Con Gardel en escena

El día que me quieras. Autor: José Ignacio Cabrujas (1937-1995). Ficha Técnica. Dirección: Julio Baccaro, Elenco: Rita Terranova, Mario Pasik, Leonor Manso, Roxana Carrara, Miguel Moyano, Rodrigo Monti, Angel Rico. Escenografía: Patricio Sarmiento e Inés Castro; mecanismos por Alejandro Sarmiento; utilería de Carlos Alamo. Vestuario: Marina Andalur. Luces: Daniel Zappietro. Coreografía: Doris Petroni.
Desde que uno empieza a compenetrarse con la obra, se percibe algo diferente, una originalidad que no es de por aquí. El autor, venezolano, ha sobresalido como actor, director y dramaturgo y "resulta controversial" intentar jerarquizar estos tres rasgos creativos. En sus nueve obras dramáticas ha insistido en su convicción de que a través del pasado, en los más diversos avatares, podremos conocer mejor nuestro presente.

"No se trata de viajes nostálgicos sino de ciertos paralelismos curiosos, irónicos o contundentes, entre lo que pasó y nos está pasando. Cabrujas utiliza la vida de nuestros antepasados o de mundos pretéritos -algunos aun existentes- para que nos reflejen como espejos mágicos, en coincidencia con nuestra vida actual", dice el dramaturgo Isaac Chocrón.
Se trata de una comedia no exenta de melancolía, sobre todo al final cuando una suerte de Doña Rosita la soltera, queda librada a su desconsuelo. Ocurre en Caracas adonde llega el famoso Carlitos para cantar en el teatro del señor Ancísar. Las mujeres liberan su imaginario y se sienten en la gloria porque podrán ver y escuchar al zorzal criollo en persona. Solas, escuchan su voz en una victrola a manivela.
Lo mejor de la vida ocurre cuando Gardel llega junto con Alfredo Lepera para cenar en casa de los Ancísar. Pero esta es la historia que sirve como cascarón a otra historia de amor y abandono que tiene la virtud de hacernos reír mucho. La más joven es seducida por el tío, un bolchevique de pura cepa, que la tiene fascinada con el proyecto de irse juntos a Ucrania para cambiar sus vidas y la de los demás.
Está la revolución social que arrasará con todas las injusticias...y ellos serán felices trabajando desde abajo pero progresando para llegar a una meta.
Ironías bien calzadas anulan todo efecto serio y provocan nuestra risa. Los discursos revolucionarios son recitados a dúo por el señor Ancísar y la sobrina para que Gardel lo sepa todo de una vez.
La mezcla de ese pasado tan latinoamericano, tan provinciano, con gente querible por ser tan ingenua, deja un sabor nostálgico y la alegría de haber pasado un buen rato. En realidad, nada sabía yo de Cabrujas. Fue un descubrimiento para mí, e intenté buscarle un paralelo en nuestro teatro, pero no pude; no lo tiene o yo no lo veo.