Madonna brindó un deslumbrante show

En la primera de sus cuatro presentaciones en el estadio de River (las funciones continúan hoy, mañana y el lunes), Madonna presentó el show del "Sticky and Sweet Tour", con el que demostró por qué sigue siendo la indiscutida reina del pop.

Unas 66 mil personas, según datos de los organizadores, presenciaron el magnánimo espectáculo que la estadounidense diseñó para mostrar el repertorio de "Hard Candy", su última producción discográfica.

Con apertura a cargo del disc jockey inglés Paul Oakenfold, Madonna salió a escena a las 21.48 -casi 50 minutos después de lo previsto- para interpretar "Candy Shop". Aunque la espera -incluida la postergación de la fecha del miércoles- valió la pena, ya que la propuesta de la ex "Chica material" fue una de las más destacadas de las que se vieron en Buenos Aires durante 2008.

Mientras se proyectaban imágenes de una maquinaria que fabricaba caramelos rosados, el cubo de pantallas de LED ubicado en el medio del escenario se separó en cuatro para revelar al fondo de la escena a la diva, vestida con botas negras, top y minishort al tono y malla de tul.

En las alturas, un cilindro de LED replicaba las imágenes, mientras que diversas plataformas se elevaron para dejar sobre el proscenio a los músicos y a los bailarines. Puro músculo y vitalidad, sobre todo teniendo en cuenta de que tiene 50 años y que ya lleva 25 de carrera, la artista se metió al público en el bolsillo y, sin respiro, enganchó con "Beat Goes on".

Acompañada por sus bailarines, que hicieron numerosas piruetas, la cantante se subió a un auto blanco que avanzó por la pasarela que se internaba en medio del campo VIP. Siguió "Human Nature", con Madonna tocando la guitarra al borde de la dársena, mientras las pantallas proyectaban la imagen de una demencial Britney Spears en un ascensor, en medio de lo que parecía un brote psicótico.

En el final del primer segmento, denominado "Pimp/Dominatrix", la reina del pop fue elevada en una plataforma para hacer la ya clásica coreografía con las manos de "Vogue", en una versión fusionada con los acordes de "4 Minutes", mientras su ballet llevaba adelante sensuales movimientos.

SEGUNDA PARTE

Así llego un intervalo con "Die Another Day" proyectado en video, que precedió al arranque de "Old School", la segunda parte del show. Con un short rojo, medias de red y chaleco deportivo con capucha, Madonna apareció saltando la soga, en medio de imágenes pop de los años 80, para una festejadísima "Into the Groove".

El público, eufórico ante la multiplicidad de estímulos visuales y auditivos, bajó un poco los decibeles con "Heartbeat", una de las canciones de "Hard Candy", y la versión punk de "Borderline", con Madonna tocando bien fuerte la guitarra eléctrica.

Aunque la fiesta repuntó con "She's Not Me", un tema que le dedicó "a las damas". En la canción, que habla de una mujer cuya pareja se busca una amante que la imita, Madonna arrancó la ropa y le sacó la peluca a cuatro bailarinas vestidas como ella en distintas etapas de su carrera. Y para el cierre de la segunda parte del concierto, las pantallas se convirtieron en un subterráneo que abrió sus puertas para que el ballet se una a la diva en el tema "Music".

Ahí se apagaron las pantallas y dos bailarines aparecieron para hacer una danza oriental, con un fondo de agua verde y enormes flores naranjas. La pantalla cilíndrica bajó hasta la pasarela y en su interior apareció Madonna, vestida con una capa negra con capucha y sobre un piano, para cantar "The Devil Wouldn't Recognize You".

Era el inicio del segmento "Gipsy", y a pesar de las constantes coreografías y de casi no dejar segundos muertos entre tema y tema, la vocalista estaba en su salsa. De visible buen humor, a menos que sepa fingir a la perfección que no la estaba pasando bien, encaró "Spanish Lesson" -con sus bailarines vestidos de monjes capuchinos- y "Miles Away".


Y, acto seguido, llegaron los "músicos romanos", un trío de gitanos que le puso un desbordante caudal de alegría y diversión al clásico "La isla bonita". Instalados al borde de la dársena nuevamente, Madonna y los bailarines hicieron palmas mientras una joven danzaba al ritmo de "Doli Doli", un tema de los romanos.

EVITA EN EL RECUERDO

La emoción se apoderó del estadio cuando la vocalista entonó "You Must Love Me" y "Don't Cry For Me Argentina" -con un fondo que proyectó la bandera celeste y blanca-, los dos temas más emblemáticos del musical "Evita" que filmó en el país en 1995. La respuesta del público fue una ovación para la artista, que desapareció para su nuevo cambio de vestuario.

Luego del intermedio "Get Stupid", un video con imágenes de desastres ecológicos, guerras y conflictos raciales, siguió "Rave", el cuarto y último segmento de la noche, dedicado a los ritmos bailables. Así se sucedieron una potente versión de "Like a Prayer", con mensajes de amor universal en las pantallas; y "Ray of Light", con la diva arengando al público a saltar sin parar.

"¿La están pasando bien? ¿No creen que ya hice suficiente?", preguntó pícara la anfitriona. Después invitó a un joven a elegir "un tema viejo" para que ella lo cante. El chico, de nombre Tomás, pidió "Like a Virgin", que la artista cantó a medias con el público. Y casi en el cierre llegó "Hung Up", en una versión menos disco y con guitarras muy distorsionadas.

El final fue con estética de videogames de los 80 y el tema "Give it to Me", con Madonna y su ballet saltando sobre la pasarela y arengando al público a cantar el estribillo. Después, la diva saludó y las pantallas volvieron a cerrarse formando un cubo en medio del escenario con la frase "game over".