Julio Bocca reavivó su idilio platense
| 26 de Julio de 2000 | 00:00

Por
EDUARDO GIORELLO
Ballet Argentino. Actuación y dirección: Julio Bocca. Programa: Fragmentos de "Coppelia", "Don Quijote", "Suite Generis" y "Angeles sin alas" (músicas varias y coreografía de Attila Egerházi) y "Piazzolla tango vivo", de Ana María Stekelman. En el Coliseo Podestá (viernes 21 de julio).
El largo idilio que sostiene Julio Bocca con los platenses volvió a manifestarse en esta nueva presentación del estupendo bailarín, quien además de aparecer como una genuina "etoile" de su compañía Ballet Argentino, la conduce con mano segura. Los resultados están a la vista. Un programa estructurado con obras clásicas y contemporáneas probó una vez -si fuera necesario-la preeminencia de Bocca en el ballet de nuestro país, algo que se ha proyectado con brillo al exterior en actuaciones como invitado de diversas compañías de prestigio, con su conjunto y como primer bailarín del American Ballet Theatre de Nueva York.
El recorrido comenzó con el pas de deux de "Coppelia", interpretado por dos jóvenes exponentes del Ballet Argentino: Rosana Pérez y Juan Pablo Ledo. El "pas de trois" de "Suite Generis" (Haendel-Haydn-Méndez) lo continuó con la actuación de Cecilia Figaredo, Sergio Amarante y Christian Alessandria, todos exponiendo una técnica dancística depurada y sano virtuosismo. La aparición de Julio Bocca junto a Luciana París para el "pas de deus" de "Don Quijote" desató una de las grandes ovaciones de la noche. ¿Qué decir de nuevo de este trabajo de nuestro artista? Los sucesivos "Ah..." del público ante cada uno de sus logros no hacen más que confirmar que el asombro no ha sido perdido y que a pesar de conocida ampliamente por el público la pieza conserva el poder de fascinación de siempre, con su elegancia, su grácil acrobacia y el gracejo hispano volcado por Petipa en este fragmento deslumbrante, que la capacidad dancística de Bocca y París hicieron más luminoso aún.
Resultaron sumamente interesantes los tres estrenos que se encadenaron luego. "Angeles sin alas" (Featherless Angels) del joven coreógrafo húngaro Attila Egerházi resultó una obra sutilmente conmovedora en su simplicidad y contundencia. Inspirada por los chicos de la calle, "Angeles sin alas" yuxtapone seis variaciones para solistas y conjunto con músicas de distintos autores y épocas, desde Couperin hasta John Cage, desde Bach a Steve Reich. Originalidad y calidez se asocian a un claro sentido dramático en la propuesta que el Ballet Argentino bailó con genuina convicción. Bellos vestuarios de Pettinari y magníficas luces de Miguel Cuartas completan un trabajo de rara belleza e insoslayable poesía.
Un dúo muy interesante de Marcela Criquet bailado por Bocca y Cecilia Figaredo precedió a un ballet de Ana María Stekelman donde están una vez más expuestas sus preferencias: el tango y la danza contemporánea.
Ocho composiciones de Piazzolla alternan al grupo y a los solistas en una realización muy energética y concentrada. Hay momentos superlativos como "invierno porteño" con un solo de Bocca con aire de tragedia. Toda la obra rezuma hondo lirismo y un lenguaje personal que no es más que un ajustado "mix" del tango tradicional y la danza moderna, vertientes en las que se nutre el arte de Stekelman desde hace largo tiempo.
Bocca debió agradecer por espacio de varios minutos -aún ya con su ropa de fajina- los estruendosos aplausos que ya son una costumbre para él cuando visita La Plata. El idilio entre el gran bailarín y la ciudad reverdece cada vez.
EDUARDO GIORELLO
Ballet Argentino. Actuación y dirección: Julio Bocca. Programa: Fragmentos de "Coppelia", "Don Quijote", "Suite Generis" y "Angeles sin alas" (músicas varias y coreografía de Attila Egerházi) y "Piazzolla tango vivo", de Ana María Stekelman. En el Coliseo Podestá (viernes 21 de julio).
El largo idilio que sostiene Julio Bocca con los platenses volvió a manifestarse en esta nueva presentación del estupendo bailarín, quien además de aparecer como una genuina "etoile" de su compañía Ballet Argentino, la conduce con mano segura. Los resultados están a la vista. Un programa estructurado con obras clásicas y contemporáneas probó una vez -si fuera necesario-la preeminencia de Bocca en el ballet de nuestro país, algo que se ha proyectado con brillo al exterior en actuaciones como invitado de diversas compañías de prestigio, con su conjunto y como primer bailarín del American Ballet Theatre de Nueva York.
El recorrido comenzó con el pas de deux de "Coppelia", interpretado por dos jóvenes exponentes del Ballet Argentino: Rosana Pérez y Juan Pablo Ledo. El "pas de trois" de "Suite Generis" (Haendel-Haydn-Méndez) lo continuó con la actuación de Cecilia Figaredo, Sergio Amarante y Christian Alessandria, todos exponiendo una técnica dancística depurada y sano virtuosismo. La aparición de Julio Bocca junto a Luciana París para el "pas de deus" de "Don Quijote" desató una de las grandes ovaciones de la noche. ¿Qué decir de nuevo de este trabajo de nuestro artista? Los sucesivos "Ah..." del público ante cada uno de sus logros no hacen más que confirmar que el asombro no ha sido perdido y que a pesar de conocida ampliamente por el público la pieza conserva el poder de fascinación de siempre, con su elegancia, su grácil acrobacia y el gracejo hispano volcado por Petipa en este fragmento deslumbrante, que la capacidad dancística de Bocca y París hicieron más luminoso aún.
Resultaron sumamente interesantes los tres estrenos que se encadenaron luego. "Angeles sin alas" (Featherless Angels) del joven coreógrafo húngaro Attila Egerházi resultó una obra sutilmente conmovedora en su simplicidad y contundencia. Inspirada por los chicos de la calle, "Angeles sin alas" yuxtapone seis variaciones para solistas y conjunto con músicas de distintos autores y épocas, desde Couperin hasta John Cage, desde Bach a Steve Reich. Originalidad y calidez se asocian a un claro sentido dramático en la propuesta que el Ballet Argentino bailó con genuina convicción. Bellos vestuarios de Pettinari y magníficas luces de Miguel Cuartas completan un trabajo de rara belleza e insoslayable poesía.
Un dúo muy interesante de Marcela Criquet bailado por Bocca y Cecilia Figaredo precedió a un ballet de Ana María Stekelman donde están una vez más expuestas sus preferencias: el tango y la danza contemporánea.
Ocho composiciones de Piazzolla alternan al grupo y a los solistas en una realización muy energética y concentrada. Hay momentos superlativos como "invierno porteño" con un solo de Bocca con aire de tragedia. Toda la obra rezuma hondo lirismo y un lenguaje personal que no es más que un ajustado "mix" del tango tradicional y la danza moderna, vertientes en las que se nutre el arte de Stekelman desde hace largo tiempo.
Bocca debió agradecer por espacio de varios minutos -aún ya con su ropa de fajina- los estruendosos aplausos que ya son una costumbre para él cuando visita La Plata. El idilio entre el gran bailarín y la ciudad reverdece cada vez.
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