Qué hacer en 24 horas en La Plata: arquitectura, cultura y entretenimiento

La ciudad de las diagonales tiene muchos más atractivos que el de su visionario diseño fundacional -sus calles numeradas, sus bulevares, sus plazas cada seis cuadras-; La Plata vibra con una gastronomía tentadora, que se fortalece año a año, y una efervescente vida cultural, enmarcadas por una magnífica arquitectura que deslumbra a propios y extraños. Paseos de compras, parques y museos: la capital de la Provincia tiene planes por doquier para chicos y grandes.

¿Qué puede hacer un turista que viene por un día? Una de las respuestas posibles es el recorrido que sugerimos a continuación, pensado para hacerse a pie, ya que entre una parada y otra no hay más de tres cuadras. En total, el plan implica transitar poco más de un kilómetro y medio.

La plaza San Martín está escoltada por la Legislatura y la Casa de Gobierno bonaerense

PRIMERA PARADA: DONDE TODO EMPEZÓ

Imponente, en el centro geográfico del casco histórico se encuentra la Catedral, hito indisoluble del sueño de Dardo Rocha, fundador de la capital bonaerense. Situada en 14 entre 51 y 53, su superficie es de casi una hectárea. Tiene capacidad para albergar siete mil fieles, sus medidas son 120 metros de longitud y 76 de anchura, y sus torres se alzan a 112 metros. De estilo neogótico con vertientes franco-germánicas, su clásica planta de cruz latina alberga cinco naves, un crucero y un gran deambulatorio. Basta con pararse frente a su fachada para deslumbrarse.

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La entrada al templo, que posee una cafetería en la planta baja, es gratuita. Para ingresar al museo y al mirador, hay que abonar (ver precios aparte). La vista desde las alturas es una imperdible panorámica del Gran La Plata, y el museo es un viaje a la historia, a la forma de construir de la época, con muchos tesoros de la fundación platense.

La Catedral se encuentra bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. En el año 1881 se realizó un concurso internacional para la presentación de planos y presupuestos destinados a su construcción. El 19 de noviembre de 1932 se inauguró, inconclusa. Se procedió a realizar la ceremonia porque la Ciudad cumplía sus bodas de oro, y era deseo de las autoridades mostrarla en sociedad. Las crónicas de la época relatan lo extraño que parecía el templo sin las dos torres del frontis, los vitrales, los pisos, las esculturas y los ornamentos.

Cinco años después de inaugurada, llegaron de Alemania dos vitrales, provistos por la casa Franz Xaver Zettler de Munich. Uno para colocar en el altar de Nuestra Señora de Luján (patrona de Argentina) denominado “Bella Vidriera”, y el segundo con imágenes vinculadas a la Eucaristía. La Segunda Guerra Mundial obligó a que los demás vitrales se encargaran a la casa Maumejean Frères de París en 1940. Toda la iconografía de los vitrales bajos de las naves laterales del cuerpo principal refiere al Antiguo Testamento.

En 1941 se colocó el piso de granito rosado proveniente del país, que junto con la piedra de los pilares y los detalles y apliques de madera tallada dieron por terminado el interior del templo. Sin embargo, en 1958 llegaron veintisiete vitrales más, procedentes de Francia, de la casa Lorin de Chartres, que se instalaron en el deambulatorio y el claristorio, con iconografía alusiva al Nuevo Testamento.

Muchos años después, en el ocaso del siglo pasado, pudieron completarse las dos torres laterales. Desde 1999, luce en todo su esplendor.

Una vez terminado el recorrido por la Catedral, se puede optar por comer algo en el resto-bar del lugar, o caminar hacia “La Plata Soho” -tal el apodo que se ganó el eje del bulevar 51 entre las calles 2 y 6, que se ha constituido en un atractivo polo gastronómico, de propuestas variadísimas y de calidad bajo una magnífica arboleda.

Iniciamos la caminata por la proyección de la avenida 51, cruzando la plaza Moreno, situada frente al templo mayor, pasando junto a la piedra fundacional platense y el Palacio Municipal; a las dos cuadras, veremos el enorme Teatro Argentino de La Plata, que ocupa una manzana entera. Siempre hay alguna muestra artística en el foyer, fácilmente accesible.

Avanzando otras dos cuadras, a la altura de avenida 7, aparece la plaza San Martín. Está escoltada por dos edificios de fuste, que le dan identidad arquitectónica y realzan el valor patrimonial de la capital bonaerense: la Casa de Gobierno y el Palacio Legislativo bonaerense. Cruzando la calle 50, una de las que flanquean el espacio verde dedicado al Libertador que cuenta con una pintoresca glorieta, está el Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, ex estación ferroviaria que aloja tres museos de arte que pueden visitarse de manera gratuita. Al cruzar la plaza, siempre en sentido noreste -o descendente- entramos de lleno, al barrio más coqueto y “trendy” de la actualidad. Otro museo se destaca allí, en 51 entre 5 y 6: el de Bellas Artes “Emilio Pettoruti”.

EL “SOHO”: GASTRONOMÍA Y COMPRAS

Un mercado gastronómico en un antiguo bazar tradicional de la ciudad (51 entre 5 y 6); la casa matriz de la hamburguesería de Mauro Colagreco, chef platense reconocido mundialmente -tiene tres estrellas Michelin por su restaurante francés Mirazur- (4 esquina 50); la primera focaccería de Argentina (54 esquina 5); y una cervecería/restaurante que funciona desde 1894 (4 y 54) son algunas de las opciones más sabrosas, entre otras de comida rápida, pastelería, pastas y pizzería del área.

Si el paseo incluye la chance de hacer algunas compras, estamos en uno de los lugares correctos: reconocidas marcas se han instalado a la altura de la calle 5, entre 50 y 54, y sus adyacencias, con indumentaria para hombre, mujer y chicos, zapatería y ropa deportiva. Si hay tiempo y ganas, se puede hacer incluso un alto en una prestigiosa peluquería.

Recorrer la Casa Curutchet es una experiencia literalmente muy especial

El señorial Pasaje Rodrigo, que atraviesa la manzana comprendida entre 4, 5, 50 y 51, es un centro de compras instalado en una antigua propiedad de cuatro plantas y se erige, imponente, como el sitio ideal para conocer y ver vidrieras a resguardo de la intemperie. Cuenta con una librería y una cafetería, además de marcas de indumentaria, calzado, deco y juguetería. Fue inaugurado en 1929 por Basilio Rodrigo, un español que se propuso con este emprendimiento darle a la Ciudad su primera galería comercial. Su fidelidad a un estilo arquitectónico y la belleza y elegancia de sus líneas hicieron que el pasaje fuera declarado como una de las joyas del patrimonio local.

El edificio original constaba de las mismas cuatro plantas actuales, con la diferencia que tenía un solo nivel comercial, el nivel de la calle, conocido desde entonces como “el Pasaje”; un nivel de bauleras que correspondían a cada emprendimiento; y dos plantas superiores con ocho elegantes departamentos de más de 250 m2 cada uno.

El proyecto original de restauración, entrado el siglo XXI, estuvo a cargo de los arquitectos platenses Gabriel Breccia, Gisela Bustamente y Luis Banini, mientras que los ajustes finales del proyecto fueron realizados por Armanini Arquitectura. La restauración de los vitrales estuvo a cargo de los expertos Ana María Callegaro y Edgardo Borstelmann, en su taller de Tolosa. Se trata de dos ensamblajes franceses de 4 metros de anchura y 11 de longitud, que fueron traídos a la Argentina especialmente para Rodrigo en 1927.

Tanto los elementos característicos y distintivos de este edificio, como sus dos vitrales, las fachadas exteriores y la interior de planta baja, se encuentran en perfecto estado de conservación. Todos los frentes de los locales comerciales conservan su carpintería metálica original, con los vidrios curvos de los locales centrales. Con accesos por el bulevar 51 y la calle 50, su ubicación geográfica es estratégica ya que se encuentra dentro de las actuales prolongaciones del microcentro comercial y cultural de La Plata y sobre el Eje Monumental.

OTROS ÍCONOS INELUDIBLES

Recorrer la Casa Curutchet es una experiencia literalmente única. No hay otra en todo el continente americano que haya sido proyectada por el legendario e influyente arquitecto suizo-francés Le Corbusier. Construida entre 1949 y 1953, está a la altura del número 320 de la avenida 53, entre 1 y 2, frente al Paseo del Bosque.

La vivienda tiene una fluidez espacial única, otorgada por una rampa que deviene en “paseo arquitectónico”, y por un árbol especialmente plantado en el pequeño patio que articula el área de trabajo con la casa propiamente dicha. Todos sus ambientes principales, y su estupenda terraza jardín, tienen vista a la plaza adyacente y al Bosque. Los parasoles de su “brise-soleil” le ponen marco al paisaje. Para la Ciudad, albergar una obra de Le Corbusier, y para más, dirigida en su ejecución por el gran Amancio Williams, es un justificado motivo de orgullo.

La Casa Curutchet, a metros del principal acceso al paseo del Bosque, es única en el continente

Finalizando el recorrido, el Bosque es un sitio en el que uno puede sentarse a descansar observando su lago y, por qué no, navegándolo en sus botes a pedal, o encarar la última caminata en torno a los estadios de Estudiantes y Gimnasia y Esgrima, históricos animadores del fútbol nacional. Frente a la cancha del Lobo, hay un monumento contemporáneo que, con forma de hoja de bisturí, homenajea a René Favaloro, el cardiocirujano platense creador del by pass, método revolucionario que prolongó millones de vidas.

Una vez en el Bosque, bien vale conocer el Museo de Ciencias Naturales, que depende de la Universidad Nacional de La Plata. Referencia nacional e internacional en paleontología y antropología, recibe alrededor de 260 mil visitantes al año. Fue el primer museo de La Plata; creado en 1884, dos años después de la fundación de la ciudad de La Plata, se inauguró parcialmente en 1886 y al público en 1888.

Su edificio contiene una singular planta en forma oval, que interpreta la espiral evolutiva, de estilo arquitectónico neoclásico, y tiene decoraciones con motivos americanistas. Eso lo llevó a ser reconocido, en 1997, como Monumento Histórico Nacional. El Planetario aledaño también es de gran atractivo, y los fines de semana cuenta con proyecciones para toda la familia.

Para merendar o picar algo en la zona, el “Uno”, como se conoce a la cancha del Pincha, ofrece la posibilidad de ingresar a su bistró y comer o tomar algo adentro del estadio, en uno de los laterales a nivel de la cancha. Se trata de una experiencia muy interesante para los fanáticos del fútbol, quienes allí también pueden sacarse una foto con la estatua de Carlos Salvador Bilardo, DT del seleccionado argentino que se consagró campeón mundial en 1986. “Uno” también cuenta con un mercado gastronómico lateral, con propuestas “street food”.

PARA VOLVER... Y VOLVER

Quienes deseen programar una nueva visita, o quedarse un día más, tienen de sobra para qué. La Plata tiene al Estadio Único -25 y 32-, famoso por sus recitales de artistas internacionales y donde se disputaron instancias decisivas del último Mundial de Fútbol Sub-20. Y también cabe mencionar a otro de los emblemas de la Ciudad: la República de los Niños, -en camino Belgrano y 500, Gonnet- un parque temático fundado en 1951 con edificios y plazas a pequeña escala, donde también hay una granja, juegos mecánicos y un gran parque para hacer picnic.

El cierre de este atractivo itinerario amerita el relax nocturno en alguno de los bellos y flamantes hoteles con los que cuenta La Plata desde hace algunos años. Son de calidad internacional, y dos de ellos tienen “roofs” desde donde mirar la metrópolis de noche, copa en la mano. Hasta la próxima escapada.