Historia de un ex intendente entre votos, pasiones y crimen

   La reinstauración de la democracia representó para el contador Jorge Claudio Domínguez, en 1983, el inicio de una carrera política que, por esos tiempos, se le presentaba como por demás venturosa. El joven profesional, casado y padre de cuatro hijos, acababa de ganar por amplio margen las elecciones como candidato de la Unión Cívica Radical para la intendencia de su ciudad, Cañuelas, y gozaba de un prestigio entre sus vecinos que, con el tiempo y el ejercicio de su función, se iría incrementando cada vez más.
   “Su intendencia fue ejemplar, Cañuelas progresó mucho con su gobierno y aún hoy, si fuera candidato, lo volvería a votar”, señalaba ayer, casi una década después de la abrupta finalización de su mandato en 1990 y de los avatares de una vida privada que virtualmente terminaría con su carrera política, una vecina de ese distrito de 50.000 habitantes ubicado a poco más de 80 kilómetros de nuestra ciudad. “De su vida privada no sé nada, pero aquí en Cañuelas sigue siendo una persona muy querida”, abundaba la mujer.
   Aquella primera intendencia, inclusive, sería ratificada en las urnas en 1987 con un amplio consenso, para que Domínguez iniciara su segundo mandato con una proyección provincial que nada parecía detener.
   “Cuando era intendente, Domínguez continuaba con sus labores profesionales habituales, en su estudio de la calle Lara.    Era un vecino más, bonachón y siempre dispuesto para ayudar a quien lo necesitara. Lo que pasó después, aquí fue considerado como un accidente, una fatalidad”, recordaba ayer un comerciante de Cañuelas
En la calle Lara, frente al estudio contable de Domínguez, vivía y trabajaba Carmen Rodríguez de González, una mujer de 41 años, casada y sin hijos, a quien ya por entonces muchos relacionaban sentimentalmente con el Intendente. Era uno de esos secretos de pueblo chico que todos conocen pero nadie divulga. “Tenga usted en cuenta que la esposa de Domínguez y el marido de la señora Rodríguez eran también personas muy conocidas”, confió un vecino de la panadería de la calle Lara donde se desencadenaron los hechos.
   “Aquellos hechos” -como los recuerda el vecino- se precipitaron el 11 de abril de 1990 después de las siete de la tarde, cuando el intendente Domínguez ingresó al negocio, discutió con la mujer, le disparó dos tiros con un revólver calibre 22 y se descerrajó uno en la sien. La mujer falleció inmediatamente, el Intendente quedó en estado desesperante y todo el pueblo de Cañuelas, conmovido como nunca antes lo había estado en su historia.
   “Homicidio simple y tentativa de suicidio”, fue el encuadre que Domínguez debió enfrentar en la Justicia tras reponerse de sus heridas en el Hospital San Martín de nuestra ciudad, a donde había sido trasladado en helicóptero tras la tragedia.
   También en nuestra ciudad transcurriría el juicio oral y público que juzgó la conducta de Domínguez y que tras largas audiencias encontró al Intendente responsable del delito de homicidio en estado de emoción violenta, condenándolo a tres años de prisión a cumplir, cuando la fiscalía había solicitado una condena muchísimo mayor por el delito de homicidio simple.
   Sin embargo, el hombre de Cañuelas pasó apenas tres meses en prisión, al cabo de los cuales quedó libre y definitivamente sobreseído del delito que se le imputó.
LA VUELTA A LA POLITICA
   En Cañuelas, mientras tanto, la calma pueblerina había retomado sus cauces. Tras el episodio que involucró al Intendente, lo reemplazó en el cargo el primer concejal, Ezequiel Rizzi, quien culminó el mandato de Domínguez, y quien en las siguientes elecciones, fue reelecto.
   El período siguiente fue también dominado por un radical, el actual intendente Héctor Rivarola, quien entregará la intendencia en el mes próximo a quien fuera su antecesor, Rizzi. Pero entre una y otra elección, Domínguez había vuelto a Cañuelas para intentar un tercer mandato como jefe comunal que, finalmente, nunca llegó a concretarse porque otro episodio de su vida privada volvió a inmiscuirse con la política.
   Ese “nuevo” episodio tendría lugar el 4 de septiembre de 1998, cuando Jorge Claudio Domínguez se reunió en la localidad de José C. Paz con Jorge Sintner, de 36 años, un allegado suyo con el que, aparentemente, disputaba el amor de una mujer. La discusión terminó con cuatro balazos en el cuerpo de Sintner, quien no obstante, milagrosamente, logró salvar su vida.
   Desde entonces, Jorge Claudio Domínguez -quien había vuelto a la vida política de Cañuelas disputando una elección interna que perdió por apenas un puñado de votos- vivió en la clandestinidad, como prófugo. “Durante todo este año se dijo que “el gordo” estuvo en Lobos y después en unos campos de San Vicente. Es un buen tipo el gordo, aunque de carácter medio revirado y muy débil para las polleras”, decía ayer mismo en Cañuelas un correligionario que aún no sabía que Domínguez había sido detenido en nuestra ciudad, en la casa de una de sus hijas.
   “Pese a todo esto, el prestigio de Domínguez en Cañuelas nunca se derrumbó del todo -decía otro militante radical-; inclusive se rumorea que su hijo, que es maestro mayor de obras, es candidato a ocupar la subsecretaría de Obras Públicas. También dos de sus hijas mujeres están en la Municipalidad, una en el Ente Descentralizado que controla la Tesorería del Hospital, y la otra como administrativa. Su esposa falleció mucho antes de este segundo episodio en el que se lo involucra, porque tampoco se había divorciado después de lo que había pasado en la panadería en el año 90”.
   La panadería actualmente se llama “La Giralda” y está al mando de José González, quien fuera el marido de Carmen Rodríguez, la mujer que cayó muerta tras los balazos disparados por Domínguez en “estado de emoción violenta”.
   González, de 47 años, un hombre de baja estatura y gestos amables, ayer accedió a dialogar con un cronista de este diario, más a través de gestos que de palabras. “Pasó hace mucho y yo lo tengo más bien olvidado. Rehice mi vida, me volví a casar y tengo dos hijos. Ocurrió en este mismo negocio, cuando yo no estaba. Si la Justicia dictaminó que fue bajo emoción violenta, así debe de haber sido, aunque yo creo que la pena debería haber sido mayor”.
   Ahora, la Justicia investiga al ex intendente Domínguez por “tentativa de homicidio” contra Jorge Sintner, tras haberlo detenido el jueves en un departamento de la calle 66 entre 5 y 6 de nuestra ciudad. Había estado prófugo durante más de un año tras haber cambiado su fisonomía, con varios kilos de más y una barba espesa. Pese a todo, ahora Domínguez jura su inocencia. Asegura que el día de los hechos, dejó a Sintner en un bar y se volvió a Cañuelas. Quedará en manos de la Justicia dictaminar quién disparó, esta vez, los cuatro balazos que la víctima asegura que partieron del revólver del ex intendente y hombre fuerte de Cañuelas.



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