Preadolescentes, el sector a cuidar y por el que los clubes trabajan

Los clubes de barrio y las sociedades de fomento son mucho más que instituciones en las que se puede aprender algún deporte. Son espacios que funcionan como contención de los vecinos, sobretodo de los más chicos que encuentran allí un lugar en el que pueden pasar su tiempo alejados de la calle y de los problemas que hay en sus casas.

Al compartir tanto tiempo con los niños, los referentes de algunas instituciones de la ciudad se han percatado de que uno de los segmentos etarios a cuidar son “los chicos de entre 12 y 13 años quienes conforman el grupo de riesgo más grande”, así lo indicó Daniel Rodríguez, presidente del Centro de Fomento de Villa Elvira, establecimiento que realiza tareas de prevención de adicciones y abordaje de personas que cuentan con problemas de consumo.

La edad que marca Rodríguez tiene un por qué claro, es el momento en el que los chicos dejan de jugar en las categorías infantiles de los clubes para pasar a pertenecer a las juveniles y como no todas las instituciones cuentan con todas las etapas de formación muchos se quedan sin el espacio de contención. “El quiebre es fuerte, el chico que tenía dos o tres días de entrenamiento a la semana y un partido el fin de semana de golpe se encuentra con que ya no tiene nada que hacer, es mucho tiempo libre el que tienen y se quedan en la calle”, señaló.

“Es una edad delicada porque son chicos, por más que pueda parecer que de 12 a 15 es poca la diferencia, están en etapas diferentes y es abismal. Entonces viene uno más grandecito de 16 ó 17 le dice a los de 13 ‘tomá anda a dar una vuelta en la moto’ o ‘vení proba esto’ y poco a poco empiezan a meterse en algo de lo que es difícil salir”, relató Rodríguez sobre las situaciones que ve a diario en el barrio y que terminan de la peor manera, “de un grupito de chicos que paraban en la esquina de 76 y 121, en cuestión de años murieron dos de ellos”, se lamentó.

Estas historias son más frecuentes de lo que se cree, motivo por el que la dirigencia de la institución decidió hacerle frente al problema y ayudar a los vecinos. “El primer acercamiento lo tuvimos hace unos cuatro años con gente de las facultades que venían acá a dar charlas, fue un intento de llegar a la gente, de contener”, manifestó pero rápidamente se dieron cuenta que necesitaban algo más que con eso no alcanzaba porque no significaba un avance concreto.

Estas primeras iniciativas que surgieron de la propia gente del club poco a poco se fueron expandiendo y derivaron en una actividad conjunta con el ministerio de Salud bonaerense que hoy en día estableció una base operacional en la sede de la institución.

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“El convenio con el ministerio de Salud me pareció que era lo más acertado, porque en el momento en el que hacíamos las charlas comencé a notar que quedaban prácticamente en la nada, todo quedaba en palabras y no había un accionar concreto”, explicó.

A través de este acuerdo firmado en el mes de febrero, profesionales de la salud abordan “todo tipo de casos y atienden a personas de cualquier edad”, detalló y agregó: “Hay psicólogos trabajando de lunes a viernes ahí, con jornadas en las que hay tres o cuatro. Están instalados en el club como si fuera una base operativa para lo que es toda la zona de Villa Elvira”.

Pero no se limita solo a la atención de los vecinos del lugar sino que “como institución nuestro compromiso es con la salud de la gente, de los chicos, con el bienestar de los vecinos en general no solo con los que viven cerca. Esto está abierto a todo el mundo, incluso si son de esta localidad”, indicó Daniel.

El fútbol como contención

La preocupación de Daniel por los chicos que pasan largas horas en las calles es compartida por otros dirigentes o referentes barriales. Y esto tiene un por qué claro, según un relevamiento realizado por la ONG La Plata Solidaria dos de cada tres chicos de entre 12 y 16 años admitieron tener algún tipo de relación con las drogas.

Esta estadística inquietante que salió de una encuesta entre 72 chicos de asentamientos de Villa Alba, Tolosa y Melchor Romero, que además de su relación con el consumo indagó sobre sus rutinas, arrojó que el 29 por ciento de los adolescentes “a veces concurre a la escuela” y algunos ya ni van.

“Entre los 11 y los 12 años es una edad complicada, está el tema de la rebeldía, hay un cambio generacional ya que dejan la primaria y pasan al secundario a lo que se le suman un montón de cosas más propias del crecimiento”, analizó al respecto Leandro Rivero, presidente de la Asociación Civil Platense Cultural y Deportiva San Juan Bautista, de San Carlos. “Hace un par de años que nuestro proyecto es contenerlos en esa etapa, que es la más complicada. De chicos los teníamos en las canchas de siete del fútbol infantil, con la contención que implica poder estar con ellos diariamente, prácticamente estaban más tiempo con nosotros que con su familia”, narró Leandro y destacó que al completar esas categorías se quedaban fuera del club por lo que “tomamos la decisión de armar cancha de once y así poder brindarles nuestro apoyo como institución desde ese lado, para seguir conteniendolos, charlando y acompañarlos”.

A diferencia de lo que pasa en el Centro de Fomento de Villa Elvira, acá no cuentan con un respaldo gubernamental ni profesional sino que nace todo de los propios miembros del club, quienes “en lo posible tratamos de escuchar a los chicos, de prestarle la oreja para ver que les pasa y si vemos que alguno tiene una complicación tratamos de ayudarlo y solucionarlo desde nuestro lugar”, subrayó Leandro.

Esta no es una tarea sencilla, “al principio se nos complico” reconoció Rivero ya que lo “difícil no es armar una cancha de once sino toda la infraestructura que necesitas después para ser parte de una liga, en la cual hoy seguimos trabajando”. Pero cuando uno tiene “toda la infraestructura trabaja de otra manera, puede demostrar otras cosas, el sentido de pertenencia es muy diferente, así que sí, es un trabajo complicado pero no es que no se pueda llevar a cabo”, concluyó.

Este costado social de las instituciones barriales no es una novedad, es un aspecto que a lo largo de los años y en cualquier región del país, ha servido para instalar a los clubes como referentes ineludibles de las comunidades. Es por eso que otras entidades, además de su reconocimiento, le brindan su apoyo y herramientas para que puedan mejorar su labor.

Ese es el caso de la Fundación Florencio Pérez que le brinda a los referentes la oportunidad de hacer “cursos de liderazgo para entrenadores y dirigentes de los clubes para que sepan detectar casos de consumo entre los jóvenes deportistas y como prevenir el consumo”, indicaron y confirmaron que además “este año hicimos un curso de 8 clases para clubes sobre violencia en el deporte”.

Esto no es algo menor, sobretodo si se tiene en cuenta que así como intentan abordar el tema del consumo, otra de las problemáticas con la que se encuentran a diario es la de la violencia, sobretodo la intrafamiliar. Chicos que llegan golpeados o que cuentan como sus madres sufren en sus casas víctimas de sus parejas a quienes los profesores deben escuchar y ayudar.

De las palabras a la acción

Ambos dirigentes se mostraron satisfechos con el trabajo que hacen desde sus instituciones para ayudar a sus vecinos.

Este es un trabajo arduo que casi no tiene descanso, “yo estoy todo el tiempo mirando lo que sucede en el barrio. Si hay chicos jugando a la pelota en la calle los invitamos para que vengan al club”, comentó al respecto Daniel, posición que adoptó luego de enterarse de las trágicas muertes de dos de los chicos. “Lo único que podemos hacer nosotros como institución es atraerlos, que pasen muchas horas acá, tiempo de bienestar. Si no pueden pagar la actividad no pasa nada, que disfruten de estar ahí”, reconoció.

Con la ayuda de profesionales o no, desde adentro de una cancha de fútbol o compartiendo un mate después del entrenamiento fue la manera que encontraron estos referentes para tenderle una mano a la comunidad en este aspecto que tanto preocupa. No importa el cómo sino el hacerlo, “esta fue la manera que encontramos nosotros de dejar de y empezar a hacer algo al respecto”, consideró Daniel y cerró: “Orgullosamente podemos decir que estamos haciendo algo”.

“Los chicos de entre 12 y 13 años son quienes conforman el grupo de riesgo más grande”