La increíble historia de la jubilada que hereda 40 millones

Un análisis demostró, después de una larga batalla judicial, que es hija de un hacendado millonario

El rumor se escuchaba desde hacía mucho tiempo en General Acha (La Pampa) y un día, en una parrilla del lugar, llegó a oídos de uno de los hijos de la hoy jubilada Eva Paole. Decía que su mamá -la propia Paole- era en realidad hija de un potentado del lugar, el hacendado Rufino Otero, dueño de una fortuna de alrededor de 40.000.000 de dólares. Enterada la mujer llevó el caso a la Justicia, que, tras una larga batalla judicial le dio la razón. Ahora -la mujer, una jubilada de 68 años, que todos los meses cobra 680 pesos, ahora podría recibir campos y otros bienes por 40 millones de dólares luego de comprobarse por un análisis de ADN que es hija de Otero.

Pero la larga batalla judicial, que mantuvo en vilo a general Acha durante casi ocho años, desataría alrededor una sórdida historia de ribetes cinematográficos, que incluyó robos y cambios de cadáveres y accidentes extraños, con el claro objetivo de que la mujer, que hasta hoy vive en la pobreza, no pudiera comprobar que era la hija del hacendado Otero, que murió en la década de los '80 en la ciudad de General Acha, situada a 120 kilómetros al sur de Santa Rosa.

LA LARGA HISTORIA DE UNA HERENCIA

El escándalo se había iniciado el 2 de agosto de 1999, cuando Eva Paola, hoy de 68 años y residente en la localidad de General Acha, se presentó en la Justicia y dijo ser la hija de Rufino Otero.

Este hacendado, que murió en 1983 y no tuvo hijos con su esposa, dejó en La Pampa 26 campos por un total de 50 mil hectáreas, 15 casas y otros inmuebles, y hasta dos aviones.

Su fortuna, que se calculó en ese momento en 40 millones de dólares, pasó a manos de la viuda, y en 1990, pocos antes de morir ésta mujer, todos los millones pasaron a su sobrino Darío Sarasola Arenaz.

En 1999, Eva Paole, que nació y creció en la pobreza, se enteró por comentarios en el pueblo que era la hija del hacendado muerto y exigió la realización de un análisis de ADN para probar que era una hija concebida fuera del matrimonio de Otero.

Su madre era Josefa, una empleada doméstica que trabajaba en la casa de los Otero y que había mantenido una relación amorosa con el hacendado.

El empresario ganadero nunca habría negado, frente a otros empleados, que Eva era su hija, pero nunca la reconoció legalmente.

Cuarenta y cinco días después del reclamo judicial de Eva Paole, fue profanado el panteón del multimillonario muerto.

Las autoridades judiciales constataron la rotura de partes del cajón y que el cuerpo estaba desnudo, cuando todos recordaron que, mientras lo velaban, Otero estaba vestido.

La Justicia pampeana pudo determinar que, como se sospechaba, alguien robó y cambió el cadáver del poderoso hacendado del que Sarasola recibió la herencia.

El Primer Centro Argentino de Inmunogenética (Pricai), dependiente de la Fundación Favaloro, desechó el 11 de agosto de 2006 algún tipo de vínculo biológico entre el cadáver que apareció en la tumba de Rufino Otero y el cuerpo de su madre, según fuentes judiciales, por lo que se confirmó el robo.

El año pasado, además, una persona, según consta en una denuncia policial anónima, dijo que conocía a quienes habían sacado el cadáver y aseguró que el cambio de los cuerpos se hizo en un campo.

También dijo que el muerto que estaba en el cajón de Rufino Otero era de la localidad de Toay y que el cadáver de Otero, siempre según esa denuncia anónima, había sido llevado al cementerio de Morón, donde había sido finalmente cremado para borrar todos los rastros.

El año pasado, en tanto, falleció Darío Sarasola Arenaz, el hombre que había recibido la multimillonaria herencia.

LA CONFIRMACION

Para tratar de establecer quién es era padre de la mujer, se tomaron numerosas pruebas de ADN, hasta que ahora el Pricai confirmó que Eva Paole es nieta de Justina Porras, la madre de Rufino Otero, con un índice de abuelidad del 99,93 por ciento.

La historia de la herencia de Rufino Otero es una saga que mantuvo en vilo por años a General Acha, una población de 12.000 habitantes ubicada a 110 kilómetros al sur de Santa Rosa.

Rufino Otero fue un reconocido hacendado y empresario de General Acha que a lo largo de su vida amasó una fortuna en tierras -tenía más de 50.000 hectáreas- inmuebles urbanos, dos aviones y gran cantidad de ganado.

El lento proceso judicial incidió en que la parte de la fortuna de Otero que llegará a manos de la jubilada se vea reducida: desde que Paole hizo su primera demanda se vendieron siete inmuebles, cuatro campos y 50.037 hectáreas, por lo menos.

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