La historia de una platense de 16 años que juega al polo y vivió una maravillosa aventura en Europa

La vida de Chiara Nalli cambió hace tres años al probar suerte en el polo. Con sólo 16 de vida, la hija de dos músicos de la orquesta del Teatro Argentino de La Plata, juega cada vez mejor, y su figura ya no solo se pasea por el circuito de la Asociación Argentina de Polo, porque desde mayo está en Inglaterra. Su talento se está exhibiendo en la competencia europea a partir de la invitación realizada por dos academias británicas de nivel: Cirencester Park Polo Club (exclusiva para mujeres) y Silver Leys Polo Club.

La primera es exclusiva para mujeres y se encuentra a tres horas en auto al oeste de Londres. La otra academia es mixta y se ubica al norte de la capital inglesa. La aventura culminó el 4 de agosto, pero sus sueños de juventud recién comienzan. “Esto que vivo también me ayuda a independizarme en la vida personal”, piensa la joven platense que aprovechó para pasear y participar de eventos, como es tradición inglesa, donde el polo está muy ligado a la actividad social como cenas, bailes, exposiciones que se desarrollan antes, durante y después de los partidos.

ADOLESCENCIA, EL POLO Y EL MIEDO AL CABALLO

Los caballos enamoraron a Chiara precisamente en unas vacaciones de invierno, cuando en familia conocieron una estancia y pudo hacer una monta. Después, una mudanza generó la conexión final con el deporte, cuando la familia se mudó a un barrio en las afueras de La Plata, sobre el kilómetro 64 de la Autovía 2, donde está Área 60. “Construyeron el barrio y al poco tiempo inauguraron una cancha de polo, yo me acerqué y tuve la suerte de conocer a una profesora que armó la Escuela, Carolina Gedge, quien me ayudó un montón”. La entrenadora que inspiró el cambio tiene su historia, ya que desde principios de los años noventa conformó cuartetas con sus tres hermanas y los polistas congregados en el campo bonaerense en su ritual decían cuando las veían llegar: “¡Ahí vienen las chicas de La Plata!”.

Chiara, aún con su inocencia no cree todo vivido. “Fue un inolvidable desafío, el polo es distinto, por ejemplo en la cuida”, recuerda lo vivido en la primavera inglesa. Por un tema estrictamente deportivo, ligado a la seguridad de los deportistas y a la calidad de los terrenos de juego, hoy se juega mucho en Europa a la vez que se da el receso en Argentina. Este fenómeno contempla una emigración y Chiara lo describió así: “Fue algo común ver a jugadores ingleses tomando mate, usando alpargatas y bombachas de campo, pronunciado palabras típicas de los argentinos o escuchando canciones de moda de nuestro país”.

Además del polo como espectáculo, las enseñanzas del colegio se trasladaron como una materia extra. Chiara cursa el secundario en el colegio Patris de City Bell y gracias a su programa pedagógico, a los estudiantes de quinto año se les permite realizar un viaje al exterior donde se combinen lo educativo con el deporte. “Le pasan las tareas por una plataforma virtual y por suerte se adaptó muy bien”, comentó Pablo Nalli, el papá.

LE PUEDE INTERESAR

Premier League: Manchester City goleó a Burnley con doblete de Haaland y asistencia de Julián Álvarez

LE PUEDE INTERESAR

Los cruces de Estudiantes vs Corinthians tienen día, hora y TV confirmada

Botas, casco, rodilleras, pantalón blanco, camiseta y guantes. Parece ser el atuendo que ella decidió adoptar para toda la vida. Si bien está en una etapa de proyección deportiva, ya la sorprendieron con la convocatoria para participar en torneos mixtos. Acá en nuestro país, si juega para La Victoria se la verá galopando con la chomba azul y blanca. Si tiene un partido con el equipo de Área 60, lucirá de rosa. A diferencia del fútbol, el polo le permite libertades para formar en cualquier cuarteta, ya sea de un club de polo, un criadero o un haras.

La experiencia en Inglaterra empezó con tres semanas en Cirencester Park Polo Club, club en el que ayudó a entrenar los caballos, dio clases en la escuela de polo y participó en los partidos de práctica con los jugadores del club.

Formó parte de una exhibición de polo de menores donde integró el equipo con la hija de Nina Clarkin, la jugadora británica considerada como la mejor del mundo. Fue a ver la final de La Copa de la Reina (Queen’s Cup) uno de los torneos más importantes del mundo, que se disputó en Guards Polo Club, donde vio la Gold Cup, otro gran campeonato internacional.

Luego fue al Club Silver Leys que queda en las afueras de Bishop’s Stortford donde fue hospedada en la casa de uno de los dueños del club, Alec Banner, quien junto a su familia Jade, George y Millie la han tratado y cuidado como una integrante más del grupo familiar. En el club, Chiara colaboró en el entrenamiento y toda la actividad de cuida de los caballos, participó en los partidos de práctica y torneos del club, y colaboró en la escuela de polo.

La niña que, con cabellos de ángel, con sus botas deportivas pisa firme en la tierra de los inventores del polo. Fueron los británicos los que también han traído a nuestras pampas el rugby, el fútbol, el turf y los deportes náuticos, mientras llegaban por sus trabajos. El polo fue el primer deporte. Y así fue que en las Olimpíadas de París 1924, un equipo de polo conquistó la primera medalla de oro para la Argentina.

Sin embargo, hoy no cuenta con el condimento cultural de otras actividades. El factor económico es una limitante. “A este deporte lo puede practicar cualquier persona que tenga ganas, pero el tema es que cuando querés llegar más alto, se hace necesaria la ayuda económica”, explicó Chiara, que para afrontar gastos sabe que cuenta con la incondicionalidad de su abuelo Carlos y del resto de su familia.

Para permanecer en un nivel importante fue necesario contar con la propia caballada. Y cuando se es propietario existen otras responsabilidades y erogaciones monetarias para el mantenimiento de los pura sangre, tarea que cumplen los petiseros (personal encargado de varear y alimentar a los animales). La inscripción a las competencias y el alquiler de fletes para el traslado tampoco es un tema menor. El polo tiene canchas cercanas a La Plata, pero hay otras en el interior bonaerense (Cañuelas y Coronel Suárez), o el histórico Campo Argentino de Polo, en Palermo.

“Se hace difícil encontrar apoyo cuando es un deporte amateur. Tampoco es fácil cuando sos mujer”, explica Carolina Gedge, la mamá de Chiara. Y se adentra en un territorio candente en la sociedad. Si bien los caballeros y las damas comparten hoy casi todos los ámbitos y ya no hay actividades exclusivas de uno u otro género, a las mujeres les costó mucho ganarse un lugar en el nivel competitivo. Además, en Argentina es difícil que les paguen y deben tener un trabajo. Hoy hay unas quinientas polistas. Pero están las que pudieron, como Lía Salvo, quien fue atraída por los capitales de uno de los clubes de Alemania. Fue la misma figura que hizo público el machismo que se da también en el polo. "En Argentina tenemos el mejor polo del mundo de hombres, lejos, y no entiendo cómo las mujeres no somos las número uno", se preguntó. En tanto, el masculino se ha extendido desde hace mucho tiempo y nuestro país es potencia mundial. Según las cifras oficiales del World Polo Tour (el ranking internacional) participan 1.011 argentinos entre los 2.188 del circuito -seguidos en cantidad por los británicos y los estadounidenses-.

En ese paraíso europeo hoy pletórico como la primavera misma, Chiara Nalli pudo conocer e interactuar con jugadores top como Barto Castagnola (colaboró asistiéndolo en la prestigiosa The Warwickshire Cup), Jeta Castagnola, Juanma Nero, Facundo Pieres, Polito Pieres, Pablo Mac Donough, Nina Clarkin, Lía Salvo y Hazel Jackson (jugadora inglesa de 9 goles de hándicap, quien la invitó a conocer sus caballerizas en Cowdray Park Polo Club). Además, la jugadora Christiana Jones la albergó en su casa durante una semana junto a su marido Liam, y Chiara le dio clases a Melody y León, hijos del matrimonio. También conoció las instalaciones de la organización del equipo UAE.

Pamela, su mamá, recuerda un susto aquel domingo en que Chiara se cayó del caballo y fue trasladada en ambulancia a un hospital. “No sufrió nada de gravedad, quedó en observación, pero al otro día su equipo tenía que jugar el segundo partido del torneo y quería jugar pese a tener un cuello ortopédico y la cara llena de raspones y moretones. Empezó a preguntarme cuándo le daban el alta y cada cinco minutos preguntaba cuando se podía ir. Le dieron el alta pero no dejamos que jugara y conseguimos una suplente. Terminó ayudando a ensillar caballos y asistiendo al equipo”.