Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Información General |De GUALEGUAY A GONNET, UN DOCENTE QUE DEJÓ HUELLA EN GENERACIONES DE ESTUDIANTES

Daniel Solari: “No hay que dejarse arrastrar por la decadencia educativa”

Testigo privilegiado de la rica vida estudiantil local en los años ‘60, y profesor emblemático, querido y respetado, de la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP, repasa sus décadas en las aulas, entre colegas de lujo y alumnos en permanente cambio

Daniel Solari: “No hay que dejarse arrastrar por la decadencia educativa”

SOLARI, PRIMERO DESDE LA DERECHA, HOMENAJEADO COMO “Profesor Extraordinario Honorario”

Francisco L. Lagomarsino
Francisco L. Lagomarsino

20 de Noviembre de 2022 | 06:24
Edición impresa

“Te vas a reír, pero lo primero que visualicé de La Plata, como algo majestuoso, fue el obelisquito de 6 y 50. Lo miraba desde abajo y me parecía increíble; no había visto el porteño, y acá se destacaba porque no había tantas torres: estaban la de las ‘bañaderas’ en 7, recién terminada, otra en 7 y 55, y un par más en las avenidas 51 y 53. Era hermosa la ciudad porque, a la vez que nos generaba un impacto tremendo y nos fascinaba, no nos resultaba abrumadora”.

Pasó mucha agua bajo el puente de aquel adolescente entrerriano atónito ante el modesto hito urbano en el extremo sur de la diagonal 80. Hoy, Daniel Esteban Solari lleva seis décadas de vida platense, y fabrica guitarras artesanales en su casa de Gonnet, mientras repasa una sustanciosa historia cuyo escenario principal son las aulas de la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP; primero desde el pupitre, después desde el escritorio del docente, un papel que jugó durante cuatro décadas como parte de un plantel de profesores de renombre internacional.

Como a muchos de los que llegaron a La Plata a estudiar en los ‘50 y ‘60 del siglo pasado, la evocación le brota a Solari vívida y afectuosa. “La efervescencia de esos años es inolvidable; en la primera pensión en que nos hospedamos había muchos extranjeros, sobre todo peruanos, gente de Centroamérica, se vivía un clima de comunión y de intercambio espectacular, el que llegaba era bienvenido; se ha dicho que la sociedad platense ponía una especie de barrera a los que venían, pero nada que ver, la acogida que tuvimos fue extraordinaria”.

Amigos del interior

“Nosotros éramos los típicos exponentes de la movilidad social ascendente que se vivía en esa época” reflexiona Solari: “yo había cumplido los 18 el 31 de diciembre del 63, y el paso lógico para una pareja de laburantes de pueblo, como eran mis padres, era que los hijos fueran a la universidad y se convirtieran en profesionales”. Ese matrimonio de trabajadores lo integraban Simón Esteban, dueño de un almacén de ramos generales, y Tercilla Piovesana, maestra rural. “La movida se repitió un par de temporadas después, cuando llegó mi hermano Leopoldo, cuatro años menor que yo, que es ingeniero y también se recibió en la UNLP”.

“Era la primera vez que salíamos del pueblo a una ciudad grande” recuerda: “entre tren, ferry y micro, se hacía largo. El Río de La Plata paraba en 6 y 54, al pie del edificio alto de departamentos, y de ahí, con Morisse y Benedetti, que eran mis coterráneos, nos teníamos que presentar en una vieja pensión de 50 entre 4 y 5 que en rigor era un conventillo al fondo, mano de enfrente al Pasaje Rodrigo; una zona medio venida a menos salvo por un par de negocios de nivel como Sol-Mor, de los Morchón” se explaya Daniel.

“La cosa es que mis amigos de Gualeguay estaban seguros de que iban a anotarse para contadores, y a mí me tiraba Ingeniería, pero la única certeza era que tenía que estudiar o volver a casa a laburar ‘como todo el mundo’”.

“En fin, aterricé en La Plata y me dije, ‘voy a ver cómo es la facultad de Ingeniería para inscribirme’... Ni la puerta encontré” rememora Solari: “así que me resigné a empezar lo mismo que los muchachos que habían llegado conmigo. Ciencias Económicas había sido creada en 1953, y funcionaba en el edificio del Liceo Víctor Mercante. Desde la pensión de 50 nos quedaba apenas a tres cuadras. Tuve suerte porque la carrera consistía en un ciclo básico de dos años y luego elegías una de tres orientaciones: Licenciatura en Administración, Contaduría Pública Nacional, y Licenciatura en Economía, que era nuevita”.

“Cuando pasamos a tercero, terminado el ciclo básico, sólo fuimos siete los que elegimos Economía: Jorge Sereno, Manuel Moreno, Atilio Elizagaray, Quito Mendiguren, Jorge Paleólogos, Ramos, Arregui y yo. Los que prefirieron seguir el camino de la Contaduría fueron 300 o más”.

“Estudiábamos en casas, en grupos, la vida social eran las fiestas en esas mismas casas, con la excusa de algún cumpleaños se armaban bailes, malones... Los boliches eran pocos relativamente y no los frecuentábamos” señala Solari: “lo nuestro eran las peñas y las guitarreadas interminables... ¡Lástima que de esos tiempos tengo menos fotos que el Hombre Invisible!”.

Otro de los lugares de encuentro, y salvavidas para miles de estudiantes, era el Comedor Universitario, situado en 1 y 50. “Si no hubiera existido, estábamos fritos” asegura Daniel: “tenías asegurada tu manutención por dos mangos. El menú estaba regalado, lo que se pagaba era ridículo, y había becas alimentarias para los buenos estudiantes; yo tenía buen promedio y eso me resolvía la alimentación. Algunos recibían encomiendas de los padres con mercadería, pero nadie tiraba manteca al techo”.

Vida nómada

“En mis primeros seis años en la ciudad, estuve en nueve lugares diferentes” enumera Daniel: “en algún momento caímos en 115 entre 60 y 61, y enfrente ensayaba una banda de rock conocida de la época, nosotros íbamos a los ensayos. Pero yo era más del palo criollo, y en ese momento, de la mano de Cosquín, había un boom folklórico impresionante. Me vino bárbaro, porque en Gualeguay me había recibido de profesor de guitarra clásica, tocaba con partitura pero podía adaptarme de oído. Así que para relacionarme y conocer gente nueva, saber tocar en ese contexto era un golazo”.

Las destrezas como violero llevaron al joven Daniel a lugares impensados. “En muchas ocasiones, me llamaba alguno que cantaba para acompañarlo; uno de ellos fue un muchacho de apellido Oriozabala, que era telegrafista en Berisso, por lo que conocía a todo el mundo, y le encantaba cantar. Así que conseguía ‘recitales’ en las escuelas de monjas, ¡y ahí éramos muy agasajados!”, se divierte: “nos daban chocolates, unas comidas espectaculares... Del mediodía a la noche, él cantaba y recitaba, yo acompañaba y éramos una especie de ídolos... ¡Era una estudiantina extraordinaria! Toqué hasta hace poco, pero me rebané un dedo y me puse a fabricar instrumentos en mi taller. Ya llevo 35 guitarras españolas”.

“Hemos ido al Teatro del Lago a escuchar recitales, vimos al cuarteto Zitarrosa en la zona de la Estación... íbamos a lugares a los que pudiéramos entrar sin pagar, porque nuestros recursos financieros eran muy limitados” reconoce Solari. “Eso empezó a cambiar en el ‘67, porque se creó el sistema de prácticas rentadas, y empecé a trabajar, primero en el ministerio de Economía y después en Obras Públicas. Era poca plata pero redondeaba un alivio para la familia. Viví con mi hermano en 6 y 59, un departamento tipo ‘chorizo’; también en 70 entre 116 y 117, planta baja con pasillo. Luego caímos en 1 entre 63 y 64, del lado del Bosque, una propiedad de la señora del doctor Geronés, que era oftalmóloga”.

“Era un barrio hermoso, tranquilo. Íbamos caminando a todos lados, volvíamos, y muchas veces parábamos en el club Gutenberg o el Matheu, de 63 entre 1 y 2, donde jugábamos pelota paleta con gente de ahí o la banda de Gualeguay, los hermanos Morisse, mi hermano y Armando “Tito” De Giusti, que fue decano de Informática y es el padre de Eduardo, actual decano de Económicas... Mucha gente con origen en Gualeguay se ha destacado acá; los Colli, basquetbolistas y uno de ellos presidente del Colegio de Abogados, Turco Gabriel, que es contador... La mayoría se terminó afincando en La Plata”.

El graduado

“En diciembre de 1969, fui el primero en graduarme, y a pesar de que la carrera tenía un perfil bastante duro, de esa primera camada de siete que nombré nos recibimos todos. A profesores como Adolfo Sturzenegger, Rogelio Simonato o Mario Szychowski había que seguirles el ritmo... Estaban también Héctor Diéguez, en Macroeconomía, y Horacio Núñez Miñana, quien fue decano. Todos de un gran nivel y exigentes”.

Al recibirme primero, me llegaron muchas ofertas de trabajo, y se abrieron las puertas para ser ayudante en varias cátedras: micro, macro, finanzas públicas, economía internacional. Fui adjunto en microeconomía, todo por concurso, y titular en Economía Espacial, que es de cuarto año.

“Se puede decir que como estudiante conocí los mil barrios platenses, porque antes de venirme a Gonnet-Bell, a mi casa actual, estuve un tiempo en Meridiano V, en 19 y 69. Llegué a ver pasar el Provincial. Qué plaza hermosa la de 19 y 66... en la de 19 y 60 compraba cosas de electricidad en lo de Borello, que todavía está. Me vine a vivir a este barrio del norte en el ‘72, y te aseguro que era puro campo. Recién estaban terminando la segunda trocha del Centenario, las calles eran de tierra, y mirando para el noroeste se veía el Batallón 601”.

“En esta manzana había sólo dos casas, pero en Obras Públicas, el ingeniero Pedro Gortari, que era subsecretario de Planeamiento, siempre me insistía ‘Solari, tiene que comprar una propiedad donde sea que le dé el cuero’. Y me dio acá, en medio de la nada, pero tenía espacio y potencial, Y un poco de peligro, porque por mi vereda pasaba el zanjón del arroyo Don Carlos. Estaba semi entubado, y a la primera tormenta fuerte me inundé. Después lo entubaron completo, y nunca mas hubo lío”.

“Conocí a una platense, Graciela Sperandío, estudiante de Ciencias Económicas -actualmente preside una comisión vecinal y biblioteca del barrio- y en 1975 nos casamos. Formamos la familia acá con nuestras dos hijas: Eugenia -contadora- y Estefanía -licenciada en administración, contadora, investigadora y docente-. Para nuestra felicidad, los cuatro nietos andan siempre cerca, y una de mis hijas vive al lado de casa”.

EL TOBOGÁN

“Así como en 1970 empecé a practicar en el MOSP, también me instalé en la docencia de mi facultad, y me quedé hasta 2017. Fui ayudante, adjunto, y luego titular por concurso de varias materias. Entre Introducción a la Economía, Microeconomía y Economía Espacial tuve unos alumnos magníficos. Puedo mencionar a Martín Tetaz, que ha sido un alumno de diez, ayudante adjunto y es alguien formado en la universidad pública que está desarrollando una trayectoria extraordinaria. También Camilo Rubbini, Guillermina Barriviera, Rodrigo Sotelo, Julián Amendolaggine, Máximo Croce... Y estoy siendo injusto con muchísimos más, ¡fueron 500 alumnos anuales durante 40 años!”

Esos estudiantes destacados tuvieron enfrente a Daniel Solari y otros profesores que sobresalieron como funcionarios, investigadores y conferencistas, fueron galardonados, crearon fundaciones y centros de estudios, y trascendieron las fronteras: Enrique Álvarez, Hildegart Ahumada, Daniel Artana, Pedro Dudiuk, Santiago Urbiztondo, Leonardo Gasparini, Carlos Daniel Heymann, Patricio Narodowski, Mario Szychowski, Fernando Navajas, Walter Sosa Escudero, Alberto Porto, Marcelo Garriga y Horacio Piffano, entre otros.

Pero no todas fueron rosas. “Hoy, en materia educativa estamos metidos en un flor de tobogán” opina Solari: “los chicos no leen, no saben leer, ni les gusta leer... Faltan contenidos y orientación; en los últimos tiempos como profesor ha llegado gente a mi clase que quería estudiar Económicas pero me aclaraba que no le gustaban las matemáticas... Una vez, uno me dijo directamente ‘odio las matemáticas’. ‘¡Pero hombre!’, le respondí, ‘mire que los contadores cuentan números, no chistes’”.

“En una etapa de mi carrera como docente, estaba dando una materia de cuarto año, en la que sabía que, dijera lo que dijera, los chicos lo iban a entender, y acepté pasar a una de primero, casi introductoria, en la que tenía que enfrentarme a chicos recién salidos del secundario. Es motivador ver cómo muchos intentan ponerse a la altura pero hay que hacer algo con el paso de la secundaria a la universidad” considera: “si la secundaria no hace lo que le corresponde, hay un punto en el que la Universidad no puede. Y el sistema se convierte en una estafa al estudiante. En 2017, cuando me jubilé, ya tenía 72 años, y sentía íntimamente, que en algún modo había sido un fracaso, porque ¿cómo puede ser que estuve 45 años tratando de explicar algo, y hace 35 años los alumnos entendían y ahora no? O yo no me había sabido adecuar a la modernidad, o había algo que estaba fuera de mi alcance solucionar, o ambas cosas”.

LA FUNCIÓN PÚBLICA

“Entre el ‘70 y el ‘91 trabajé en Obras Públicas de la Provincia, siempre en cargos técnicos. En los ‘80, el querido “Chino” Delorenzo, un gran tipo, fue secretario de Obras Públicas y me convocó como subdirector de Planeamiento. Además, tuve un lapso de dos años como director de estadísticas económicas del ministerio de Economía. Me fui del MOSP cansado y desmoralizado con los políticos; estaba en Evaluación de Proyectos, iba y le decía al funcionario ‘hay tres alternativas, A, B y C, la mejor técnicamente es la C’; sistemáticamente elegían otra, y vos intuías por qué... Un día dije ‘chau’”.

CIENCIAS Y ORTODOXIA

“A partir de 1991 me dediqué exclusivamente a la docencia, fui consejero académico y secretario de Investigación y Posgrado de la facultad, que ha sido una isla de respeto y tolerancia orientada a enseñar más que a hacer política. El decano que marca esa línea es Núñez Miñana, y la continúan, con sus matices, Rogelio Simonato, Julio Giannini, Luis Scuriatti, incluso López Armengol”.

“Cuando me dicen que predomina la línea ‘ortodoxa‘ no sé muy bien qué quieren expresar” define Solari: “si el Estado gasta más de lo que recauda, vas a tener inflación y pobreza. Lo dice cualquier libro. Sin embargo, para los ‘heterodoxos’ pareciera que se puede imprimir dinero y listo. Es terraplanismo económico”.

“El desafío de la UNLP, como último eslabón de la cadena educativa, es tratar de no dejarse arrastrar a la decadencia y traccionar hasta que reaccionen los eslabones previos. Que de la primaria los chicos salgan sabiendo sumar, restar, leer y escribir, y de la secundaria con una idea de qué les gustaría hacer. Emparejar hacia abajo no es una buena decisión, porque nunca se termina de tocar fondo”.

LA VIBRACIÓN COTIDIANA

“Trato de mantenerme en movimiento. Nos juntamos de vez en cuando con Scuriatti, los veo seguido a Elizagaray y a Jorge Galizzi; ocasionalmente armamos un asadito y nos vamos al campo, a lo del ‘Naca’ López, entre Castelli y Pila. Leo mucho, pero nada de economía, mucho Pérez-Reverte, Ruiz Zafón, y thrillers suecos que intercambiamos con Scuriatti, gran lector. En fin, cosas de gente grande”.

Además, claro, están las guitarras. “Cada vez que me ve en el taller armando una, mi mujer me pregunta ‘¿otra más?’, y le respondo ‘¿y por qué no?’” advierte Daniel, y se ríe: “es algo que me apasiona, tengo alma de guitarrero, pero guitarrero en serio, no como algunos de los que se ven en la tele hablando de economía. Me gusta hacer cosas, la plomería, la albañilería, ampliar la casa... Instalé un molino en el fondo para extraer agua, y casi hago un frontón para paleta, pero era una exageración. Lo importante, que me da más satisfacción, es que siempre se aprende algo nuevo”.

 

 

“La efervescencia de la Ciudad en mis años como estudiante, en los ‘60, es inolvidable”

“ Es urgente hacer algo con la secundaria, porque hay un punto en que la Universidad ya no puede nivelar a los chicos que ingresan”

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

Tras jubilarse, solari se convirtió en un luthier autodidacta que ya fabricó 35 guitarras criollas

En 1996, inaugurando el CENTRO universitario regional saladillo

SOLARI, PRIMERO DESDE LA DERECHA, HOMENAJEADO COMO “Profesor Extraordinario Honorario”

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$135/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2590

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$190/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3970

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$135.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2590.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla