Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Información General |En tiempos digitales

Las bibliotecas están más vivas que nunca en La Plata

Las salas de la UNLP “explotan” en épocas de finales. El complejo López Merino sigue sumando actividades. Y la de la Provincia se afianza como espacio de lectura y encuentro. El rol del libro en sus distintos formatos. Crisis económica y nuevos hábitos

Las bibliotecas están más vivas que nunca en La Plata

La sala silenciosa de la biblioteca de la UNLP, en Plaza Rocha

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

9 de Julio de 2023 | 04:58
Edición impresa

“Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono”, escribió Jorge Luis Borges en su cuento La Biblioteca de Babel, a la que representa como un universo dentro de otro y bibliotecarios como caprichos de los dioses o de la suerte.

En estos tiempos de escritura sometida al rigor de ajustados caracteres, de inteligencia artificial y de libros archivados en dispositivos que pesan unos pocos gramos, ¿qué es de la vida de esos sitios que el propio Borges se figuró como “el paraíso” en el Poema de los Dones?

Atravesar las aberturas de la biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata, en Plaza Rocha, implica dejar afuera el frío, los ruidos, el apuro. En la llamada sala parlante hay grupos de todas las edades, especialmente jóvenes, que charlan, leen, toman mate. Algunas personas están sentadas en el piso. Del otro lado del larguísimo mostrador, están Carlos La Rosa y Ana. Él, de 32 años, nacido en la ciudad peruana de Trujillo y a un paso de recibirse de licenciado en bibliotecología, ingresó a trabajar allí hace aproximadamente un año. Ella lleva 45 en ese puesto y, si no fuera por una artritis reumatoidea que la tiene a maltraer, hubiera postergado el arranque de los trámites para jubilarse.

“Siempre me gustaron las bibliotecas”, dice Carlos, que llegó a La Plata tentado por el prestigio internacional de la UNLP y planea quedarse a vivir en la Ciudad para “devolver un poco” de todo lo que recibió. Amante de la Literatura, presentó varias veces su currículum hasta que consiguió trabajar en esa biblioteca, que nació en 1887 en el ámbito de la Provincia y se integró a la Universidad en 1905, por impulso del entonces ministro de Instrucción Pública de la Nación, Joaquín V. González.

“Es distinta porque es un híbrido -explica La Rosa-; es pública y universitaria; no hay muchas así en Argentina”. Dicho de otro modo, cualquier persona que tenga domicilio en La Plata, Berisso o Ensenada puede asociarse a la biblioteca de la UNLP, aunque no tenga ninguna relación con la casa de altos estudios. Con presentar su documento de identidad y una factura en la que figure su domicilio, puede retirar cualquier libro por 10 días hábiles, renovables por otros 10.

“Acá viene mucha gente grande que consume novelas. Se llevan de a cinco libros, los devuelven después de unos días y retiran cinco más”, dice Carlos, detallando que, sólo de ese género, en el depósito hay alrededor de 19.700 ejemplares. Esta biblioteca se levantó sobre un campo de sandías y zapallos, en lo que se convirtió en el primer edificio diseñado con ese propósito, entre 1934 y 1937. Tan de vanguardia fue, que todavía conserva el sistema de ventilación que garantiza una temperatura de 10 grados en el depósito.

A nivel mundial, la arquitectura de estos espacios manifestó cambios profundos en las últimos años, que procuran, entre otras cosas, optimizar el uso de la luz natural. Con las últimas reformas, aseguran que la sala parlante del edificio de Plaza Rocha tolera hasta el peor apagón. Del otro lado, la sala silenciosa parece respirar a su propio tiempo, con ese olor de rara alquimia entre papel y madera y las clásicas lámparas de tulipas verdes conocidas como “banker’s o lawyer’s lamp” (de banquero o abogado), diseñadas a principios del siglo XIX.

“La gente viene, sobre todo, a estudiar”, asegura La Rosa, “porque los espacios para hacerlo en grupo no abundan y en sus casas muchas veces es difícil concentrarse”. También, y sobre todo, para conseguir material que es muy costoso o acceder al wifi.

Ana confirma que en los últimos 5 años aumentó considerablemente la asistencia a la biblioteca, sobre todo para usar las salas. “Hay aire acondicionado en verano, calefacción en invierno. Es un lugar lindo, donde pueden comer, tomar mate, leer y hasta dormir”, resume, pensando, sobre todo “en esos chicos que viven con varias personas en un departamento o en una pensión”. Cuando ella comenzó a trabajar allí, hace 45 años, la biblioteca cerraba a las 12 de la noche, horario al que le sacaban provecho los estudiantes que cenaban en el comedor universitario. El límite, ahora, son las 20.

“Este es un edificio palaciego que puede intimidar -reconoce Carlos-, pero la idea es desacralizarlo y promover un acercamiento a la comunidad”.

DE PETIT HOTEL A BIBLIOTECA

Hablando de palacios, el estupendo petit hotel en el que vivió su infancia el poeta Francisco López Merino, en 49 entre diagonal 74 y 12, es hoy la sede del complejo bibliotecario municipal que lleva su nombre. Tiene dos pisos con salas de lecturas “que siempre están ocupadas con alumnos, estudiantes universitarios, investigadores e historiadores”, dicen sus responsables, pero también con maestros, profesores y personas ligadas a la educación”, muchas de ellas jubiladas que no se resigna a dejar el mundo de los libros.

El espacio organiza presentaciones de libros, charlas, conversatorios y actividades literarias temáticas, como las de las “abuelas cuenta cuentos”, a cargo de escritoras que exponen historias, poesías o canciones en la sala infantil.

“El desafío que tenemos todos los que manejamos bibliotecas es adaptarlas a una nueva era y a nuevas funcionalidades de los espacios, para acercar a los lectores a otro tipo de eventos. Desafíos que nos presenta la realidad actual y la virtualidad”, considera la subsecretaria de Cultura de La Plata, Ana Calderón.

Actualmente trabajan en el armado de audiolibros, con la colaboración de escritores y voluntarios. El municipio administra y subsidia 35 bibliotecas populares en la Ciudad, a las que asiste también con la entrega de material de donaciones.

De ese territorio proviene, precisamente, Gabriela Pesclevi, directora, desde noviembre pasado, de la biblioteca Central de la Provincia (Ernesto Sábato), que funciona en 47 entre 5 y 6, bajo la órbita de la Dirección Provincial de Promoción de la Lectura de la Provincia de Buenos Aires, dependiente del Instituto Cultural.

Declarada enamorada de esos espacios, primero como lectora y más tarde en su rol de impulsora de la biblioteca popular La Chicharra, en Meridiano V, Pesclevi se propuso bucear en la etapa inicial de la biblioteca que se fundó el 23 de febrero de 1950, con la premisa principal de aglutinar la obra de escritores provinciales. Aunque no haya más que “fragmentos y unos pocos escritos en torno a ese momento, si recorrés las salas ves esos ejes que aparecen en el acta fundacional”, asegura Pesclevi.

El edificio de seis pisos contiene a tres direcciones provinciales y dispone de cinco salas de lectura, incluidas la hemeroteca, una sala tesoro -que incluye libros hasta del siglo XVI-, la audiovisual y una infantil, que se parece mucho a una salita de jardín de infantes aunque la visitan, sobre todo, docentes en busca de material para sus clases.

Como ocurre con la de la UNLP, el paso del tiempo no mengua el interés por las novelas románticas y de suspenso, según cuentan quienes atienden el mostrador desde hace décadas. Los 13.736 asociados -y todos aquellos que se sumen- pueden retirar hasta tres libros por mes y devolverlos a los 30 días. Dispone de unos 100.000 volúmenes, con casi 70 mil inventariados.

Una cuestión fundamental en cualquier biblioteca es la selección del material que ingresa, por compra o donación, y que sale por expurgo.

“Hay múltiples miradas para comprar”, aclara Pesclevi, aunque “el deber de guardar obras de escritores y escritoras bonaerenses es un cometido fundacional al que adscribo”. En esa línea, celebra “la proliferación de editoriales independientes que en los últimos 20 años también ha reparado en escritores de distintos pueblos de la Provincia, alimentando la cuestión local”.

En cuanto a la política de expurgo, considera que es necesaria pero debe ser criteriosa, porque “si bien el espacio es finito, las bibliotecas somos reservorios de libros y debemos cuidarlos, sobre todo a los más antiguos”. El 6 de enero donaron 900 ejemplares y preparan un nuevo expurgo, a través de Dirección de Bibliotecas Populares. Para ello se tiene en cuenta que el material esté en buen estado, repetido y se ajuste al perfil de los espacios por los que se canaliza.

En la biblioteca de la UNLP es la oficina de selección de colecciones la que define qué libros compra o acepta en donación, teniendo en cuenta, en particular, los programas educativos de las distintas facultades. “El espacio es finito, pero el depósito tiene 5 pisos -advierte La Rosa- y así como hay un proceso de selección positiva, también está el expurgo”, que de ningún modo implica destruir libros, sino donarlos. Acá también se pone en juego que haya muchos ejemplares de un título o la obsolescencia en ciertas ramas de conocimiento, cuyo avance acelerado acorta la vida útil del material académico. La biblioteca procura que el desgaste no sea un factor de descarte, cuidando de no exponer los materiales a la humedad, el calor o las plagas. Dispone también de un taller de re encuadernado.

VIRTUDES, NICHOS Y FETICHE

¿Qué pasa con lo digital? La biblioteca de la UNLP dispone de wifi, una sala de navegación, acceso a la biblioteca electrónica de Ciencia y Tecnología MINCYT -que permite descargar documentos de proveedores de contenido pagos, desde cualquier red de una universidad pública-, y una biblioteca digital (BIDI) a la que se puede entrar de manera remota, generando un usuario.

Pese a ser fan de las bibliotecas, La Rosa confiesa no tener “el fetiche de los libros” y se declara usuario de ambos formatos, convencido de que los dos tienen virtudes.

“Hay una visión fatalista de que el libro digital haría desaparecer al analógico, pero éste encuentra sus nichos y determinados usos para los que todavía se muestra insuperable, mientras que en revistas académicas el material digital reemplazó por completo al analógico”. Dicho esto, las hemerotecas de todas las bibliotecas están más vivas que nunca, con lectores que concurren a leer los diarios en papel e investigadores o estudiantes que se sumergen a bucean en ese espacio diseñado para “salvaguardar la historia del país”, según las define Carlos.

Pesclevi confiesa amar al objeto libro, aunque lee en todos los soportes y considera necesario coexistir con lo digital, como herramienta “democratizante” para hacer circular el material.

Frente a todos estos cambios, la directora de la Biblioteca Central admite que “los desafíos son muchos”, pero se enfoca en “trabajar en función de las diversidades, lo plural y lo heterogéneo” y entender que si bien las bibliotecas “se abren a inquietudes acordes al tiempo en que se vive, también reivindican sus archivos, memorias y saberes, puestos en diálogo con el presente”. En definitiva, apuesta a que se conviertan en lugares “de estancia, de encuentro, de oportunidades, de préstamo y circulaciones”.

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

La sala silenciosa de la biblioteca de la UNLP, en Plaza Rocha

Gabriela Pesclevi en la Sala Tesoro de la biblioteca Central

Carlos La Rosa en la biblioteca de la UNLP, con su sistema de ventilación

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla