Una restauración histórica en la cercana Isla Santiago

Hace 116 años, poco después que se inaugurara el Puerto La Plata, la Armada Argentina decidió instalar en el Río Santiago una estación de torpedos a la vera del canal principal del puerto. Era el momento en que el torpedo constituía el arma más poderosa de las flotas, y cuando el país podía todavía mantenerse en la máxima avanzada tecnológica. A partir de entonces, y durante más de 70 años, la Base Naval de Río Santiago fue uno de los principales apostaderos de la marina argentina. Fue también el momento de mayor esplendor de la isla, donde se apostarían luego la Escuela Naval Militar y el Liceo Naval Militar Almirante Brown con su instituto secundario, por los que pasaron miles de guardiamarinas de todo el país. Pero los tiempos posteriores no fueron igual de prósperos para la Isla Santiago. En la década del 60 la Base Naval cerró y el posterior traslado de los dos institutos educacionales a nuevos asientos, dejó prácticamente en el abandono a lujosos edificios considerados históricos. Y el paso del tiempo, además de la depredación provocada por el hombre en lugares virtualmente abandonados, convirtieron a esa parte de la isla en un sitio ruinoso. Ahora, sin embargo, un grupo de platenses se muestra obstinado en la recuperación de antiguos esplendores. Y con gran esfuerzo, lo están logrando. "Junto a un grupo de socios del Centro Naval y ex alumnos del Liceo Almirante Brown -explicó el escribano Carlos Decano- formamos una Fundación cuyo principal objetivo es restaurar y reparar lo que debiera ser un patrimonio histórico de la nación. Así, con la colaboración desinteresada de empresas, instituciones públicas y privadas, socios y egresados de las escuelas, junto a la comunidad de La Plata, Berisso y Ensenada, desde hace cuatro años estamos trabajando intensamente en el desafío que representa recuperar edificios que habían alcanzado un grado increíble de deterioro".LA RECUPERACION Por estos días, los históricos edificios de la vieja Base Naval van camino a recuperar su antiguo esplendor. "La conjunción de esfuerzos que se han emprendido -señaló el escribano Decano, titular de la Fundación Isla Santiago- ha logrado poco menos que un milagro en lo que hace a la fiel restauración histórica de estos monumentales edificios. Hasta tal punto, que si los cadetes de principios del siglo XX volvieran hoy a recorrer sus salones, no encontrarían diferencia con aquellos donde iniciaron su carrera naval". Claro que el esfuerzo de este grupo de platenses no se limitó solamente a reparar paredes, conseguir un mobiliario adecuado y tapar goteras, sino que apunta a objetivos mucho más ambiciosos, como el futuro museo que se está organizando y que pretende brindarle al público visitante una visión de lo que fue la historia naval argentina, con una sala de uniformes anteriores al año 1952; materiales de artillería, comunicaciones e hidrografía, y una biblioteca con más de 2.000 volúmenes específicos de la historia naval. También, la antigua capilla "Stella Maris", que fuera cerrada al trasladarse el Liceo Naval y que ya luce como nueva; o el patio de armas donde los cañones todavía le apuntan al cielo. Pero ese paraje de la Isla Santiago -un verdadero producto aluvional del Río de la Plata como consecuencia de la sedimentación producida en la antigua y ya desaparecida ensenada de Barragán- no le reserva al visitante solamente armas, museos y edificios históricos, sino también una estructura náutica deportiva, donde descansan junto al antiguo muelle modernísimos veleros que hoy reemplazan en el apostadero a los torpederos y avisos de la vieja Flota de Ríos y a la gloriosa Fragata Sarmiento, que durante muchos años tuvo la misión de embarcar en ese mismo lugar a decenas de promociones de cadetes navales.

Hace 116 años, poco después que se inaugurara el Puerto La Plata, la Armada Argentina decidió instalar en el Río Santiago una estación de torpedos a la vera del canal principal del puerto. Era el momento en que el torpedo constituía el arma más poderosa de las flotas, y cuando el país podía todavía mantenerse en la máxima avanzada tecnológica. A partir de entonces, y durante más de 70 años, la Base Naval de Río Santiago fue uno de los principales apostaderos de la marina argentina. Fue también el momento de mayor esplendor de la isla, donde se apostarían luego la Escuela Naval Militar y el Liceo Naval Militar Almirante Brown con su instituto secundario, por los que pasaron miles de guardiamarinas de todo el país.

Pero los tiempos posteriores no fueron igual de prósperos para la Isla Santiago. En la década del 60 la Base Naval cerró y el posterior traslado de los dos institutos educacionales a nuevos asientos, dejó prácticamente en el abandono a lujosos edificios considerados históricos. Y el paso del tiempo, además de la depredación provocada por el hombre en lugares virtualmente abandonados, convirtieron a esa parte de la isla en un sitio ruinoso.

Ahora, sin embargo, un grupo de platenses se muestra obstinado en la recuperación de antiguos esplendores. Y con gran esfuerzo, lo están logrando.

"Junto a un grupo de socios del Centro Naval y ex alumnos del Liceo Almirante Brown -explicó el escribano Carlos Decano- formamos una Fundación cuyo principal objetivo es restaurar y reparar lo que debiera ser un patrimonio histórico de la nación. Así, con la colaboración desinteresada de empresas, instituciones públicas y privadas, socios y egresados de las escuelas, junto a la comunidad de La Plata, Berisso y Ensenada, desde hace cuatro años estamos trabajando intensamente en el desafío que representa recuperar edificios que habían alcanzado un grado increíble de deterioro".

LA RECUPERACION

Por estos días, los históricos edificios de la vieja Base Naval van camino a recuperar su antiguo esplendor. "La conjunción de esfuerzos que se han emprendido -señaló el escribano Decano, titular de la Fundación Isla Santiago- ha logrado poco menos que un milagro en lo que hace a la fiel restauración histórica de estos monumentales edificios. Hasta tal punto, que si los cadetes de principios del siglo XX volvieran hoy a recorrer sus salones, no encontrarían diferencia con aquellos donde iniciaron su carrera naval".

Claro que el esfuerzo de este grupo de platenses no se limitó solamente a reparar paredes, conseguir un mobiliario adecuado y tapar goteras, sino que apunta a objetivos mucho más ambiciosos, como el futuro museo que se está organizando y que pretende brindarle al público visitante una visión de lo que fue la historia naval argentina, con una sala de uniformes anteriores al año 1952; materiales de artillería, comunicaciones e hidrografía, y una biblioteca con más de 2.000 volúmenes específicos de la historia naval.

También, la antigua capilla "Stella Maris", que fuera cerrada al trasladarse el Liceo Naval y que ya luce como nueva; o el patio de armas donde los cañones todavía le apuntan al cielo.

Pero ese paraje de la Isla Santiago -un verdadero producto aluvional del Río de la Plata como consecuencia de la sedimentación producida en la antigua y ya desaparecida ensenada de Barragán- no le reserva al visitante solamente armas, museos y edificios históricos, sino también una estructura náutica deportiva, donde descansan junto al antiguo muelle modernísimos veleros que hoy reemplazan en el apostadero a los torpederos y avisos de la vieja Flota de Ríos y a la gloriosa Fragata Sarmiento, que durante muchos años tuvo la misión de embarcar en ese mismo lugar a decenas de promociones de cadetes navales.

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