Cambaceres no debió sufrir tanto
| 19 de Diciembre de 1999 | 00:00

Por LEANDRO DUBA
Defensores de Cambaceres (3) no debió sufrir tanto para quedarse con una victoria cotizada en oro. Estaba dispuesto para darle una paliza de aquellas a Argentino de Quilmes (2), pero terminó acorralado contra las cuerdas y pidiendo la hora.
Esos tres minutos que adicionó el árbitro Eduardo D'Amico, de paupérrimo desempeño, fueron un verdadero suplicio para el equipo de Oscar Barroso, que de todos modos, pudo cerrar la temporada con un triunfo importantísimo en su lucha por permanecer en la categoría.
Era para golear
Las alternativas estaban dadas para que Cambaceres lograra una victoria mucha más amplia todavía. La infinidad de goles que desperdiciaron Pablo Casado y Matías Sánchez, sobretodo en la parte final, casi se pagan caro en el arco de enfrente, y si eso no se produjo, fue porque Alfredo Rodríguez tuvo una tarde fantástica.
Cambaceres se dio cuenta de que podía ganar el partido después de los primeros 20 minutos. Porque en ese lapso, había sacado dos goles de ventaja y porque colectivamente era más que su oponente. Una genialidad de Pablo Casado le permitió poner en ventaja a su equipo a los 16, y tres minutos más tarde, Molina, con un impecable tiro libre, estiraba las cifras.
Nada hacía suponer que la victoria parcial terminara amenazada. Todo lo contrario. Tras las dos primeras emociones, el Rojo generó un par de chances más que pudieron haber ampliado el marcador. Sin embargo, esas oportunidades -en los pies de Casado y Sánchez- terminaron en las manos de Taquía, o bien lejos de los tres palos.
Estuvo contra las cuerdas
Argentino de Quilmes, visiblemente herido en su amor propio, salió con otra determinación a jugar la parte final. De a poco, pero con mucho desorden, fue metiendo lentamente a Cambaceres dentro de su propia zona, pues la consigna era descontar antes del primer cuarto de hora.
Y justamente antes de que se expidiera ese tiempo, Rovetto, de penal, le ponía mayor emotividad a un partido cargado de imprecisiones.
Sin embargo, Cambaceres no dio respiro. Es más, lo puso nocaut después del descuento. Tiro libre en la boca del área, y Casado, con un toque de elegancia, -con ayuda de la barrera-, anotó el tercero. Todo parecía asunto resuelto, pero... El gol del Rojo cayó como un balde de agua fría en la gente de Argentino de Quilmes, que así, veía desmoronarse el esfuerzo que esgrimieron sus jugadores para llegar al empate.
No obstante, y cuando Cambaceres tenía todo preparado para liquidar el pleito con una goleada, apareció De León, a los 35, para poner el partido al rojo vivo. Los últimos diez minutos fueron un verdadero suplicio para el dueño de casa. El hecho de meterse atrás fue una propuesta peligrosa, casi suicida.
Y Argentino de Quilmes, favorecido por el quedo del local, consiguió meter a su adversario contra las cuerdas. Solo le faltó el golpe letal para empatar el partido. Estuvo muy cerca, pero sus intentos murieron en las manos de Alfredo Rodríguez, que con dos intervenciones magnífica sobre el cierre, terminó siendo el héroe de la tarde.
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