"Toy" atrapa, divierte, emociona y hace pensar

ALEJANDRO CASTAÑEDA

**** MUY BUENA


TOY, HISTORIA 2 (EE.UU., 1999); comedia de animación con libro y realización de John Lasseter, Lee Unkrich y Ash Brannon; en versión en castellano y subtitulada; presentada en las salas 2 y 3 del Cine 8.
Es más que una buena película de dibujos y es muchísimo más que una demostración de las chances que da la digitación al cine de animación. Porque más allá de la impecable técnica, lo que se agradece y se disfruta es el talento y el ingenio de sus creadores. Es un placer reencontrarse con el vaquero Woody, ahora casi secuestrado por un negociante de juguetes que piensa venderlo a Japón como muñeco estrella. Woody quiso salvar a un pingüino ronco a punto de ser declarado prescindible y terminó en el cajón de un coleccionista. Su nueva situación lo pone frente a una realidad que ignoraba: se entera que ha sido estrella de una tira de TV en blanco y negro. Y ahora tiene la chance de reeditar aquel personaje junto a sus nuevos compañeros. Halagado y buen tipo como es, Woody no entonces no sabrá qué hacer cuando vienen a rescatarlo sus amigos. Duda en volver como muñeco junto a su querido dueño, Andy, o seguir al destino y convertirse en un artista de museo y quedarse protegido y seguro con sus nuevos amigos en alguna vitrina japonesa.
Este es uno de los temas centrales de este filme encantador. Es lo que parece más al fondo, pero jamás empaña la alegre y constante diversión que asegura este cuento lleno de hallazgos y de humor. Cuando el vaquero cae bajo las garras del coleccionista, allí van a rescatarlo sus amigos, los cachivaches que habitan el cuarto de Andy. Las escenas del viaje por la ciudad están llenas de sorpresas. Y la mayor para los chiches colosales será desayunarse que Woody ya no quiere volver, que el buen corazón del vaquero ahora mira para otro lado, que está contento con sus nuevos compañeros (una vaquera solitaria, un caballo andariego y un viejo gruñón) y que ha elegido la segura fama de un museo japonés en lugar de apostar al amor de Andy y tener que jubilarse como un muñeco más, medio roto y olvidado.
El filme atrapa y divierte, la historia está muy bien contada, hay un par de logrados pincelazos para pintar a los hombres y tiene escenas fantásticas (la escapada final en el aeropuerto). Y siempre dice algo más: el paso del tiempo, el ser excluido del sistema, el sentirse reemplazables, la jubilación y el olvido, todas son ideas muy bien puestas que conviven con las gozosas andanzas de estos juguetes incomparables. Da gusto verlo a Buzz cuando se topa con millares de muñecos idénticos y descubre que el mundo apuesta a la masificación y que lo repetido vale más que lo singular. Y también da gusto que nos hagan sentir que, sino existiera "el otro" , no sabrían qué hacer con el coraje, los miedos y los afectos. El filme tiene ingenio, suspenso, sensibilidad y desarrolla una historia adulta magníficamente vertida desde la inocencia de esos personajes inolvidables. Y además, invita a la reflexión sin necesidad de acudir al sentimentalismo ni apelar a los falsos mensajes: ¿amar o ser amado? ¿elegir o ser elegido? ¿apostar a lo más seguro o apostar a lo más sentido?, se pregunta Woody cuando debe optar entre acabar como un juguete de museo, quieto y protegido, o arriesgarse a seguir siendo el preferido de un chico que alguna vez crecerá y lo confinará al baúl de las cosas olvidadas. Es una pregunta que va más allá, porque habla del temor a crecer, del peligro del amor, del constante zigzag de la vida, de todo lo que desafían quienes aman y no piden persistencia ni garantías, sino algún vuelto y algún abrigo.
"Toy, Historia 2" es una película imperdible para todas las edades y otra demostración de que la técnica podrá avanzar, los recursos seguramente crecerán y la animación rondará la perfección, pero por suerte siempre se necesitarán artistas con inspiración y sensibilidad para contarnos historias que importen, emocionen, hagan reír y pensar.

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