Calor y sequía, desafíos repetidos para los horticultores platenses

Olas de calor a repetición, una sequía catastrófica y altos porcentajes de pérdida en los cultivos, marcaron un verano de incertidumbre y preocupaciones para los horticultores platenses... Hace doce meses. Luego, la irrupción del fenómeno meteorológico de El Niño llevó tranquilidad a ese sector productivo, y generó mejores perspectivas para la campaña actual. Sin embargo, no estamos ante un jardín de rosas. Las altas temperaturas de las últimas semanas y un período sin lluvias significativas que se prolonga mas de lo esperado vuelve a dibujar un signo de interrogación entre los productores; si bien admiten que cuentan con recursos para mitigar los impactos, advierten que algunos cultivos podrían flaquear, y que las napas esenciales para abastecer los pozos de riego no se están recargando a un ritmo deseable.

Esta incertidumbre climática no se resolvería en el corto plazo; la más reciente actualización del pronóstico trimestral que elabora el Servicio Meteorológico Nacional (incluyendo febrero, marzo y abril) estima que las precipitaciones por venir, en la Región, “no se enmarcan en una categoría con mayor probabilidad de ocurrencia”, aunque dejan la puerta abierta para “de eventos de precipitación localmente más intensa que lo normal”. En materia de temperatura, los pronosticadores creen que en las provincias de Buenos Aires y La Pampa será “normal”.

El pronóstico de lluvias no ayuda y no habría “mayor probabilidad de ocurrencia”

“Estamos observando mucha arañuela roja, que afecta la producción de campo y en los invernaderos; esto ocurre cuando hay sequía prolongada” corrobora el productor platense Salvador Vides: “y por otra parte, ahora no se puede plantar en el campo por las altas temperaturas. Cuando pase la ola de calor, seguiremos”.

A punto de cumplir tres décadas de labor en el cinturón hortícola local, Vides señala que “las lluvias de primavera mejoraron el nivel del acuífero, y recién ahora se está notando que está haciendo falta algo de lluvia, sobre todo porque las napas están bajando; hay mucha gente que empezó a agregarles caño a sus bombas, pero en algunos casos los pozos no son aptos para ese tipo de operación, porque son chicos, y los productores se ven obligados a perforar nuevos pagando precios exorbitantes; dos millones de pesos para hacer uno, dependiendo del pocero, es el monto promedio actual”.

“En cuanto al calor, con los excesos de estas últimas semanas, se quemaron algunos productos, como las lechugas recién plantadas, y los apios, a punto de ser cosechados; ahí se ‘quema’ el centro, el corazón, y se lo pierde todo” repasa el quintero: “así que hay algunas afectaciones que van a tener efectos en la oferta”.

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El cordón hortícola local, una constelación de predios cercanos a los cauces de arroyos y afluentes, intercalados con manchas urbanas y flamantes loteos, que gravita en torno a la metrópolis platense -aunque alejándose poco a poco-, es el mayor del país. Se calcula que posee una superficie mayor a las 8 mil hectáreas, entre las que alrededor de la mitad está cubierta por invernaderos.

Allí se cultiva brócoli, lechuga de todos los tipos, repollo, coliflor, pimiento morrón, kale, tomates, perejil, rúcula... Sus proyecciones de siembra y cosecha son decisivas para prever lo que pueda pasar con el precio al que los consumidores pagarán las verduras, dado que es el principal proveedor de hortalizas frescas del Área Metropolitana de Buenos Aires, al producir más de 70 variedades, que conjunto arañan las tres cuartas partes de lo que se comercializa en el Mercado Central de Tapiales, alimentando a 14 millones de personas.

“Se está dando un proceso climático que por supuesto que no es el ideal, pero es una zona con gente experimentada y un esquema consolidado de irrigación que permite minimizar el impacto sobre cultivos que a veces son muy delicados” evalúa el productor Héctor Pestrín: “se realiza la contención de este sistema de calor con la ventilación de los invernáculos, y si es necesario con microaspersores pulverizando agua en el interior, para bajar algunos grados la temperatura”.

“No hay mucha más tecnología viable para agregar ante estos fenómenos meteorológicos” reconoce Pestrín, quien tiene presencia comercial en el Mercado Regional: “el de las napas ya es otro cantar. Antes se perforaba a 25 a 32 metros, ahora a más de 50 metros, y hay ya quienes directamente recurren al acuífero Puelche, que está a 75 metros. Esto implica mayor inversión en un momento en que el sector está como las jubilaciones, corriendo de atrás a la inflación, a pesar de lo que seguimos ofreciendo muy buena calidad a buen precio”.

“Estamos sacando buen producto fresco, y muy por debajo de la evolución inflacionaria” aclara el horticultor: “hay un retraso importante en los valores nuestros y hay que sostener la producción, es una situación en la que no vamos a poder seguir por tiempo indefinido”.

Entre los cultivos más vulnerables a las inclemencias del entorno se cuentan las verduras de hoja como rúcula, lechuga, acelga, espinaca. Pero también la remolacha, el tomate, los alcauciles, el zapallito, la albahaca. Si bien las estadísticas no abundan, se cree que las hortalizas más cultivadas en la Región hoy por hoy, en cuanto a volumen, son el tomate, el pimiento morrón, la lechuga y el zapallito.

Un sustancioso estudio publicado hace algunos años por investigadores de las facultades de Ciencias Agrarias y Forestales, y Ciencias Naturales y Museo, ambas de la UNLP, caracterizó como “hortalizas típicas locales” al tomate platense, ají morrón, ají vinagre, ají picante, zapallito de tronco, zapallo turco, sandía, cebolla, nabiza, grilo nabo, brócoli italiano, cardo blanco, hinojo y alcaucil ñato.

Firmado por J.J. Garat, A. Ahumada, J. Otero, L. Terminiello, G. Bello y M.L. Ciampagna, las localizó en “un arco imaginario entre Hudson, partido de Berazategui, y Los Talas, en el partido de Berisso, pasando por el parque Pereyra, y las localidades de Gorina, Etcheverry, Olmos y Arana, del partido de La Plata”. Allí relevaron “una diversidad de productores produciendo estas hortalizas en rotaciones con materiales ‘modernos’”.

Los productores advierten que las napas que abastecen los pozos de riego están en descenso

Desde la agencia regional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se explicó oportunamente que “tenemos que ser cuidadosos al hablar de cambio climático a partir de situaciones anómalas aisladas, pero hay algunas bastante llamativas que se consolidan, como inviernos más benignos, temperaturas más altas y tormentas extremas. Y hay que tenerlas en cuenta a la hora de cultivar. Por ejemplo, hay productores que adelantan el transplante del tomate para mayo y junio, previendo precisamente un invierno benévolo, para tener un mejor tamaño en la temporada de verano, cuando en general se transplanta a fines del invierno o principios de la primavera”.

Entre otros aspectos, se reveló que “se plantea como iniciativa el tema de buscar semillas y cultivos que aguanten el stress climático”; después, una vez cosechados los productos, arranca otra etapa. “Más allá de que las verduras son algo de habitual salida rápida” indican en el INTA: “si estamos ante extremo calor, se debe almacenar a la sombra, hidratar, e incluso en algunos casos requiere refrigeración. Esto es algo que los horticultores van naturalizando”.