Sacar al más apto es darle la espalda al sentido común

Piatti, con espacios, era el indicado para marcar la diferencia en un ataque flojitoPor MARTÍN MENDINUETA

El fútbol en su conjunto, desde el juego de campito entre amigos hasta el segmento profesional, donde se compite por dinero y prestigio, rechaza enfáticamente aquellas decisiones que prescinden del sentido común.

Los directores técnicos pueden elegir libremente sobre un generoso menú de opciones tácticas y estratégicas, pero cambiar a su mejor jugador de libreto ofensivo, justo cuando están obligados a buscar el triunfo, se transforma en un ejercicio de raíces suicidas.

Justamente eso fue lo que hizo Guillermo Sanguinetti. Nadie en su sano juicio puede asegurar que con Ignacio Piatti (el hombre en cuestión) en cancha era una fija que Gimnasia iba a ganar, pero también es cierto que haberlo sacado fue una elección concebida a contramano de la lógica.

¿Por qué meter mano en lo poco que andaba bien?; ¿cuál era el beneficio concreto de marginar, en el tramo final del partido, a quien había sido hasta ese momento la principal preocupación de Argentinos Juniors?; ¿tanto costaba mantenerlo en esa franja derecha?; ¿tan peligroso era dejarlo allí, con sus altibajos y excesos individualistas incluidos?

Parece que sí. Después de un empate amargo por donde se lo mire, el padre de tan polémica medida argumentó que "lo saqué a Piatti para poder reforzar el juego por la izquierda, porque por la derecha, con Ormeño y Villar, estábamos bien". ¿Y?, ¿Por qué no siguió apostando a lo que pueden generar en sociedad el autor del gol con el defensor chileno? La explicación no convence. La salida "cantada" era la de Sebastián Romero, quien otra vez volvió a mostrar sólo migajas de su potencial.

Cuando uno resuelve modificar lo que está bien y mantener lo que está mal, el margen de alcanzar el éxito se reduce a la mínima expresión. En una de esas, Gimnasia podría haberlo ganado empujado por un tifón de buena suerte, pero eso ya es "timba" pura.

EL DEMONIO "NACHO"

Las cosas por su nombre. Ignacio Piatti, sobre el cual se tejen las peores sospechas, cumple su trabajo en el club que lo tiene contratado escuchando críticas de distinto tenor; humanas, profesionales y netamente futbolísticas. Lo han demonizado. Mientras lo utilizan, a veces como titular y en otras de suplente, los integrantes del tan particular microclima mens sana le hacen sentir que únicamente valoran algunas cosas que desarrolla con sus piernas.

En este plantel donde Diego Alonso juega cuando su físico se lo permite, el "Pampa" no la emboca, "Chirola" parece otro y "Potrerito" y "Teté" son los mejores empleados del mes, no aprovechar al máximo las buenas condiciones de un mediocampista con alma de delantero, es más o menos como tirar dinero al tacho de la basura.

¡Ojo! Piatti no es Maradona, ni Messi. Tampoco, Di María. El 8 del "Lobo" es uno de los pocos que, de vez en cuando, consigue lo más difícil a la hora de llevar la pelota, precisión y desequilibrio en velocidad.

Este Gimnasia que luce anémico cuando pisa el área rival, no puede, bajo ningún punto de vista, darse el lujo de no tenerle paciencia a quien, entre otras cosas, convirtió su último gol.

Sanguinetti también declaró que "no me pongo a analizar la reacción de los plateístas". Puede ser que no lo haga, pero debería hacerlo. Las quejas que partieron desde ese sector fueron genuinas y tuvieron un origen común: Ningún hincha hubiera hecho el cambio que él ordenó.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE