De la Universidad de La Plata al avión más grande del mundo

La historia de un joven egresado de ingeniería aeronáutica que trabaja en el Airbus 380

De chico, Cristóbal Brito soñaba con ser piloto de aviones. Ya mayor tuvo que aceptar que se trataba de una carrera demasiado costosa para su familia. Pero incapaz de desprenderse de aquel sueño, decidió que si no los volaría, se dedicaría entonces a construirlos. Fue así que ingresó en 1998 a la Universidad Nacional de La Plata para estudiar ingeniería aeronáutica. El hecho de que nuestro país no contara -ni en ese momento ni ahora- con una industria propia en este campo, tampoco lo desalentó. Hoy, a cinco años de graduarse, trabaja en uno de los proyectos más ambiciosos a los que puede aspirar alguien de su profesión: el Airbus 380, el avión más grande del mundo.

Cuando semanas atrás, el "gigante del aire" aterrizó en Ezeiza como primera escala de su gira de presentación por Latinoamérica, una parte del esfuerzo de Cristóbal volvió a nuestro país. "Una parte ínfima -aclara él desde Bremen, Alemania, donde se encuentra desde hace más de un año- Airbus es un mundo en el que trabajamos miles de personas", dice.

Hijo de un matrimonio de profesionales de clase media, Cristóbal se recibió de ingeniero aeronáutico con un promedio de 8 en el año 2003. Al igual que los cerca de veinte graduados que produce esa carrera cada año, sus opciones no eran muchas en un medio donde la industria aeronáutica se encuentra desmantelada.

"Las oportunidades para los ingenieros aeronáuticos son acotadas en un país que no está fabricando aeronaves. Muchos de nuestros egresados trabajan en las áreas de mantenimiento de líneas aéreas; otros se van a seguir postgrados afuera y no vuelven", explica el ingeniero Marcos Actis, director de la carrera de Aeronáutica de la UNLP.

Cristóbal eligió la investigación y la docencia en Argentina. "Me quedé trabajando tres años en el GEMA (Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados de la UNLP) y dando clases en la facultad. Pero tenía un compañero vinculado a una subcontratista de Airbus, así que mandé mi curriculum y a principios de 2006 tuve la suerte de que me seleccionaran para una práctica", cuenta.

"La tercerización de proyectos -asegura Cristóbal- es la modalidad dominante de las grandes industrias en este momento. Se calcula que por cada empleado propio, Airbus tiene otro subcontratado a alguna consultora. De esta forma resuelven la necesidad fluctuante de mano de obra frente a la rigidez de leyes laborales que hacen caro despedir a un empleado".

"En mi caso, tengo contrato con una consultora francesa, pero técnicamente respondo a Airbus. Estuve al principio siete meses en Hamburgo trabajando en el diseño de soportes para el piso. Después pasé a Bremen, donde me integré a la sección dispositivos hipersustentados, dentro del equipo que se encarga de realizar los cálculos estructurales para el mecanismo que mueve los flaps. Ahora que el A-380 ya vuela, me ocupo de hacer cálculos para futuras optimizaciones del modelo" señala.

En la planta de Airbus en Bremen, la décima ciudad de Alemania, trabajan junto a Cristóbal otros cerca de 3.300 empleados. "Esto es un mundo, es como Entel en los ochenta, una estructura super burocratizada con un montón de equipos que no tienen casi relación uno con otro. A mí me llega la información justa y necesaria para hacer mi trabajo, no tengo contacto con otros departamentos", comenta.

"Hay italianos, ingleses, indúes, marroquíes, gente de todas partes. Nos manejamos mayormente en inglés. A pesar de que hace casi dos años que estoy acá, mi alemán sigue siendo muy malo", reconoce Cristóbal, quien no obstante ya tiene su vida organizada en Alemania.

"El sueldo te permite vivir bien. Alquilo un departamento y haga una vida de clase media, que equivale a una clase media alta en Argentina. La mayor diferencia está en la accesibilidad a las cosas: en Argentina, por ejemplo, hacen falta dos sueldos para comprar una PC; acá te requiere medio. La otra diferencia grande es que acá todo el mundo sabe que tiene su futuro asegurado y vive tranquilo. Ninguno de mis compañeros se preocupa en ahorrar; nadie teme que venga una crisis", grafica.

¿Volver a Argentina? "Sí, claro, lo pienso muchas veces, pero es complicado -confiesa-. Cuando me recibí veía las cosas muy lejanas, me parecía delirante la posibilidad de trabajar en algo como el A-380. Ahora que logré tachar ese sueño, me gustaría poder aplicar los que aprendí en Argentina. Tengo la esperanza de que las cosas mejoren y poder hacerlo", afirma.

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