos. Al igual que el clima, está dado, ya que no podemos modificarlo con nuestra voluntad, pero podemos amoldarnos; por ejemplo si el pronóstico dice ‘lluvias’, lo más probable es que llueva. En base a esta información hacemos planes, nos quedamos en casa o usamos paraguas, destapamos canaletas, desagües, alcantarillas... Como ves, la parte predictiva nos ayuda a planificar activa e inteligentemente nuestra vida. Todo lo contrario a lo que cree la gente desinformada, que piensa que la Astrología nos hace marionetas del destino”.

“Vivo de esto desde el año 2002. De 2002 a 2006 viví sólo de la Astrología; después del 2006 la complementé con otras actividades, y desde 2015 volví a vivir de esto, tanto haciendo consultas como dando cursos. Esta última actividad me encanta, ya que se crean grupos de estudio en donde se profundiza mucho en este ‘saber-arte’ y en donde gano amigas, amigos y colegas. Sí, mis grupos de estudio me dan mucha satisfacción. Ellos aprenden de mí y yo de ellos, ya que cada grupo es distinto”.

Gerardo Pilipchuk nació en octubre del 1973 en Berisso; allí se crió. Hizo el secundario en el “querido Colegio Nacional de La Plata, en donde tuve excelentes profesores; lo que rescato del colegio es el sentido universalista de la educación y el pensamiento crítico, tan necesario en estos días”.

BIODEsCODIFICAR

En su travesía, Lucía probó también con las Constelaciones Familiares, una experiencia en grupo en la que intentó indagar sobre sus antepasados y sus vínculos parentales, para “reformular algunas cuestiones que no andaban bien, sobre todo con mi madre”. Pero esa disciplina no le resultó satisfactoria: “era en grupo; había que representar; me sentía incómoda, demasiado expuesta”. Meses más tarde, entonces, llegó a Eli, su “biodescodificadora”, con quien a través de consultas anuales, siente que va en un “buen camino”.

Elizabeth Gianatti hace “desprogramación de enfermedades”, según ella misma afirma. Es platense, vive y tiene su consultorio en Los Hornos, y es jubilada de salud pública. “Hace siete años fui paciente de esta técnica y luego empecé a hacer cursos y a estudiar un montón. Hoy atiendo a muchas personas, de todas las edades; muchos vienen a verme de otras ciudades”, cuenta.

“La gente se acerca a mí por enfermedades físicas o por síntomas emocionales que quiere trabajar. Trabajamos con el inconsciente de la persona y también con la información transgeneracional: hay gente con problemas de coagulación que explorando su pasado familiar descubre que un bisabuelo fue muerto apuñalado por un arma blanca. Una vez que encontramos la causa, que podemos expresar, en general los síntomas desaparecen” indica.

En su espacio azul-turquesa, Eli explica la metáfora del iceberg: cuánto hay de él que vemos y cuánto está sumergido en la profundidad del mar. “Allí exploramos, en el gran porcentaje que no vemos, pero existe”. ¿Cómo? Saca unas mamushkas, las despliega: “somos ésta más pequeña, pero venimos de nuestra madre, de nuestra abuela. Usamos información de nuestros ancestros para destrabar nuestros problemas”.

“Yo soy terapeuta; no hago nada; soy testigo y acompaño. En general, un síntoma físico y/o emocional es el resultado de ciertas emociones no expresadas y se da cuando estamos en un alto grado de incoherencia entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. Explorando el síntoma, que está codificado, y analizando un poco nuestro pasado, logramos resultados muy positivos y concretos. Cada síntoma es una oportunidad para desprogramar; para comprometerse con uno mismo y cambiar la realidad que no nos gusta”.

“Atiendo en su mayoría a mujeres entre los 28 y 50 años, y a hombres jóvenes. Tengo un solo paciente de más de 80 años. En general son profesionales de distintas áreas; he atendido a varios médicos, y también algunos médicos me han derivado pacientes. Sueño con que en la próxima generación esto se haga codo a codo con la medicina, que luego de un diagnóstico, los pacientes puedan tratar sus enfermedades a través de la ciencia médica, pero también desprogramando con esta técnica”, dice Eli, quien estudió con Enrique Bouron, discípulo directo de Claude Sabbah, fundador en Francia de la Biología Total.

El peregrinar de Lucía la llevó a conocer estas disciplinas y, según afirma, a sí misma en profundidad. Pero su búsqueda no para. Cree que su iceberg tiene más por revelar. Por eso, está decidida a realizar el ritual de la ayahuasca, junto a un chamán y un grupo de otras personas con quienes va a experimentar algo diferente, de lo que han hablado y que le da curiosidad. Ya se está preparando.

 

 

 

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Gerardo Pilipchuk, astrólogo, asegura que ahora las cuestiones laborales superaron a los planteos de parejas/ gonzalo mainoldi

elizabeth gianatti tiende puentes con los ancestros/ gonzalo mainoldi

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