Mar del Plata y su cartelera gasolera

Como era de esperar, la temporada teatral marplatense no es pródiga en sorpresas ni en glamorosas novedades. ¿Cómo podría serlo, estando el país entero inmerso en una crisis institucional, política, económica y social sin precedentes? Es absolutamente lógico y razonable que los productores, empresarios y dueños de salas no se hayan jugado demasiado en montar costosos espectáculos, sino que -más cautamente- apuesten a obras ya probadas y medianamente amortizadas.
De ahí que el repasar la cartelera de La Feliz, uno se tope con una considerable cantidad de propuestas ya vistas. Tal el caso de: "Venecia", de Jorge Accame, con Adriana Aizenberg y elenco (Alberdi); "Monólogos de la vagina", de Eve Ensler, con Betiana Blum, Alicia Bruzzo y Andrea Pietra (Auditorium); "No seré feliz pero tengo marido", de Viviana Gómez Thorpe, unipersonal interpretado por Linda Perezt (Corrientes); "Confesiones del pene", de José Montero, con Diego Olivera, Daniel Migliorana y Marcelo Mazzarello (Corrientes); "Una bestia en la luna", de Ricardo Kalinosky, con Manuel Callau, Malena Solda y Martín Slipak (La Subasta); "El hippie viejo habla de sexo", con Rolando Hanglin y Florencia Ibáñez (La Subasta); "Extraña pareja femenina", de Neil Simon, con Patricia Palmer, Catherine Fulop y elenco (Neptuno); "Discépolo... esa mezcla milagrosa" (vista en La Plata como "Discépolo 50/50"), de Ismael "Paco" Hase, con Juan Darthés, Emilio Comte, Luis Rende y elenco (Sala Roberto Payró); el espectáculo de humor político de Rubio y Rotemberg "5 años (un lustro sin mucho brillo)" (Re-Fa-Sí); "Cómo se rellena un bikini salvaje", de Miguel Falabella, protagonizado por Ana Acosta (Sala Alberto Olmedo). "ART", en su quinta temporada con Luis Brandoni, Ricardo Darín y Germán Palacios (Corrientes).
Los pocos estrenos de la temporada en su inmensa mayoría -y como no podía ser de otra manera- apuestan al humor (total para sufrir basta con ir al banco, leer los diarios o mirar lo noticieros).
"Cantando bajo la deuda" (Atlas): la nueva propuesta de Artaza-Cherutti, a quienes la realidad del país les regala material día a día, con Moria Casán y Graciela Alfano, una dupla que promete peleas, reconciliaciones y piquitos a granel (todo sea por la promoción). Un lujito de la puesta: la dirección coreográfica de Eleonora Cassano.
"Reíte País" (Lido): con el veterano Jorge Corona, secundado por las pulposas Pradón y Ayos , otra fórmula generosa en tirante letra a los programas chimenteros.
"Fórmula Casi Uno (Corrientes)", con Cacho Buenaventura y el Negro Alvarez, patrocinados por el FMI (Fondo Manguero Internacional);
"Atrapados por la risa" (Sala Enrique Carreras): con el tinelliano Sergio Gonal, Juan Acosta y Claudia Albertario, la chica celular.
"El humor todo lo cura" (Santa Fe): con José Luis Gioia.
Para los que, además de pasarla bien, tienen ganas de reflexionar y emocionarse, vuelve un clásico de los ochenta: "Made in Lanús", la exitosa pieza de Nelly Fernández Tiscornia, protagonizada en ese entonces por Luis Brandoni, Martha Bianchi, Patricio Contreras y una memorable Leonor Manso. Por esas cosas de la vida, el dilema que planteaba la obra, irse o quedarse, cobra una notable y angustiante actualidad. Basta con ver las colas en los consulados y embajadas, para tomar conciencia de la triste constante que se ha dado en las Argentina en las últimas tres décadas: por una u otra razón, el país (con su ineficaz y corrupta clase dirigente a la cabeza) no ha hecho otra cosa que expulsar a lo mejor que tiene, su gente. Quienes hoy se ponen en la piel del Negro, la Yoli, Osvaldo y Mabel en el escenario del Teatro Provincial son: Hugo Arana, Soledad Silveyra, Víctor Laplace y Ana María Picchio respectivamente, dirigidos por Manuel González Gil.
Otra pieza que aborda un tema de candente actualidad es "Locos de contento" (La Subasta), de Jacobo Langsner, comedia sobre dos desocupados de clase media (¿le suena?). Mario Pasik y su mujer, Marta Bertoldi, dirigidos por Hugo Arana, dan vida a una pareja que enfrenta con actitudes dispares el flagelo del desempleo: él se deprime y ella esgrime técnicas de autoayuda para sacarlo del pozo.
Antes de la devaluación, se había fijado un tope de $20 pesos para la mayoría de los espectáculos. Es de esperar que a los empresarios no se les ocurra "remarcar" porque de hacerlo se quedarían con "la mercadería sin vender", mientras los escasos veraneantes (gasoleros como nunca) aprovechan la racha de buen tiempo y se dedican exclusivamente a tomar sol (que todavía es gratis) y a pasear por la peatonal.