"Elling...", una película noruega

De la cinematografía escandinava la más conocida hoy aquí es la danesa, como antes lo fue la sueca. "Elling... mi amigo y yo" es una película basada en una obra teatral que procede de Noruega

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AMILCAR MORETTI

Las películas, se sabe, no sólo son objetos artísticos o mercancías para ganar buen dinero sino que funcionan también como documentos o testimonios de una cultura. Según las nuevas concepciones del realismo, estos rasgos informativos más que reflejar cómo son una cultura o sociedad nos aclaran cómo esas cultura o sociedad se imaginan o representan a sí mismas. Esto último permite obtener algunos apuntes de interés de la película noruega "Elling... mi amigo y yo". Por añadidura, puede reflexionarse sobre cuál es el imaginario que el argentino metropolitano promedio ha construido sobre los escandinavos, germanos nórdicos de los que, desde aquí, destacan los suecos y daneses pero también deben incluirse finlandeses y noruegos, de quienes poco se conoce. De Noruega, a veces, llegan datos de alguna primer ministro mujer; los más informados saben de naturales de ese país que han tenido trascendencia mundial en la cultura, como Ibsen ("Casa de muñecas") en su tarea de iniciador del teatro moderno (o del siglo XX), Kierkegaard al comienzo de la filosofía existencial, Grieg en la música romántica clásica o E. Munich en la pintura expresionista y cuyo famoso cuadro "El grito" es toda una radiografía de los horrores y soledades de la centuria pasada, aún perdurables. De su cine, en cambio, poco se registra, salvo algún ciclo aislado en Buenos Aires. En realidad, la cinematografía noruega no tiene gran desarrollo y ha cultivado aspectos localistas, aunque en las últimas décadas surgieron expresiones de vanguardia, casi sin difusión.

"Elling" (así se llama el protagonista) es una película pueril; quizás, hasta simpática. Parece inofensiva, aunque no queda muy claro. La subespecie cinematográfica sobre discapacitados mentales, físicos o emocionales es casi una tradición en Hollywood, pero a la manera de "freaks" industrializados cuya vocación es la simpatía. Hasta Dustin Hoffman ("Rain Man") cultivó el rol, y Robin Williams es casi un experto natural. La simpatía del discapacitado hollywoodiano, extraña variante del glamour, es un artificio premeditado para que lo diferente resulte digerible y comercial ante un público al que debe asegurarse comodidad mediante sentimientos caritativos, y no suscitarle el malestar de la reflexión frente a la verdad o el verismo. Si bien se mira, esto delata la discriminación negada: los discapacitados son mostrables sólo si resultan simpáticos. "Elling" tiene algo de este orden. Se presenta como desideologizada, como muy ocupada en ciertas emotividades primarias, pero tal vez baje mensajes detrás de su aparente inocuidad. En todo caso no alcanza el grado de compromiso interesado con una forma de pensamiento (conservador) mostrado de modo subrepticio -y a la vez explícito- por "Las invasiones bárbaras", que no es una película sobre deficientes pero de algún modo sí lo es: en la canadiense los "deficientes" serían los reformistas del norte (gente de izquierda, para ellos) de los años 60 y 70, "fracasos" existenciales modélicos, tanto como para que sirva de "escarmiento" sin necesidad de represión violenta.

En este sentido, "Elling" hace otro contacto con "Las invasiones bárbaras", del canadiense francófono Arcand. Es probable que por allí haya que indagar la repercusión que la segunda tuvo entre espectadores de clase media urbana de edad madura para arriba. También por allí, el auspicio de Hollywood ("Elling" fue candidata al Oscar como película extranjera del 2001 y "Las invasiones..." lo ganó para el 2003). En el caso de Arcand la "culpa" del desbarajuste actual es de los progresistas; no hay una sola palabra sobre la aplicación desde 1980 del capitalismo de mercado. Como testimonio o documento, en "Elling" -basada en una obra teatral, origen que se nota- hay dos aspectos subrayados varias veces. El primero es el ya mencionado: se responsabiliza a los social-demócratas y al Welfare State (Estado de Bienestar). ¿De qué se los "culpa"? De estar muy encima del individuo, lo cual -por lo que muestra la película- consiste en que el Estado provee de un confortable departamento a dos discapacitados y los orienta con asistentes sociales en la supervivencia al momento de la reinserción social. Puede argüirse que es el viejo conflicto entre la justicia (social) y la libertad (política y de pensamiento), pero se supone que en las democracias capitalistas desarrolladas son los social-demócratas europeos (antiguos herederos del socialismo) los que mejor resuelven tal dilema. Frente a "Elling", ante tanta crítica reiterada al sofoco del Estado de Bienestar, podría graciosamente proponerse el ejercicio de permanencia en Argentina durante sólo tres meses, en iguales condiciones de discapacidad, para saber cuáles son las consecuencias de la disolución y desmantelamiento de tan completos servicios sociales gratuitos, en los cuales Argentina supo ser pionera. Creo que allí es dónde haría agua la ambigüedad del público local conservador, que por un lado parece admirar el bienestar socializado nórdico y por otro suele ser proclive a políticas y políticos ubicados en las antípodas.

El segundo aspecto cultural reiterado en "Elling" es el de la sobrepresencia de madre y ausencia de padre. Casi una típica cuestión de los estudios de género actuales. Por un lado hay una permanente exhibición de retratos y libros de la primer ministro, a la manera de una especie de Stalin femenino. Y por otro, en lo individual, la madre del protagonista es tan castradora (sobreprotectora, suele decirse) que fabrica con Elling un fóbico virgen que termina encerrado en un armario. Su compañero, de nombre Kjell Bjarne, un gigante rubio entre Obelix y Gerard Depardieu, también virgen, ha debido cargar al hombro la ausencia de una madre alcoholista (y un padre pegador). Hay otra mujer: una vecina, mujer madura aún atractiva. Aparece también con rasgos de disfuncionalidad: aislamiento y embarazo no queridos (este último por un español golpeador y fugitivo). Un cuarto personaje es un viejo intelectual y poeta que vive en soledad tras la muerte de su esposa, años atrás. Todas criaturas desoladas en lo personal y abrumadas por un Estado que los ayuda. Con ironía o sorna cabe imaginar en qué villa miseria de cuáles de los tres cordones del Gran Buenos Aires estaría confinado este cuarteto, a la espera de un subsidio Jefe o Jefa de Hogar de 40 euros mientras junta cartones.

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