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Temas |El cetro, la corona y el orbe, símbolos del soberano

Monarquías: brillo en la realeza, secretos y tradiciones detrás de las joyas

El mundo de las tiaras de la realeza española y los secretos detrás de cada pieza atrapan al público, desde las coronas históricas hasta las polémicas perlas. El legado de la elegancia de la reina de España

Monarquías: brillo en la realeza, secretos y tradiciones detrás de las joyas

María, segunda esposa de Felipe II, luciendo en su pecho la original perla peregrina / Web

Virginia Blondeau
Virginia Blondeau

14 de Abril de 2024 | 07:31
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Si a este encuentro con los lectores le pusiéramos cortina musical, bien podrá sonar ahora “La bestia pop” de Los Redonditos de Ricota. “¡A brillar, mi amor. Vamos a brillar, mi amor!”. Y es que las joyas que lucen las damas más encumbradas de la realeza, encandilan.

Lo curioso es que, por mucho que brillen, no opacan la luz propia de quien la lleva sino que la iluminan. Son complementos fantásticos tanto de día como de noche y, en la mayoría de los casos, tienen siglos de historia en sus engarces.

En la realeza, no todas las joyas son iguales. Las regalías son un conjunto de elementos de gran valor que se utilizan solo al asumir un nuevo rey o en ocasiones especiales. El cetro, la corona y el orbe son el símbolo de poder del soberano; trasmiten tradición, riqueza espiritual y material, y legitiman al rey. Por otro lado están las joyas que “se usan”. Collares, aros, broches y pulseras suelen adornar a reinas y princesas y depende del gusto y de la ocasión suelen ser más o menos ostentosas.

Entre estas joyas también hay dos clasificaciones: las propias y “las de pasar”. Las propias son las que han recibido sus propias dueñas como regalo de bodas o aniversarios y de las que pueden disponer libremente toda su vida e, incluso, dejarlas como herencia a quien quieran luego de su muerte.

Pero de las joyas “de pasar” ellas no son las dueñas sino que pueden usarlas mientras conserven el cargo pero en caso de abdicación y viudez o divorcio, deben cederlas a quien herede la función.

El término “joyas de pasar” fue acuñado por doña María de las Mercedes de Borbón, la madre del rey Juan Carlos de España y aunque no se llaman así en las otras casas reales, el concepto sí existe como tal. En esta entrega nos referiremos a las que recibió para su uso y custodia doña Letizia, la actual reina.

María de las Mercedes recibió las ocho piezas que se consideran “de pasar” de la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII y última reina consorte de España antes de la Guerra Civil. Ena, como se la conocía, se había criado en la corte inglesa y sabía del significado dinástico que tienen las joyas, complemento que amaba y lucía con orgullo.

Estas ocho piezas se entregaron a doña Mercedes con la “sugerencia” que era más bien una condición, de que se las diera al príncipe Juan Carlos para que, si algún día se convertía en rey, las usara su consorte y que ésta, a su vez, la legara a su hijo Felipe.

Así fue como de mando en mano, las joyas llegaron a la reina Letizia quien, como símbolo de trascendencia, también las lleva con altivez y orgullo.

Pero parece que doña Mercedes se resistió un poco en entregar las joyas a su nuera, la entonces princesa Sofía. Se las fue dando de a poco e, incluso, una vez le entregó en una bolsita de terciopelo una simple cadenita de plata en lugar del collar de perlas más valioso del joyero real. A los pocos días se dio cuenta del error y finalmente el collar de 37 perlas y un cierre de diamantes llegó a su destinataria. Sofía lo usó varias veces a lo largo de su reinado y Letizia, hasta ahora, en dos oportunidades.

El valor no solo reside en la calidad de las perlas sino también en que parece tener vida propia. Muchas veces estuvo por dejar de pertenecer a la familia y al final, como un boomerang, siempre regresa.

Originariamente la pieza perteneció a una princesa Borbón-Dos Sicilias quien se lo cedió a su hijo, Francisco de Asís, para que lo usara para convencer a la reina Isabel II de España de que se casara con él. Era el año 1846 y la pobre Isabel, de solo 16 años, lo que menos quería era atarse de por vida a este primo amanerado y medio tonto que solo la quería para escalar posiciones. Tal vez el collar fue clave para que aceptara el matrimonio pero la reina se ocupó muy bien de aclarar: “He cedido como reina pero no como mujer” y cumplió con su palabra ya que, como mujer, vivió una vida plena, con amantes que la hicieron feliz y llenaron de herederos el reino.

Treinta años después y ya en el exilio, Isabel puso a la venta el collar pero su banquero logró conseguir la plata para recuperarlo. Su nieto, el rey Alfonso XIII, lo salvó de una subasta posterior y en 1909 se lo regaló a su esposa, la reina Victoria Eugenia. Así, de consorte a consorte llegó hasta Letizia. Por ahora está entre los Borbones pero habrá que ver si esta escurridiza pieza llega alguna vez al cuello de Leonor, la próxima reina por derecho propio que tendrá España desde Isabel II, la primera dueña de la joya.

Letizia no comenzó a usar las joyas “de pasar” no bien convertirse en reina. Su primera aparición con ellas, en 2017, nos toca bien de cerca ya que fue en la cena de gala ofrecida al presidente argentino Mauricio Macri y a su esposa, Juliana Awada, cuando estrenó la tiara de las flores de lis, las pulseras gemelas y los aros de brillantes. Son estas tres piezas realizadas por la casa Ansorena para la reina Victoria Eugenia y hoy se han convertido en las favoritas de Letizia.

Perlas sobre negro. Pocas combinaciones son más elegantes. Letizia no es muy devota a vestir íntegramente de negro pero los funerales y otros actos solemnes le sirven de excusa para llevar en el pecho el “broche de pasar” con una gran perla en gris pálido, rodeada de dos hilera de diamantes y otra perla en forma de pera que cuelga del broche principal. La reina Sofía, por el contrario, lo ha usado para toda ocasión a lo largo del reinado.

La pieza perteneció a la infanta Isabel que pasó a la historia como “la Chata” por su naricita respingada. La Chata tuvo el privilegio de ser enviada a Buenos Aires por su sobrino, el rey Alfonso XIII, como su representante en los actos que tuvieron lugar en 1910 con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo. Aquí fue recibida con todos los honores y ella devolvió la gentileza usando sus mejores galas. ¿Acaso trajo el famoso broche entre sus pertenencias? No podemos asegurarlo aunque en uno de los paseos por la Exposición Rural se vislumbra sobre su pecho un broche con características similares.

El lunes pasado los reyes acudieron al funeral de un primo del rey. Letizia fue de negro total, elegantísima y con un broche en la solapa del vestido. ¿Era el famoso broche de la Chata? Algunos medios creyeron que sí y se la criticó por haber usado una joya de semejante envergadura en un acto familiar. Pero el broche que usó, aunque parecido, es uno con una sola hilera de diamantes, más sencillo y de menor valor.

La reina Victoria Eugenia no fue muy clara en su testamento con respecto a su collar de perlas de cuatro vueltas y con los llamados collares de chatones. El primero, aparentemente, fue distribuido entre las mujeres de la familia quedando uno solo para la reina Sofía.

Los chatones son las piezas más queridas de la reina Victoria Eugenia. Cada chatón es un diamante talla brillante, chato, redondo y engarzado en platino. Unidos pueden formar collares o pulseras. El rey Alfonso solía regalarle a Victoria Eugenia uno o dos chatones para cada aniversario y así la reina llegó a tener un collar más corto y otro que le llegaba a la cintura, tal como se usaban a principios del siglo XX en la “belle-époque”. Se supone que Sofía heredó el más largo pero que lo acortó un poco para usarlo. A Letizia se lo vimos casi como gargantilla pero no se sabe si se trata del mismo collar adaptado o de alguno de los otros de Ena que quedó en la familia.

De todas las joyas de pasar, la más polémica es la que figura en el testamento de Victoria Eugenia como “broche de lazo estilo mariposa, de brillantes, del que cuelga la perla Peregrina”. Su deseo no fue cumplido ya que el broche fue entregado a una rama menor de la familia y la perla, que sí ha lucido en muchas ocasiones doña Sofía, no es la verdadera Peregrina.

La perla original, en forma de pera, de gran tamaño y belleza, era panameña y llegó a la casa real española a través del rey Felipe II a fines del siglo XVI. La lucieron sucesivamente sus cuatro esposas y muchas de las reinas posteriores tanto de la casa de los Austria como de los borbones. Pero… Cuando Napoleón invadió España, en 1808, comenzó el “peregrinaje de la Peregrina”. Primero a Francia y luego a boyar por Europa según el dueño que la comprara en cada subasta. Cuando los borbones volvieron a reinar en España intentaron recuperarla pero la oferta nunca fue suficiente de modo que Alfonso XIII decidió que lo mejor era comprar otra, tan bella y grande como la original. Parece que el pícaro nunca fue claro con respecto al origen y muchos entendieron, incluso su esposa, que se trataba de la misma Peregrina de Felipe II. Podría haberse sostenido el engaño hasta hoy sino fuera que en 1969, ya fallecida Victoria Eugenia, la original salió a subasta y fue comprada por el actor Richard Burton para su esposa, la actriz Elizabeth Taylor. La pareja no se destacaba por su discreción así que el origen y destino de la joya fue mundialmente conocido. En 2011 la joya volvió a España como parte de una muestra de las joyas de Liz Taylor. Luego fue vendida por 9 millones de euros y es todo lo que hasta ahora sabemos de ella.

A la que sí hemos visto seguido es a la “falsa Peregrina” comprada por Alfonso XIII y que pertenece a las joyas “de pasar” y como tal fue recibida por la reina Sofía. Es la única joya de pasar que la reina Letizia nunca ha lucido. Parece que le escapa a la polémica aunque, en rigor de verdad, es una pieza tan valiosa como la original y la discusión acerca de si es una u otra carece de sentido.

Los collares, los aros, los broches y las pulseras suelen adornar a reinas y princesas

El valor no solo reside en la calidad de las perlas, sino que parecen tener vida propia

El valor no solo reside en la calidad de las perlas, sino que parecen tener vida propia

 

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Dos funerales, dos broches de perlas distintos / Web

La reina Letizia con el collar de 37 perlas / Web

La reina Letizia con la tiara de flores de lis, las pulseras y los aros de brillantes, en su encuentro con el presidente argentino Mauricio Macri / Web

La reina Sofía con un collar del que cuelga la perla peregrina / Web

La reina Victoria Eugenia luce el broche mariposa del que cuelga la peregrina / Web

María, segunda esposa de Felipe II, luciendo en su pecho la original perla peregrina / Web

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