Inadmisibles falencias del servicio de transporte

Si resulta problemático viajar en micro en nuestra ciudad durante los días hábiles, por las largas esperas que muchas veces deben soportar los pasajeros, hacerlo los domingos representa un verdadero calvario ya que el servicio se presta en forma muy irregular, con frecuencias que muchas veces se extienden más de una hora.

El panorama se complica por el hecho de que, en esas jornadas, ocurre lo mismo con el servicio de taxis, cuya dotación se ve ostensible disminuida. Según señalaron fuentes del sector, los domingos sale a la calle una cantidad de autos inferior al 50 por ciento de la que circula los restantes días de la semana.

De acuerdo a un artículo publicado recientemente en este diario, la situación no se circunscribe, en realidad, a los domingos, sino que se presenta en casi todas las jornadas no laborables, en las que encontrar un micro o un taxi disponibles se convierte, cuanto menos, en un hecho azaroso.

Por cierto que, en el caso de los colectivos, la escasa frecuencia con que circulan hace que las pocas unidades que prestan servicios lo hagan completamente saturadas de pasajeros, de modo tal que ni siquiera se detienen en muchas paradas, incrementándose de esa manera las demoras y la más que justificada impaciencia de quienes aguardan en ellas.

En torno a esta cuestión, la dirección de Transporte y Tránsito sostuvo que la realidad de la concesión muestra que "las empresas disminuyeron unilateralmente y sin justificación algunas flotas, frecuencias, recorridos y calidad de los servicios", al aplicar recientemente sanciones a las líneas urbanas que transgredieron normas vigentes.

En lo concerniente a los taxis, no sólo resulta fácil advertir en las calles la disminución de unidades durante los días no laborables: por caso, quien recurra a los radiollamados verificará que las esperas promedio no descienden de 20 minutos.

Estas reducciones al mínimo de frecuencias y de unidades disponibles constituyen anomalías e incumplimientos que no encuentran justificación alguna. A la vez, dejan también la sensación de que los responsables del transporte de pasajeros se manejan con una discrecionalidad que no debe ser tolerada, dado el alto impacto que ese servicio tiene en la calidad de vida y en el desenvolvimiento cotidiano de la comunidad.

En momentos en que el hoy llamado transporte de superficie pasó a ser revalorizado como la mejor alternativa urbanística, para evitar, de ese modo, la saturación de automóviles particulares en los centros de las ciudades, resulta inadmisible que en nuestra ciudad se advierta un panorama tan negativo, opuesto a aquella tendencia.

Especialmente en el sensible tema de los colectivos, hace ya demasiados años que la ciudad sigue perdiendo oportunidades para formular correcciones de fondo.

El servicio público de transportes no admite brechas, defecciones o interferencias. Debe ser prestado en forma permanente y eficaz, con frecuencias preestablecidas que sean cumplidos en forma cabal, a toda hora y todos los días de la semana. Y la Comuna debe mostrarse inflexible con quienes incumplan con sus obligaciones.

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