La odisea de una madre que pudo salvar a su bebé recién nacido
| 31 de Agosto de 2005 | 00:00

NUEVA ORLEANS.- Karolyn Bell y su bebé recién nacido lograron capear la furia del devastador huracán Katrina gracias a un tablón colocado entre su casa y la de sus vecinos, donde madre y niño resistieron los vientos y violentas lluvias que azotaron el lunes Nueva Orleans.
Bell, de 26 años, aún con una sutura por una cesárea a la que se sometió el jueves para dar a luz a Daymone, revivió la trágica experiencia ayer cuando, descalza, cojeando y con su pequeño en brazos, atravesó el puente St. Claude para dejar el inundado Noveno Distrito de Nueva Orleans, una de las áreas más pobres de la ciudad.
El lunes, pocas horas después de que el huracán Katrina golpeara el sur de Estados Unidos, la familia de Bell organizó un desesperado plan para huir de las aguas que crecían alrededor de su casa de un solo piso, apenas un día después de que ella fuera dada de alta del hospital.
Con su camisón empapado, la joven caminó en puntas de pie sobre el tablón que había sido colocado entre su casa y la vivienda vecina, cuyos tres pisos la pondrían a salvo de las inundaciones.
Varios hombres del barrio se lanzaron al agua con sus torsos desnudos para estabilizar la tabla que los vientos huracanados sacudían, y así permitir a Bell y su bebé llegar a la casa vecina. "El viento soplaba y yo estaba asustada. No quiero tener que pasar por esto otra vez", dijo la joven, un día después de que Katrina arrasara con la región y dejara cientos de muertos a su paso. "Tenía pánico al atravesar ese tablón", añadió.
Bell y su familia tomaron todo lo que pudieron en los segundos de locura vividos antes de dejar su hogar: ella pudo sólo llevarse cuatro biberones para su pequeño. "Mi hijo tiene apenas cinco días (...) Yo dejé el hospital el domingo, tengo una sutura además, me hicieron una cesárea", dijo Bell, mientras Caralean, su hija de siete, se recostaba junto a ella rendida de cansancio. "Mami, me duelen las piernas", se quejaba Caralean en el momento más dramático del rescate. "Tienes que caminar", fue la sentencia materna que le salvó la vida.
Ayudada por familiares y vecinos, Bell tuvo que enfrentar una aterradora travesía de regreso sobre el tablón al llegar los socorristas, más de 24 horas después de iniciada su odisea. Con su pequeño en brazos, debió volver a su casa por el mismo camino por el que la había dejado y atravesar las inundadas habitaciones hasta abordar la lancha de los rescatistas. "Fue aterrador. Nunca antes había navegado en un bote, pero me sentí aliviada de poder dejar esas condiciones (en las que estaba varada) y conseguir algo de comida para mis hijos y para mí", dijo entre sollozos.
Bell, de 26 años, aún con una sutura por una cesárea a la que se sometió el jueves para dar a luz a Daymone, revivió la trágica experiencia ayer cuando, descalza, cojeando y con su pequeño en brazos, atravesó el puente St. Claude para dejar el inundado Noveno Distrito de Nueva Orleans, una de las áreas más pobres de la ciudad.
El lunes, pocas horas después de que el huracán Katrina golpeara el sur de Estados Unidos, la familia de Bell organizó un desesperado plan para huir de las aguas que crecían alrededor de su casa de un solo piso, apenas un día después de que ella fuera dada de alta del hospital.
Con su camisón empapado, la joven caminó en puntas de pie sobre el tablón que había sido colocado entre su casa y la vivienda vecina, cuyos tres pisos la pondrían a salvo de las inundaciones.
Varios hombres del barrio se lanzaron al agua con sus torsos desnudos para estabilizar la tabla que los vientos huracanados sacudían, y así permitir a Bell y su bebé llegar a la casa vecina. "El viento soplaba y yo estaba asustada. No quiero tener que pasar por esto otra vez", dijo la joven, un día después de que Katrina arrasara con la región y dejara cientos de muertos a su paso. "Tenía pánico al atravesar ese tablón", añadió.
Bell y su familia tomaron todo lo que pudieron en los segundos de locura vividos antes de dejar su hogar: ella pudo sólo llevarse cuatro biberones para su pequeño. "Mi hijo tiene apenas cinco días (...) Yo dejé el hospital el domingo, tengo una sutura además, me hicieron una cesárea", dijo Bell, mientras Caralean, su hija de siete, se recostaba junto a ella rendida de cansancio. "Mami, me duelen las piernas", se quejaba Caralean en el momento más dramático del rescate. "Tienes que caminar", fue la sentencia materna que le salvó la vida.
Ayudada por familiares y vecinos, Bell tuvo que enfrentar una aterradora travesía de regreso sobre el tablón al llegar los socorristas, más de 24 horas después de iniciada su odisea. Con su pequeño en brazos, debió volver a su casa por el mismo camino por el que la había dejado y atravesar las inundadas habitaciones hasta abordar la lancha de los rescatistas. "Fue aterrador. Nunca antes había navegado en un bote, pero me sentí aliviada de poder dejar esas condiciones (en las que estaba varada) y conseguir algo de comida para mis hijos y para mí", dijo entre sollozos.
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