Vanesa Roldán, peluquera: "trabajé un 40% menos y elegí cerrar cuatro horas antes, cuando el sábado es, para mi actividad, el mejor día de la semana. Y esto es porque se instalaron campamentos frente a mi negocio desde temprano y los clientes directamente no vienen".
Máximo Roldán: "Todo este movimiento cambia la vida del barrio. La gente no sale. Los chicos se instalan a tomar cerveza en la puerta de la casa, dejan todo sucio, orinan. Y uno no les puede decir nada porque no sabe cómo van a reaccionar".
Pedro Quevedo: "Esto ya nos pasó en el 2005: después del primer recital encontramos las puertas de las casas sucias, llenas de botellas de cerveza, orinadas. Lo único que pedimos es que se organice de otra forma".