"Fue como tocar el cielo con las manos"
| 17 de Mayo de 2000 | 00:00

Por ALEJANDRO APRAIZ
José Horacio López Aguiar es un hombre simple, amable, noveno hijo de una gran familia y un fiel testigo de lo que fue el siglo XX en nuestra ciudad.
Quizás esas características puedan ser vistas en otros hombres de ochenta y nueve años, pero el destino quiso darle una condición única, distintiva por sobre el resto, y lo transformó en el primer platense que participó en los Juegos Olímpicos.
En 1928 integró el equipo de ciclistas que compitió en Amsterdam, Holanda, y quedó sellado para toda la vida.
Hoy, lejos de aquella alocada odisea, conserva la bicicletería que abrió sesenta y tres años atrás, y pasa sus días en paz, rodeado por innumerables recuerdos y trofeos que resumen su existencia.
Horacio le abrió las puertas de su casa a este diario y compartió sus gratas vivencias.
El primero
- ¿Qué significa para usted ser el primer platense que participó en los Juegos Olímpicos?
- Haber podido llegar a los Juegos Olímpicos es como poder tocar el cielo con las manos. En aquella época ser uno de los elegidos para ir a las Olimpiadas era algo inimaginable, porque había que competir con los mejores del país y pasar la selección. Ahí eran elegidos los seis mejores. Ser el primer platenses que iba a representar al país era algo muy grande, mucho más en esa época, porque todo se veía muy lejano.
- ¿Qué significó para usted partir desde La Plata, para ir a competir a Holanda?
- Fue un algo muy emocionante. El hecho de tener la responsabilidad de llevar la camiseta de la Argentina es emocionante de por sí. Durante todo el trayecto de ida, mientras estás allá y también cuando volvés; llorás, cantás (se emociona), te acordás de tu madre, de tu padre, de todo... Porque en definitiva ahí estás solo, no tenés a tus afectos.
- ¿Volvió a competir en otros Juegos Olímpicos?
- No, estuve sólo en esos. Algunos de mis compañeros fueron a participar al Campeonato de Profesionales en Italia, por ejemplo, pero yo no quise correr. Yo era el más tierno del grupo, era el más joven y no quise ir.
- ¿Dónde competía cuando era pibe?
- Por toda la provincia. Santa Fe, Cañuelas, Pergamino, Bahía Blanca, Rosario... Me acuerdo que en Santa Fe había que pasar por unos arenales que eran una penuria; apenas podías atravesarlos caminando y pasar con la bicicleta era algo terrible. Por un lado estaba eso, por otro lado te encontrabas con unas zanjas en las que te tapaba el agua. Era una penuria.
- ¿Cómo fue seleccionado para ir a Amsterdam?
- Primero se hacía una preselección. Se elegían los mejores de La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Santa Fe, y viajaban a Buenos Aires para correr. De ahí salían los seis que iban a participar en los Juegos Olímpicos. Yo quedé en el grupo de los más destacados del país y pude ir a Amsterdam, en 1928. Haber sido elegido fue un orgullo para mí, porque iba a representar a la Argentina.
Entre los mejores
- ¿Cómo les fue en los Juegos Olímpicos?
- El equipo, porque corríamos en equipo, terminó sexto, sobre un total de ciento ochenta corredores. La competencia se disputaba sobre un total de ciento setenta kilómetros por tiempo. Me acuerdo que te sellaban la muñeca, para que no sea posible hacer cambio de corredores. Los únicos puestos de aprovisionamiento estaban frente al palacio de la reina y había que aprovecharlos para poder recuperarse para la vuelta. Fue algo fantástico y terminamos muy bien ubicados. Además, tuve la suerte de correr con los mejores de nuestro país y formamos un gran equipo. Estaba Gómez Saavedra, Bombey, Rodríguez, De Meller y Malvasi.
Al regreso
- Cuando volvió de Holanda, ¿cómo continuó su carrera?
- Yo seguí practicando ciclismo por poco tiempo, porque me entusiasmé con las motos y quería correr. Pero a mi madre no le gustaba y para no darle un disgusto decidí no correr.
- Entonces, ¿a qué se dedicó? ¿Empezó a trabajar, a estudiar, qué hizo?
- No, no estudié; yo llegué hasta sexto grado. Los que estudiaron fueron mis hermanos, que llegaron a ser profesionales. Yo empecé a trabajar en la telefónica, donde me jubilé, pero seguí trabajando con las bicicletas. Puse un comercio hace más de sesenta años y todavía lo tengo. Es como una terapia para mí.
- El año pasado se llevó a cabo una exposición llamada Rincón Olímpico, donde fueron galardonados todos los platenses que participaron en las distintas ediciones de los Juegos Olímpicos. ¿Cómo vivió ese homenaje?
- Fue un lunch muy lindo, me dieron incluso un distintivo para haber estado en los Juegos Olímpicos. El Intendente me presentó y me dio su reconocimiento por ser el primer platense que fue a las Olimpiadas. Aparte pude juntarme con otros deportistas que pasaron por lo mismo que yo.
A lo lejos
- Después de retirarse como ciclista, ¿siguió asistiendo a las competencias para ver a las nuevas figuras?
- Por un tiempo seguí yendo a las carreras, pero después me fui alejando, porque mi compañera, mi segunda esposa, no era afecta al ciclismo. Entonces yo no le insistía para que me acompañara a las carreras. Pero igual me llegaron a ofrecer un puesto como directivo, para ocuparme del deporte, o poner una bicicletaría, en la que iba a ser la cara visible, pero no acepté, no me interesaban esas cosas.
- ¿Cómo ve al ciclismo en la actualidad?
- Yo veo que se le da muy poca difusión, no se le da toda la importancia que merece. El ciclismo es un deporte humilde, no es como el fútbol donde los jugadores ganan millones. Aparte se nota que no hay mucha cooperación.
El más grande
- ¿Quién fue su ídolo?
- Y... (piensa), yo pondría en primer lugar a Gómez Saavedra. Hubo muchos grandes, pero él era realmente una figura muy importante.
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