El grupo de marinos argentinos que tomó California durante seis días

Hace poco más de dos siglos, marinos argentinos tomaron la capital de California cuando era colonia española. Al mando de esos combatientes estaba el militar franco-argentino Hipólito Bouchard, a quien las Provincias Unidas del Río de la Plata lo habilitaron con lo que por entonces llamaban “patente de corso”.

La “patente de corso” era un documento entregado por las autoridades de un territorio, por el cual el propietario de un navío tenía permiso de la autoridad para sabotear y atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas, quedándose con una parte del botín obtenido. Así, el propietario se convertía en parte de la marina del país o la ciudad expendedora de ese permiso.

En el caso de Bouchard, fue un día como hoy, el 27 de junio de 1817, cuando obtuvo la mencionada licencia, en lo que significaría el comienzo de la etapa más novelesca de su vida.

A las órdenes del almirante Guillermo Brown, Bouchard -nacido en Francia- hizo destacadas contribuciones a la gesta independentista, por lo que en 1811 obtuvo la nacionalidad argentina.

Entre las acciones más relevantes de Bouchard se encuentran los asedios a las costas de California y Centroamérica, así como sus combates en las costas peruanas y ecuatorianas.

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La placa que conmemora la gesta de Bouchard en California / Web

El 9 de julio de 1817 – primer aniversario de la independencia Argentina- este militar, ya como corsario, zarpó al mando de la fragata “La Argentina” desde la Ensenada de Barragán, muy cerca de nuestra región, para cumplir una heroica gesta de andanzas, cañonazos y combates en los mares que habría de durar dos años.

El viaje de la fragata “La Argentina” parece un relato de fantasía o una película de acción, pero en realidad es parte de nuestra historia real. Este navío desplazaba 464 toneladas, tenía 40 metros de eslora y 28 metros de quilla (que es la pieza de madera o hierro, que va de popa a proa por la parte inferior del barco y en que se asienta toda su armazón).

Estaba equipado con 34 piezas de artillería, 18 cañones de ocho libras y 16 carronadas de doce libras. El Gobierno rioplatense de entonces aportó además 4 cañones de bronce y 12 de hierro, 128 fusiles, 800 balas de cañón de a doce libras y 900 de a ocho libras. La embarcación contaba, además, con 3.000 balas de a veinticuatro libras, que al no poder ser usadas en combate servían de lastre, junto a 300 lingotes.

“La Argentina” se había llamado antes “Consecuencia”, y era una fragata española capturada por los buques corsarios rioplatenses Hércules y Halcón el 28 de enero de 1816 frente a las costas del Perú, cuando se dirigía de Cádiz (desde donde había partido el 11 de octubre de 1815) rumbo a El Callao, en el curso de la expedición corsaria al mando del almirante Brown.

Tras participar en el bloqueo de El Callao y en el ataque a Guayaquil, fue asignada por Brown a Hipólito Bouchard junto al pailebote (embarcación de vela antigua) Carmen al decidir este marino regresar a Buenos Aires. Después de cruzar el Cabo de Hornos llegó a la ciudad de Buenos Aires el 18 de junio de 1816.

Renombrada como “La Argentina”, esta fragata capitaneada por Bouchard protagonizaría numerosas aventuras por el mundo, navegando porel Atlántico Sur, pasando luego al Océano Índico, recalando en la isla de Madagascar, donde dio su primer gran golpe, para continuar luego hasta la Bahía de Monterrey, en California, a la que tomó sin encontrar resistencia para plantar la bandera argentina que flameó allí durante seis días, desde el 24 hasta el 29 de noviembre de 1818.

En el Parque del Presidio de Monterrey hay actualmente una placa que recuerda el hecho y que fue instalada luego de que historiadores y diplomáticos argentinos insistiera en una versión argentina de lo sucedido allí.

Bartolomé Mitre escribió sobre Bouchard: “ El capitán, a cuya dirección iba fiada la nave ‘La Argentina’ y su fortuna, reunía en sí, física y moralmente, las cualidades y defectos de un héroe aventurero”.

LA GUERRA DE CORSOS

Mientras se desarrollaba la Guerra de la Independencia, los nuevos gobiernos independientes trataban de dañar el comercio marítimo de la Corona española y difundir la guerra en los territorios dominados aún por los españoles. Para ello, se valieron del recurso del “corso marítimo”, que permitía -como se dijo- armar bajo su bandera a buques privados y atacar barcos realistas sin comprometer muchos recursos del Estado en la empresa.

La guerra de corso se consideraba entonces una forma legítima de pelear, y el contrato entre los corsarios y el Estado se denominaba “patente de corso”, recibiendo los primeros derechos de atacar, apresar, saquear o destruir buques de bandera enemiga, quedándose con una parte del botín obtenido.

El 4 de septiembre de 1817, mientras se libraban las guerras de la independencia en el virreinato del Río de la Plata y adyacencias, la fragata “La Argentina” arribó a Tamatave, actualmente Taomasina, en la costa suroriental de la isla africana de Madagascar, y Bouchard dio su primer gran golpe, liberando a los esclavos en el momento en que cuatro buques negreros estaban listos para partir.

La bandera argentina flameó en la ciudad de Monterrey desde el 24 al 29 de noviembre de 1818 / Web

Esa fue la primera intervención internacional argentina fuera del territorio del exvirreinato y sus alrededores, y formó parte de la notable expedición corsaria del formalmente recién independizado país, el 9 de julio de 1816.

Por entonces se denominaba Provincias Unidas en Sud América; luego se llamó Provincias Unidas del Río de la Plata y finalmente devino en República Argentina.

Durante aquel viaje, Bouchard logró que Argentina, como estado independiente, tuviese su primer reconocimiento, en agosto de 1818, por parte del monarca del Reino de Sándwich (hoy Hawai, Estados Unidos), Kameha Meha I, quien además debió devolver un barco argentino en el que habían llegado unos desertores amotinados al tiempo que dejó como embajador en ese país al jerezano Francisco de Paula Marín, quien residía en Honolulu.

Entre los logros militares de Bouchard sobresale especialmente la toma de la ciudad de Monterrey, California, entonces parte del Virreinato de México, el 24 de noviembre de 1818, donde los patriotas argentinos destruyeron todo el poder militar español y la residencia del gobernador, además de surtirse de una importante cantidad de ganado. También se destacaron las acciones al mando de Bouchard en la costa centroamericana en el océano Pacífico y en la de Perú.

“Es difícil que pase inadvertido el notorio parecido de varias banderas de naciones centroamericanas (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua) con la argentina. Sin embargo, no es algo que se enseñe en nuestras escuelas, a pesar de que al conocerlo se enciende el orgullo patriótico. (...) El motivo de tanta semejanza entre las citadas banderas centroamericanas y la nuestra, es que los corsarios autorizados por los gobiernos del Río de la Plata, que empavesaban sus navíos con la bandera celeste y blanca, se erigieron en los mares caribeños como símbolo de la guerra contra el opresor español”, señala el historiador Pacho O’Donnell en su libro “Los héroes malditos”.

Particular importancia tuvo asimismo su accionar en Filipinas, donde el bloqueo a la ciudad de Manila durante unos dos meses provocó la interrupción del comercio español con esa colonia en la que se desató un fenómeno de desabastecimiento y alta inflación.

EL LUCHADOR DE LOS MARES

Hyppolite de Bouchard, bautizado originalmente como André Paul, nombre que él se cambió por el referido Hyppolite, castellanizado como Hipólito, probablemente en homenaje a la mitológica guerrera griega llamada Hipólita, sobre la que se especula que pudo haber luchado en la Guerra de Troya, había iniciado su campaña como marino argentino en 1811, a las órdenes de Juan Bautista Azopardo. Ambos integraron luego el Regimiento de Granaderos a Caballo organizado por el general San Martín, e incluso combatieron en la célebre batalla de San Lorenzo.

Bouchard fue más tarde un hombre clave para el irlandés Guillermo Brown, su posterior jefe, hasta que el 9 de julio de 1817, emprendió su cruzada como corsario desde la Ensenada de Barragán, iniciando una campaña épica que ayudó a las campañas de San Martín en Chile y Perú. El coraje fue un sello distintivo de este hombre que llegó a defender su embarcación sable en mano, desnudo y envuelto en la bandera argentina.

Bouchard también fue un hombre de confianza de San Martín mientras éste gobernó Perú, donde luego creó un ingenio azucarero en el que, paradójicamente, trabajaban esclavos, uno de los cuales le dio muerte a puñaladas en enero de 1837. Sus restos estuvieron perdidos por más de 120 años, hasta que fueron localizados en 1962 en una cripta olvidada de una parroquia de Nazca, para ser finalmente trasladados al panteón de la Armada en el Cementerio porteño de La Chacarita.