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A partir de una marcada inacción se fue dando en la Ciudad una creciente presencia de puesteros y manteros. La indefensión de los comerciantes
La venta ambulante en La Plata que se encuentra prohibida hace décadas a través de numerosas ordenanzas, algunas de muy antigua data, logró sin embargo crecer sin pausas en la Ciudad, en un proceso que ha sido ciertamente imparable hasta la fecha. De la mano de criterios demagógicos, permisivos, perjudiciales para todas las partes y esencialmente inequitativos, ella respira a sus anchas en nuestras veredas, plazas y paseos.
Pese a una supuesta postura contraria a la venta informal -que declamaron todas y cada una de las sucesivas administraciones comunales-, la ciudad capital de la Provincia alcanzó a partir de la década del ‘90 el triste privilegio de subirse al podio de las primeras del país con más puesteros y vendedores ambulantes.
Además de la inacción estatal, sus principales auxiliares fueron siempre la explotación inicua de los puesteros por parte de las organizaciones mafiosas que la promueven, el contrabando y la falsificación de marcas.
Fueron también múltiples, persistentes y fundamentados los reclamos formulados por cámaras comerciales, comerciantes, vecinos y entidades de bien público. No hubo reacciones positivas, en una situación que también comprometió y sigue comprometiendo a los sucesivos gobiernos provinciales y nacionales.
Ello porque la venta ambulante -entre otros graves perjuicios- evade impuestos y tasas de las tres jurisdicciones. Son las arcas del municipio, de la Provincia y del país las que dejan de recaudar ingresos que podrían ser cuantiosos. Pero ello no importa: miles de operaciones se concretan por día en negro en la Ciudad y ningún dinero ingresa al erario.
No faltaron acciones, como operativos lanzados desde la Comuna, algunos de los cuales derivaron en los últimos años en graves incidentes con los puesteros, cuando estos no sólo cortaron calles sino que hirieron a inspectores, incendiaron neumáticos en pleno centro y originaron incidentes de mucha violencia. Las veredas céntricas, entre tanto, convertidas en desfiladeros cada vez más estrechos por los peatones, virtualmente apretados por los puestos de venta informal.
Algunos puestos ambulante acaparan gran parte de la vereda / EL DIA
La memoria de este diario conserva en su archivo las múltiples crónicas que reflejaron el avance permanente de la venta ambulante, en clara competencia desleal contra el comercio instalado.
“La Plata sigue siendo la ‘tierra prometida’ para la venta ambulante”, dijo este diario el 11 de marzo pasado, en alusión a que la permisividad endémica de la Ciudad con la venta informal atrajo a manteros y puesteros; a quienes distritos vecinos -como el de Quilmes, por ejemplo- erradicaron.
Como una suerte de llamador, en La Plata está encendida siempre la luz verde para la venta ambulante y por eso se ha convertido en una de las ciudades del país con más presencia de ambulantes.
En ese artículo se destacaba que a principios del año se había advertido que la venta ambulante en La Plata continuaba su expansión, “sin que exista organismo nacional, provincial o municipal dispuesto a frenar el desborde de la actividad informal”.
Según la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), los puestos de venta ilegal callejera habían aumentado este año un 11,3 por ciento con respecto al año anterior.
Este fenómeno del auge de la venta ambulante resultó doblemente perjudicial, para un comercio que en los últimos dos años se vio literalmente azotado por la cuarentena y otros fenómenos causados por la pandemia.
En cuanto a los lugares más ocupados por la venta ilegal, se observó que el primer puesto lo ocupó Plaza Italia, calle 7 y 44, con 124 puestos, que representaron el 51,7 por ciento del total de los relevados en calles de la Ciudad. En realidad, hace años que La Plata ha perdido, por lo menos, la mitad de Plaza Italia que, en lugar de pertenecer al conjunto social, se encuentra ocupada por puesteros y manteros. La diagonal 80, tramos de la 44, de la 8 y la 12 se vieron también ocupados por la venta informal.
Según el informe actualizado de la CAC el rubro con mayor participación en las calles, avenidas y peatonales del centro comercial platense fue el de “indumentaria y calzado”, que representó un 61,2 por ciento de los rubros observados, seguido por óptica, relojería, fotografía y joyería, con el 21,1 por ciento del total.
Distintos dirigentes de entidades empresarias platenses coincidieron en estimar como certeros los porcentajes de crecimiento arrojados en el trabajo estadístico y añadieron que otro dato a tomar en cuenta es el mayor volumen de espacio y de mercaderías en oferta que se advierte en muchos de los puestos ambulantes.
Se ha dicho también que la mayoría de los puesteros no son de La Plata. “Vienen en tren, porque en sus distritos no está permitida la instalación de la economía informal en el espacio público”, afirman.
La venta ambulante se fue extendiendo en la Ciudad / EL DIA
A lo largo de este tiempo, los comerciantes platenses y sus entidades representativas no dejaron de reclamar a las autoridades que, a través de los organismos con incumbencia, se los protegiera de la venta ambulante que siguió expandiéndose en la Ciudad. En todos estos años los comerciantes regulares -que pagan impuestos, salarios, alquileres, obra social, servicios públicos y tasas municipales-, se sintieron como convidados de piedra en la fiesta de la venta informal.
Muchos lograron pasar distintas y muy graves crisis económicas. Muchos otros, sobre todo cuando la cuarentena cerró las puertas de la economía durante los años de la pandemia, tuvieron que bajar las persianas, derrotados por adversidades imposibles de superar. Mientras tanto, la actividad clandestina siguió proliferando.
Estadísticas certeras realizadas por cámaras nacionales de empresarios dejaron en claro en los últimos años el verdadero auge de la economía informal en La Plata. Por contrapartida, el comercio regular, salvo excepciones, lucha denodadamente por mantener las cortinas alzadas, sin ningún tipo de ayuda por parte del Estado. Mientras distritos del Gran Buenos Aires prohíben e impiden la venta ambulante, en La Plata siguen soplando vientos favorables para ella.
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