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Los chicos y los libros: la amistad a restablecer para dar batalla a la falta de comprensión

Uno de cada dos estudiantes de primaria no entiende lo que lee. Un dato devastador que puso a los especialistas a reflexionar sobre posibles soluciones al respecto

Los chicos y los libros: la amistad a restablecer para dar batalla a la falta de comprensión

Educación y el desafío de lograr que los niños comprendan lo que leen

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

28 de Abril de 2024 | 04:24
Edición impresa

En Argentina el 46% de los chicos que están en 3° grado no entienden lo que leen. Estadística que golpea como un cachetazo a la sociedad y que provoca una cacería rápida de culpables en la que el sistema educativo, las políticas, las familias son los primeros apuntados.

Los números salen de un informe elaborado por la UNESCO, pero quienes están día a día dentro de las escuelas no necesitan de números para poder certificarlo “la verdad no estoy al tanto de la estadística oficial, pero sí es un tema que preocupa”, aseveró la psicopedagoga Stella Mansilla en diálogo con EL DIA y reconoció que es algo que sale en cada reunión de gabinete: “lo hablamos un montón en las escuelas con los equipos, cuando nos juntamos con los psicólogos, los trabajadores sociales y otras psicopedagogas. Lo que sacamos en limpio es que los chicos no tienen comprensión lectora porque no leen”.

“La comprensión lectora es una habilidad muy compleja, en la que intervienen el vocabulario pero también la memoria, tienen que ver si pueden conectar lo que leen con saberes previos”, explicó la psicopedagoga y completó: “Si bien en un principio tiene que haber un desarrollo madurativo, con un componente cognitivo después es todo estímulo. ¿Y cómo lo estimulas? Con la práctica, con la lectura, con la lectura cotidiana, con que te lean el cuento a la noche, por ejemplo, con que tengas libros, pero no cualquier libro, tienen que ser adecuados en cuanto a vocabulario, pero también la foto, el dibujito es necesario, el tipo de letra, el tamaño de la letra y por supuesto el tema”.

Hoy los libros tienen una competencia desigual con la tecnología y con los estímulos avasallantes que ofrecen las pantallas. Esta falta de lectura no tiene que ver con un desinterés total de los chicos sino con un error a la hora de acercarlos a la misma. Es que muchas veces los padres o los docentes se quedan con los grandes clásicos que ya no interpelan a los chicos de hoy en día, que no hablan como ellos o que simplemente no les interesan, inevitablemente terminan dejándolos y migrando hacia otras cosas que si captan su atención como los “dispositivos electrónicos que son mucho más estimulante en cuanto a colores, sonidos, rapidez. Los chicos son extremadamente tecnológicos, tienen dispositivos electrónicos a su alcance desde muy pequeños. Entonces, le das un libro y claro, los aburre”, indicó.

La incorporación de la tecnología en la vida provocó una readecuación en cada aspecto de la vida y el educativo no es la excepción. Pero para Stella, más allá de esto el principal problema que enfrenta la educación es la de poder comprender a las nuevas generaciones y ver como llegar a ellas. “No se puede estimular a un nene hoy en día como se lo hacía con los pibes de hace 30 o 40 años atrás. Hoy competís por la atención y por el aburrimiento de un niño frente a la lectura, con el televisor, con internet, con los celulares a los que tienen acceso cada vez más chiquitos. Tenés chicos de 3, 4 años que tienen su propio teléfono ¿contra eso como competís?” se preguntó y analizó: “Uno pretende que mágicamente los chicos lean y comprendan como se hacía antes pero no se puede. Porque además de que tienen otro estímulo, hoy manejan otros tiempos, son mucho más rápidos, las cosas suceden más rápido, son más ligeras”.

La inmediatez característica de esta época no coincide con el tiempo necesario para sentarse a leer un libro y a esto la psicopedagoga lo graficó claramente: “A la hora de leer un libro, los chicos tienen que considerar que no van a conocer el final a los 10 minutos como un vídeo de YouTube. Para conocer el final de esa historia van a tener que esperar un día, una semana o un mes, dependiendo el largo del libro y la velocidad de lectura que tengan. Esa espera les puede parecer eterna, los frustra, los aburre y hasta les genera estrés”.

Problema transversal

Si bien el informe de la UNESCO arrojó que este 46% de chicos que no entienden lo que leen asciende al 61,5% entre los estudiantes de menor nivel socioeconómico, es una problemática que atraviesa transversalmente a toda la sociedad argentina pero también a la comunidad internacional. Así lo confirmaron los resultados internacionales PISA 2022 que tras evaluar a estudiantes de 15 años de 81 países diferentes se encontraron con que el 32% de los adolescentes pertenecientes al nivel socioeconómico más alto no alcanzaba el nivel mínimo de lectura, mientras que en los sectores más bajos la cifra ascendía a 7 de cada 10 estudiantes.

Otro factor que se desprende de esto además de la transversalidad socioeconómica del problema es la variable etaria, uno de cada dos chicos de primaria no comprende lo que lee pero en secundaria el número no se modifica. Cinco de cada diez estudiantes de 15 años no alcanzaron el nivel mínimo de desempeño en lengua en las pruebas PISA y según señalaron desde Argentinos por la Educación “observamos que sólo 43 de cada 100 alumnos que comienzan la primaria llegan a 6° grado a tiempo y con los aprendizajes esperados en lengua y matemática” mientras que “al último año de la secundaria, son muchos menos los que llegan en tiempo y con los saberes esperados: sólo 13 de 100 chicos”.

“Llegar al secundario sin herramientas es cortarle las alas a un pájaro para que no pueda volar”, opinó por su parte Ana María Stelman, docente platense reconocida en 2021 por el Global Teacher Prize.

No hay una solución única a la falta de comprensión lectora ni un único camino para afrontar las dificultades de aprendizaje sino que tanto los docentes como las instituciones deben adaptarse a lo que el contexto requiera.

“No hay recetas, hay oportunidades de aprendizajes. Hoy las aulas tienen una heterogeneidad como nunca se ha visto. Es un desafío y una oportunidad para renovar las posibilidades de movilidad social, que siempre nos caracterizó desde la educación pública”, sostuvo Stelman y aseveró que “la escuela primaria tiene que poner todo el esfuerzo en la alfabetización. Los chicos tienen que ser capaces de leer un diario, entender un folleto, encontrarle sentido a la lectura de un libro, poder resolver una situación problemática porque son capaces de comprender la información que allí se expone. Si la sociedad evoluciona permanentemente… ¿por qué la escuela debería ser estanca y sin adaptabilidad?”.

Además de comprender a las nuevas generaciones, tal como planteó la psicopedagoga es importante entender a cada niño en su individualidad y escuchar sus intereses. En ese sentido la Stelman expresó que “los chicos tienen la posibilidad de aprender todo, de preguntar mucho, y los docentes debemos escucharlos, guiarlos, ofrecerles opciones, según sus capacidades. Las barreras están en la escuela, en las instituciones, en nuestras acciones (o inacciones). Dejamos de ser equitativos a la hora de ofrecer educación, obligando a todos a aprender lo mismo y de la misma manera en términos de igualdad. Pero no somos todos iguales y esa es la mayor riqueza de la humanidad. Ayudemos a los chicos a ser los mejores en lo que a ellos les gusta”.

Amigar a los chicos con los libros

No hay que dar por sentado que a los chicos no les gustan los libros tal vez este aparente desinterés nace de la poca oferta o variantes que se les acercan. Es que “no cualquier libro es para cualquier chico. Necesitamos libros que cuenten la historia de ellos, de los chicos de hoy, de los chicos modernos, que hablen un poco más como ellos, que tengan los intereses que ellos tienen ahora, para poder atraparlos. Eso es súper importante. Si el pibe no se puede identificar ni en deseo, ni en fantasía con lo que está leyendo es muy difícil”, aseguró Mansilla.

En ese sentido, Stelman relató que “cuando los dejo elegir libros, veo que miran los que tienen dibujos, pero no los leen. Y a medida que va pasando el año escolar, los libros quedan más tiempo con ellos. Porque le encuentran sentido al leerlos. Yo les cuento sobre mis lecturas, o lo que aprendí leyendo un libro sobre algo que me preguntaron. Les explico lo lindo que es entender lo que el libro tiene para contarnos. Y también les digo cuando no sé una respuesta, les enseño cómo buscarla”. Este ejercicio vio sus frutos, “un día Benja encontró un libro de animales que le contó un montón de cosas, y venía a decírmelas en el recreo. ¡Estaba entendiendo! Y Génesis me vino a preguntar qué era la economía, porque todos hablaban de eso y ella quería entender. Les mostré una biblioteca pública, los acompañé, y allí fueron encontrando otro espacio para aprender”.

Escuchar a los chicos, ver lo que les interesa, acercarles la lectura de una manera interesante parecen ser las aristas principales para afrontar este problema. Y aunque se reniegue de las nuevas tecnologías “porque es cierto que no los podemos sacar de la digitalización porque es el futuro y la inserción laboral va por ese lado, pero hay que volver a las paginas para un montón de cosas, para manejar la ansiedad, para la tolerancia, para escuchar al otro”, reflexionó la psicopedagoga y concluyó: “Sin perder la digitalización se puede volver a los libros, a la espera al escucharnos entre todos, al preguntaron qué entendimos, qué entendió uno, que entendió el otro y así poco a poco entre todos lograr acercarnos a una mejor comprensión de textos”.

 

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Educación y el desafío de lograr que los niños comprendan lo que leen

“No se puede estimular a un nene hoy en día como se lo hacía con los pibes de hace 30 o 40 años atrás. Hoy competís por la atención y por el aburrimiento de un niño frente a la lectura con la tecnología” Stella Mansilla, Psicopedagoga

“Los chicos tienen la posibilidad de aprender todo, de preguntar mucho, y los docentes debemos escucharlos, guiarlos, ofrecerles opciones, según sus capacidades. Las barreras están en la escuela, en las instituciones, en nuestras acciones (o inacciones)” Ana María Stelman, Docente

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