¿Un retorno a la Guerra Fría?
| 14 de Agosto de 2008 | 00:00

Las tensiones en la ex república soviética de Georgia escalaron rápidamente, como si se tratara de una escena de la Guerra Fría: Rusia usó la fuerza para doblegar a Georgia y Estados Unidos advirtió que la conducta del Kremlin era "inaceptable". El presidente George W. Bush denunció la ofensiva rusa en términos fuertes y durante unos días pareció que Rusia no se retiraría. Moscú reaccionó militarmente para enseñarle una lección a Georgia y a su presidente proestadounidense, Mijail Saakashvili: que no deben tratar de inmiscuirse en sus dos provincias disputadas, Osetia del Sur y Abjasia.
La ofensiva rusa en Georgia fue del tipo de ataque súbito, sangriento y aplastante que interrumpió la revolución húngara en 1956 y el levantamiento checo en 1968. Los rebeldes en ambos países tenían el apoyo implícito de Estados Unidos y cuando llegó la respuesta rusa hubo mucha retórica estadounidense, pero ninguna intención real de Washington de convertir un roce de la Guerra Fría en una guerra mundial. Moscú dejó en claro, una y otra vez, que estaba al cargo del bloque soviético y que los demás no debían entrometerse. El hecho de que los rusos tenían _y todavía tienen_ un arsenal nuclear de grandes proporciones ayuda a que Occidente actúe con cautela.
En 1948 y 1949, sin embargo, los rusos perdieron una confrontación humillante y potencialmente peligrosa con Estados Unidos y sus aliados cuando trataron de bloquear el oeste de Berlín. Sin recurrir a la fuerza, los estadounidenses y sus aliados transportaron por avión alimentos y otros suministros a los berlineses del oeste, demostrándole a la Unión Soviética que podrían oponerle resistencia con éxito. En 1962, después de una de las mayores crisis de la Guerra Fría, Rusia capituló ante Estados Unidos y retiró de Cuba sus bases de misiles nucleares. Probablemente fue el momento en el que ambas superpotencias estuvieron más cerca de enfrentarse directamente. El gobierno soviético se desintegró en 1991, pero las viejas rivalidades persistieron. Lo que más ha molestado a Moscú ha sido la expansión de la alianza militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), formada inicialmente contra los soviéticos, u que ahora llega hasta las propias fronteras de Rusia.
La ofensiva rusa en Georgia fue del tipo de ataque súbito, sangriento y aplastante que interrumpió la revolución húngara en 1956 y el levantamiento checo en 1968. Los rebeldes en ambos países tenían el apoyo implícito de Estados Unidos y cuando llegó la respuesta rusa hubo mucha retórica estadounidense, pero ninguna intención real de Washington de convertir un roce de la Guerra Fría en una guerra mundial. Moscú dejó en claro, una y otra vez, que estaba al cargo del bloque soviético y que los demás no debían entrometerse. El hecho de que los rusos tenían _y todavía tienen_ un arsenal nuclear de grandes proporciones ayuda a que Occidente actúe con cautela.
En 1948 y 1949, sin embargo, los rusos perdieron una confrontación humillante y potencialmente peligrosa con Estados Unidos y sus aliados cuando trataron de bloquear el oeste de Berlín. Sin recurrir a la fuerza, los estadounidenses y sus aliados transportaron por avión alimentos y otros suministros a los berlineses del oeste, demostrándole a la Unión Soviética que podrían oponerle resistencia con éxito. En 1962, después de una de las mayores crisis de la Guerra Fría, Rusia capituló ante Estados Unidos y retiró de Cuba sus bases de misiles nucleares. Probablemente fue el momento en el que ambas superpotencias estuvieron más cerca de enfrentarse directamente. El gobierno soviético se desintegró en 1991, pero las viejas rivalidades persistieron. Lo que más ha molestado a Moscú ha sido la expansión de la alianza militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), formada inicialmente contra los soviéticos, u que ahora llega hasta las propias fronteras de Rusia.
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