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Información General |Los vecinos lo advierten pero nadie los escucha

Toma de tierras: conflictos en una “zona de nadie”, al margen de la ley

El crimen de Gonzalo “El Pipi” Alonso por una supuesta disputa para recuperar un lote en Los Hornos deja al descubierto un entramado de ilegalidades e inoperancia estatal

Toma de tierras: conflictos en una “zona de nadie”, al margen de la ley

En casi dos años, la de los Hornos se convirtió en la usurpación de tierras más grande de la provincia / el día

18 de Noviembre de 2021 | 01:18
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Hay algo claro: una toma de tierras es tierra de nadie. O de casi nadie. El asesinato de Gonzalo “El Pipi” Alonso, ocurrido en los terrenos fiscales que supieron ser del Club de Planeadores de Los Hornos y donde actualmente viven unas 3 mil familias entre carpas, lonas y puntales de madera a la buena de nadie, deja al descubierto no sólo los niveles crecientes de pobreza, la marginalidad más cruda o los negocios ilegales que encierran muchas de estas tomas sino, y acaso lo más dramático, la ausencia de un Estado que suele llegar tarde y del modo más inoperante posible.

Las primeras hipótesis que surgen del crimen del hijo del exbarra Omar “El Hache” Alonso hablan de una disputa para recuperar un lote en 143 entre 78 y 79, un pedazo de tierra dentro de esas 160 hectáreas que están ocupadas desde hace 21 meses y que actualmente representan la toma de tierra más grande de la provincia de Buenos Aires.

No es la única: un relevamiento realizado por el Observatorio Socioeconómico de la Universidad Católica de La Plata (UCALP) reveló que en 2019 se comunicaron 76 tomas. Un año después, a mediados del 2020, se habían sumado otras 80 en localidades periféricas al casco urbano. Hoy todo el mundo sabe que hay más de cien pero, se reconoce, el número es dinámico y siempre creciente.

Y lo más inquietante: así como crecen las usurpaciones de tierra, crecen también las denuncias de los propios vecinos que alertan no sólo sobre estas ocupaciones sino también sobre las maniobras que promueven quienes venden por la web los lotes usurpados. Días atrás, por dar un ejemplo, un grupo de vecinos de Romero denunció una toma en un terreno delimitado por las calles 155, 157, 514 y 520, en Romero. Según Guillermo Rosales, de hecho, esa tierra fue usurpada hace más de una década a su familia, la cual realizó denuncias en un periodo que va de 2009 a 2013 sin obtener nunca una respuesta de parte de la Justicia. “En 2008 pusimos un alambrado y lo robaron al toque”, le dijeron a este diario.

Algo parecido contaron hace poco vecinos de Villa Garibaldi, quienes denunciaron varios episodios de violencia por la usurpación de tres hectáreas en la zona de 7 y 632. Todo comenzó a principios de este año, cuando un grupo de personas comenzó a subidividir las tierras y levantar casillas de chapa y madera. Alertados por las nuevas postales barriales, los vecinos denunciaron la toma de tierras ante la comisaría de la zona. Cuando los efectivos policiales quisieron constatar el relato de la vecindad fueron expulsados a fuerza de piedrazos.

TIERRA DE NADIE

Decir que las tomas de tierra son tierra de nadie no es un juego de palabras sino una realidad hecha drama. El abogado laboralista Matías Desalvio admite que “muchas veces, abusando de la falta de conocimiento de algunas personas y su buena fe, hay quienes ‘venden’ terrenos sin ser los titulares del mismo, y cuando el propietario real quiere tomar posesión se encuentra con que hay un intruso con un supuesto título o contrato de compra venta sobre ese terreno”.

En estos casos, explican desde la Justicia, el desalojo es mucho más engorroso. ¿Cuánto tiempo puede demorar la restitución de un terreno usurpado? Los plazos de recuperación dependen de cuántas personas participan de la ocupación, si hay menores, si toca un juez o con juzgado vacante. Las variables son tantas que, reconocen los abogados, la recuperación de la propiedad puede demorarse durante años o incluso décadas.

A los tiempos de la Justicia -en los cuales entra a tallar la labor de los fiscales o la ordenes de desalojo que no siempre pueden hacerse efectivas- hay que sumarle la desidia propia de la pata política. La toma de Los Hornos, de hecho, es ejemplo de eso y representa desde hace ya casi un año una pulseada política entre el gobierno bonaerense y la administración municipal, cuyas autoridades -al no intervenir por tratarse de tierras dependientes de Nación- hablan de “un verdadero descontrol”. Según un relevamiento encarado por el propio municipio, de hecho, hay al menos 35 tomas de terrenos activas repartidas por distintos puntos de la periferia del partido, desde Villa Elisa hasta Parque Sicardi y en el ancho oeste, la región con los índices de pobreza más altos de la Ciudad. La realidad, sin embargo, demuestra que las tomas serían mucho más.

La mayoría se realiza sobre predios municipales y del Ferrocarril, tanto a la vera de las vías como en lotes de los talleres. Hay, según los registros de la Comuna, unas nueve tomas de predios privados activas, aunque se admite que el número es dinámico y varía semana a semana, dado que las “micro tomas” no se detienen y decenas de damnificados sienten que son impotentes ante el despojo.

Lo dicho: acudir a la Justicia significa un camino que requiere mucho tiempo, y a veces, incluso, no se trata de grandes terrenos como el de Los Hornos sino de pequeños lotes en los que se aspiraba a concretar el sueño de la casa propia.

Si bien la miseria desborda y la pobreza no muestra visos de bajar, para quienes trabajan con el tema de las usurpaciones creer que el fenómeno se explica solo por el agravamiento de las condiciones sociales es tener una mirada un tanto ingenua sobre el tema. En Los Hornos y en otros puntos de la R Región con toma de tierras, atrás de las usurpaciones hay dos fenómenos que se entrelazan y retroalimentan: la necesidad de familias desesperadas y el accionar de grupos violentos de delincuentes que, ante la falta de respuestas judiciales y políticas, se hacen fuertes en las tomas y a través de la coacción se adueñan de lotes que, como se dijo, después se venden a través de las redes sociales. Lo saben bien todos los vecinos de El Rincón, ese barrio de Villa Elisa que explotó demográficamente en la última década a través del Procrear y que el año pasado, durante la pandemia, vivió una verdadera pesadilla al quedar a merced de un grupo conocido como “Los Misioneros”, que controlaba terrenos usurpados y los vendía por internet

Un alto funcionario bonaerense que pidió no ser identificado lo pinta claramente: “Es imposible que una toma espontánea se instale y se desarrolle como los hacen la mayoría de las tomas grandes que vimos, con ese nivel de organización. En casi todos los casos hay grupos de familias enormemente necesitadas que son utilizadas por los que están haciendo el negocio detrás, que son los que venden los lotes por Facebook”.

Desde la Comuna se detalla incluso que muchas de las personas que habitan el enorme predio de Los Hornos “vienen de municipios del Conurbano e incluso de otras provincias”. Vengan de aquí o de allá, esas 160 hectáreas siguen recibiendo gente al margen de cualquier legalidad y, pese al reclamo que muchos vecinos realizan, generando un escenario donde el asesinato de “El Pipi” Alonso aparece como un eslabón más en la larga cadena de desidia e inoperancia estatal.

 

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