Lugar común, la violencia

Chicas que terminan a las trompadas en el patio de un colegio. Pibes de 13, 14 o 15 años que terminan en el hospital después agarrarse a trompadas a la salida de un boliche. Jóvenes que pierden la vida en una "picada" de autos o que se terminan "matando" a piñas en una batalla de bandas en la puerta de la escuela. El drama de la violencia juvenil no tiene un registro preciso en las estadísticas pero se palpa a diario en distintos lugares y en cualquier estrato social: el nivel de violencia entre los adolescentes creció de manera notable en los últimos años.

Según la mirada de los especialistas en temáticas juveniles, una de las razones del fenómeno hay que buscarla en la falta de diálogo que existe entre los chicos y entre ellos y los adultos y, además, en el incremento en los niveles de intimidación física y psicológica que se evidencian cada vez con más asiduidad sobre todo en las mujeres.

Pero esos mismos especialistas no dejan de ver un origen y una consecuencia igual de evidente: esos chicos también son víctimas, en general frustrados y a veces furiosos ante la falta de horizontes y la descalificación social de los adultos y autoridades que antiguamente marcaban el camino hacia un futuro no tan incierto.

"Los padres y maestros están expuestos a niveles de agresividad inéditos", apuntan desde el Centro Psicoanalítico Dos, donde rastrean las causas del problema "en la profunda crisis de valores que sacude a las familias y a la sociedad. Los jóvenes ven a sus padres nerviosos, amargados, desocupados o sobreocupados, y eso los altera, los pone violentos, irracionales e impulsivos".

Otra modalidad que crece y preocupa es la pelea entre chicas, algo impensado varios años atrás. De acuerdo a lo que apuntan los entendidos en la materia, en la violencia física ya no corre la diferenciación de sexo e incluso las chicas, cuando se agreden, despliegan una violencia aún mayor que la de los varones.

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