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La Plata: “Capital” de la infidelidad

El ranking que ubica a la Ciudad entre las que tienen más infieles per cápita en el país. Una estadística difícil de constatar, pero que los casos de algunos vecinos y vecinas ayudan a ilustrar

La Plata: “Capital” de la infidelidad

General Roca, Escobar, Bahía Blanca y La Plata, son las cuatro ciudades más infieles del país

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

25 de Junio de 2023 | 03:04
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El trazado de las calles con las diagonales que cruzan la Ciudad, la Catedral, la UNLP o los clubes de fútbol, son sólo algunas de las cosas por las que La Plata es reconocida en todo el país. Pero en los últimos días, un dato hizo que esté en boca de todos: el alto porcentaje de infieles que tendría, en comparación con otras regiones del país.

Así lo indica un ranking dado a conocer en las últimas horas, que coloca a los y las platenses en el top cuatro de las personas más infieles, solo superadas por las de General Roca (en Río Negro) -que se llevó el primer puesto- y Escobar y Bahía Blanca.

Fue la famosa aplicación de citas Ashley Madison, una plataforma dedicada a unir personas, pero enfocada en gente que está en pareja, la que realizó el citado ranking a partir de miles de interacciones recibidas desde nuestro país. Vale mencionar que esta compañía tiene su sede en Canadá y cuenta con más de treinta y un millones de miembros esparcidos en cuarenta y cinco países, incluida la Argentina.

Desde las oficinas de está compañía cruzaron los datos y descubrieron que la cuarta ciudad del país con más usuarios por habitante resultó ser La Plata.

EL DIA charló con platenses que contaron detalles sobre sus infidelidades y las situaciones -buenas y malas- que vivieron al tomar ese camino. Incluso, en un caso, con un final “feliz”.

“Tengo debilidad por el sexo”

“Tengo una debilidad por el sexo femenino”, le dijo a este diario Leonardo, un platense que pidió no dar a conocer su apellido, pero que accedió a contar algunas de sus infidelidades y las razones por las que engañó a la mayoría de sus parejas.

Reconoció, incluso, que viene siendo infiel desde muy joven y que engañar a sus novias “no me generó ningún remordimiento”. Afirmó que, “salvo una vez, siempre me sentí bien y sin culpa”.

Además, el joven que está a punto de cumplir 30 años, detalló que siempre se maneja por el lema: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

“Una vez me sentí mal y no accedí a tener relaciones. El día anterior mi novia de ese momento me había hecho un súper regalo y eso me frenó. Pero fue solo en esa ocasión, después la engañé sin problemas. No me siento orgulloso por lo que hice, pero tampoco siento remordimiento”, relató. Y confesó: “Es más, después de estar con otras mujeres volvía con mi novia del momento con más ganas”.

“Después de estar con otras mujeres volvía con mi novia de ese momento con más ganas”

Para Leonardo el límite está en lo sentimental: “A diferencia de lo que pasa en algunos casos yo nunca me enamoré de otra persona mientras estaba de novio, lo mío va más por lo sexual. Por eso digo que es una especie de debilidad que tengo”.

A pesar de los engaños, intenta manejarse dentro de ciertos códigos. “Intento hacer las cosas bien, para no lastimar a nadie, siempre con gente que conozco de algún lado, no ando buscando conocer a alguien nuevo en todo momento”, dijo. Y cuando se le preguntó cómo tomaría que su novia haga lo mismo que él y lo engañe con otro hombre, o con una mujer, lo pensó dos veces y volvió sobre el lema: “Ojos que no ven, corazón que no siente? Y ante la repregunta, ¿y si te enterases? “Me ofendo”, aseveró.

De la infidelidad al amor

Sin caer en los juicios morales que se vienen a la mente cuando se escuchan este tipo de relatos, muchas veces las infidelidades sirven como punto de quiebre en la vida de las personas, incluso pueden ser el puntapié inicial de una gran historia de amor.

Adriana y Ricardo trabajaban juntos en una panadería de Berisso. Él estaba casado y tenía dos hijos. “Ricardo me gustaba, venía de una situación complicada con su pareja anterior, la madre de su primer hijo, y yo me acerqué más por eso”, recordó Adriana.

Un día tomó valor, se animó y dio el primer paso, pero en el momento en el que intentó conquistarlo él la frenó, se rieron y siguieron como si nada hubiese pasado. El tiempo fue pasando y la confianza entre ellos creció poco a poco. “Éramos íntimos, pasábamos toda la tarde noche hablando de la vida, de sus quilombos con su pareja, de los míos con mi familia. Los dos sufrimos abuso de chicos, pero yo en ese entonces ni siquiera podía procesarlo, así que él fue muy importante para entender todo lo que me pasaba adentro”, relató.

Así pasaron más de cuatro meses, la relación era cada vez más cercana pero “no pasaba nada”, hasta que un día “el metió segunda y nos empezamos a ver. Nos veíamos en hoteles, en mi casa, pasábamos la tarde en la plaza. Incluso cuando la relación se puso más seria ni nos escondíamos”, destacó.

Adriana y Ricardo compartían viajes juntos, se tomaban fotografías, hacían la vida normal de cualquier pareja salvo por un pequeño detalle: el aún seguía con la madre de sus hijos. “El siempre me dio un lugar importante, no es que me escondía, al punto de que su pareja de ese momento también estaba al tanto de lo que ocurría”, señaló.

Así se manejaron durante cuatro años hasta que ella entendió que debía dar un paso al costado por el bien de todos. “Yo no te voy a pedir que dejes a tus hijos, pero no puedo seguir así. Lo que tenés que hacer es quedarte con tu familia, yo me corro”, le dijo una tarde a Ricardo, pero él quería estar con ella, así que en ese momento tomó sus cosas y se fue a vivir con ella. “A los dos meses nos mudamos juntos a otra casa. Ya pasaron trece años en los que solo estuvimos separados un mes”, destacó Adriana.

Para Ricardo y Adriana la historia tuvo final feliz, mientras que Leonardo contó que actualmente se encuentra en pareja desde hace unos meses y que por primera vez se está “portando bien”. Lejos de los juicios de valor que salen a la luz cada vez que se tocan estos temas, hay cientos de historias como las de estas personas o las de los cientos de platenses que se descargan la aplicación de citas para casados y que llevan a la Ciudad a lo más alto en el ranking de infieles.

“Una aventura discreta”

En cuanto a la plataforma de citas Ashley Madison, que puso el foco sobre los platenses, se “creó para gente emparejada, casada, buscando una aventura de forma más discreta”, indicó el director ejecutivo de la empresa en Latinoamérica, Christoph Kraemer. Funciona igual que el resto: hay que crear una cuenta a partir de un correo electrónico y una contraseña. “A los que están preocupados por mantener su privacidad, aconsejamos no usar su cuenta normal y menos la del trabajo, aunque no crean hay gente que lo ha hecho”, señaló el ejecutivo.

El siguiente paso es cargar la información personal, los intereses y fotos y es ahí donde aparece la primera diferencia con otras aplicaciones, ya que ofrece “herramientas para mantener un poco más el anonimato, como poner imágenes borrosas, o agregarles una mascarilla. También es posible tener fotos privadas y que se compartan una vez que se tenga confianza”, detalló Kraemer.

Los “atractivos” de la infidelidad

Qué es lo que lleva a muchas personas a ser infieles es una pregunta que no tiene una única respuesta y sí numerosos matices, que van desde la búsqueda de algo diferente, hacer cosas que habitualmente no se dan con su pareja, buscar situaciones de riesgo o peligro, etc., etc., según reconocen especialistas. Para los creadores de esta aplicación, además de ser la base de su sentido de ser y de generar importantes ingresos, ser infiel no es una decisión que se tome de manera impulsiva. Ven a las y los potenciales infieles como personas que intentaron comentarle “sus deseos y sus necesidades” a sus parejas y al no obtener las respuestas o estímulos que esperaban, o simplemente no se escuchados, salieron “a buscar lo que les faltaba en otro lado”.

“Al fin y al cabo la satisfacción sexual o la salud sexual forma parte de la salud mental y cada persona tiene derecho a sentirse satisfecho y sentirse feliz y entonces quieren hacerlo”, explicaron. Y consideraron que de todos modos tiene algo bueno para la relación porque “eso lleva a que sean más pacientes y tolerantes con su pareja, entonces resulta beneficioso”.

 

 

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