6 de Agosto de 2006 | 00:00
Con elegancia y sin prestarle atención al movimiento de alrededor, un grupo de pingüinos se acicala dentro de una gran jaula verde. "Lo que están haciendo ahora es acomodarse las plumas para recuperar impermeabilidad. Las ordenan como si fueran las tejas de un tejado, para que no pase el agua. Una vez que terminen, nosotros los revisamos minuciosamente, pingüino por pingüino y pluma por pluma. Y si se cumplió el objetivo, ya están listos para volver al mar", explica Sergio Rodriguez Heredia, biólogo a cargo del Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Marina de la Fundación Mundo Marino, en San Clemente. Y mientras lo dice cuesta creer que esos mismos pingüinos, apenas un mes antes, desfallecían cubiertos de petróleo y al borde la muerte muy lejos del balneario bonaerense, en Cabo Vírgenes, provincia de Santa Cruz.
Desde allí llegaron hasta San Clemente el 12 de julio, cuenta Rodriguez Heredia. Fue en el marco de un gran operativo, del que participó Areas Protegidas de la Provincia de Santa Cruz, la Fundación Patagonia Natural y el Fondo Internacional para el Bienestar Animal. Todo para salvar a 196 pingüinos de Magallanes afectados por un derrame de hidrocarburos cuyo origen se desconoce. Y que no son los únicos: Cada año llega a ese centro de recuperación de fauna marina, considerado el de mayor complejidad del país, un promedio de un centenar de ejemplares de esta especie, considerada en los últimos años como "casi amenazada" en la clasificación elaborada por la Union Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). Un paso previo a la categoría de "especie vulnerable", explican los biólogos.
"El problema no es que crezca el número de ejemplares empetrolados que se encuentran en las costas de todo el país, sino que ya se puede considerar que el fenómeno se cronificó", afima Heredia, un biólogo platense que desde 1992 trabaja en el Centro de Rescate rehabilitando fauna marina. Y agrega: "esto sucede desde 1987, sin que ninguna medida preventiva alcance para reducir los índices".
En ese centro ubicado en San Clemente se recupera el 95% de los ejemplares afectados por los derrames. Todo a fuerza de un cuidado procedimiento que demora alrededor de un mes, que suma el trabajo de biólogos, veterinarios y ecologistas y que permite a los pingüinos recuperarse y volver a su ámbito natural, después de un tratamiento intensivo que incluye medicación, lavado y riguroso seguimiento. "Hasta se le hace a cada uno una historia clínica y se le coloca un anillo para poder identificarlo con precisión", se explica.
En la última semana, 90 de los pingüinos llegados desde Cabo Vírgenes fueron devueltos al mar. Otros se sumarán a la lista entre el lunes y el martes. Con su paso característico y sus colores recuperados, los ejemplares arrancaron desde sonrisas hasta alguna que otra lágrima a los curiosos que se acercaron hasta la playa para verlos reintegrarse a su lugar después de su breve paso por el "hospital". Una aventura inesperada que se detalla en esta nota.
EN PELIGRO
"Intoxicados. Desnutridos. Con parásitos. Cuando los encontramos en la costa llevaban siete días sin comer y estaban en el límite de su resistencia. Pero esto no es lo peor. Nos preocupa que en los últimos dos años se hizo más frecuente la aparición de pingüinos empetrolados en las costas de Santa Cruz". Jorge Perancho es coordinador de Areas Protegidas de la esa Provincia y lleva casi un mes en San Clemente, adonde llegó para participar del rescate de los pingüinos. Fue la primera vez, dice, que este tipo de recuperación debió completarse en la costa bonaerense y explica que esto sucedió debido a que las bajas temperaturas que se registran por estos días en la provincia patagónica impedían la realización de la fase final del tratamiento, que debe hacerse en piletas exteriores, con marcas climáticas más amables.
"Las primeras etapas de esta rehabilitación se hicieron en Cabo Vírgenes, pero dada la falta de estructura, los trasladamos más tarde a Río Gallegos y posteriormente a Mundo Marino", explica Perancho.
¿Cómo se empetrolaron los pingüinos? Perancho dice que no hay certezas, sólo algunas presunciones. En la región donde se hace más frecuente la aparición de aves contaminadas con petróleo se levantan 35 plataformas petroleras chilenas y 6 argentinas.
"Puede haber sido un derrame de esas plataformas, la ruptura de un ducto o el lavado ilegal de sentinas por parte de algún buque petrolero en alta mar. Las causas se investigan".
El 12 de Julio, los 196 pingüinos llegaban a Mar del Plata en avión y desde allí eran trasladados en contenedores plásticos, a bordo de camiones, a Mundo Marino para completar su recuperación.
"Acá se sumaron a otros animales de la misma especie provenientes de la Provincia de Buenos Aires con los que ya estábamos trabajando. En total son 600 los pingüinos empetrolados que tratamos este año", dice por su parte Rodriguez Heredia, quien destaca, sin embargo que "empetrolados" no es el término más adecuado para mencionarlos, ya que el contaminante que los afecta no siempre es el petróleo, sino distintos tipos de hidrocarburos.
TRATAMIENTO INTENSIVO
Estabilización, lavado, enjuague, acicalamiento. Y controles. Muchos controles. Estos son algunos de los pasos del tratamiento que reciben los pingüinos (y los ejemplares de otras especies marinas) que llegan hasta el Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Marina de la Fundación Mundo Marino en San Clemente.
Julio Loureiro es veterinario, dirige esa Fundación, que depende de Mundo Marino y trabaja en el centro desde que éste se creó. Y cuenta que la rehabilitación de fauna marina fue anterior aún a la creación del parque.
Rodriguez Heredia explica que, en el caso de los pingüinos, esa rehabilitación incluye cinco pasos.
"El primero es la estabilización del animal, que no sólo llega intoxicado por el efecto del petróleo, sino que también está inmunodeprimido y estresado. Lo que sucede es que cuando entra en contacto con los hidrocarburos, el pingüino pierde la impermeabilidad que le da su plumaje y se retira del agua, que es el sitio donde obtiene el alimento. Recala entonces en una playa y desesperado por volver al mar, trata de sacarse el contaminante con el pico. Es por eso que el pingüino contaminado suele presentar cuadros de desnutrición, irritación gastrointestinal, infecciones y alteraciones del aparato reproductivo o renales", explica el biólogo platense.
Todo esto hace necesario que, antes del lavado, el pingüino reciba un tratamiento para estabilizar su medio interno. Esto incluye medicación -según el cuadro que presente-, hidratación y alimentación.
"Cuando el pingüino llega, además, se le saca sangre y se le hace una historia clínica, al tiempo que se le coloca un anillo para identificarlo y hacer un seguimiento eficaz", dice Rodriguez Heredia.
Una vez estabilizado, ya está en condiciones de ser lavado con agua y detergente. Se lo introduce entonces en un recipiente plástico que contiene 20 litros de agua a una temperatura de 40º y entre 100 y 150 metros cúbicos de detergente.
Para lavarlos, los profesionales se protegen con guantes que cubren sus brazos hasta la altura del codo, anteojos y botas. Esto es para evitar que los pingüinos los ataquen con sus picos.
Cuando el detergente dispersó el hidrocarburo y el agua del recipiente quedó negra, es el momento del enjuague -ya que el detergente puede resultar igualmente novico para el animal- que se hace utilizando una manguera y una bomba de presión.
"Una vez limpio y enjuagado, el pingüino es colocado en un recinto con calor suministrado en forma artificial por caloventores para mascotas o lámparas infrarrojas. Alli se agrupan varios animales y el espacio es suficiente para que, una vez seco, el propio pingüino pueda alejarse de la fuente de calor", explican los profesionales afectados a la tarea.
Tras dos o tres días de permanencia en la jaula de secado, los pingüinos pasan a piletas externas donde ellos mismos se acicalan, reordenando la posición de sus plumas, con lo que logran reimpermeabilizar la piel. Este acicalamiento incluye la activación de una glándula de aceite que actúa a la manera de una "crema de enjuague", contribuyendo a consolidar la posición de las plumas.
Después de este paso es necesario llevar adelante una tarea minuciosa. La revisación de cada ejemplar para comprobar si tiene las plumas bien ordenadas. Es una tarea ardua, que se hace manualmente y demanda mucho tiempo. Una vez concluída, si se verifica que el pingüino recuperó la impermeabilidad, se considera que ya esta en condiciones de volver al mar.
"¿Qué pasa después? No hay certezas. Por lo general, los ejemplares de esta especie responden a un ciclo que los llevaría en esta época del año hasta las costas patagónicas para comenzar su período reproductivo.
Ese período se extiende hasta el fin del verano (aunque los pichones recién nacido abandonan sus nidos, se independizan y se lanzan al mar en enero o febrero), cuando los adultos nadan mar adentro entre 150 y 300 kilómetros y se dirigen al norte, hasta el paralelo 23, casi frente a las costas de Río de Janeiro", dice Rodriguez Heredia.
ESPECIE CASI AMENAZADA
Apenas pasó el mediodía del jueves y una familia de vacaciones llega al Centro de Rescate y Rehabilitación de Mundo Marino. Traen en brazos un pingüino del tipo "saltarín" que encontraron en las proximidades del Faro Querandí, en Villa Gessell.
"Vimos que estaba empetrolado, así que lo llevamos al hotel y lo tuvimos con nosotros hasta que pudimos traerlo", explican, mientras los profesionales del lugar reciben al animal, al que bautizaron "Cuiqui".
Se hace difícil explicarles a las nenas que trajeron a "Cuiqui" por qué es necesario ponerlo en condiciones para devolverlo al mar. Están muy encariñadas y la bióloga platense cecilia Alvarez, que trabaja en el Centro, se esfuerza para explicarles que "Cuiqui tiene que reintegrarse a los suyos".
El episodio ilustra una situación que Rodriguez Heredia traduce a datos estadísticos: "desde 1987 la recuperación de fauna marina afectada por la contaminación con hidrocarburos es constante y se ha cronificado".
Entre las especie afectadas se encuentran los pingüinos, sobre todo los de Magallanes (Spheniscus Magellanicus), que llegan desde distintos puntos del país. Según los datos manejados por la Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza, están considerados como "especie casi amenazada" por la creciente contaminación.
Los pingüinos de Magallanes viven sobre todo en las costas de Chubut, Santa Cruz y el Sur de Chile y su colonia más importante se encuentra en Punta Tombo (Chubut), explica Rodriguez Heredia.
Se trata de animales que promedian los 4 kilos de peso, una altura de entre 50 y 60 centímetros, tienen hábitos diurnos, se alimentan de anchoas y calamares y pueden llegar a vivir 16 años.
A esas características, Jorge Perancho suma otra más reciente: dice que es una especie cada vez más jaqueada por la contaminación con hidrocarburos en las costas patagónicas.
¿Cómo prevenirlo? "Es difícil", sostiente Perancho y agrega: "la Argentina tiene una legislación muy completa y estamos hablando de una especie protegida. Pero aunque la Prefectura hace fuertes controles para evitar una falta muy común que es el lavado de sentinas a mar abierto por parte de buques que transportan hidrocarburos, muchos no la cumplen. Y mientras tanto, en los últimos dos años hemos visto cada vez más casos de pingüinos empetrolados en Santa Cruz".
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