Descontrol sexual en los boliches
Una movida hot incorporó el sexo explícito a la noche. la desinhibición lleva a que tórridas escenas que se dan en el interior de los boliches sean filmadas por teléfonos celulares por alguno de los protagonistas de la acción, o bien de terceros Ver las opiniones
| 7 de Septiembre de 2008 | 00:00

Premios en alcohol para las chicas que logren excitar hasta la erección a un joven que se ofrece como termómetro de una singular competencia, mujeres del público que coronan el show erótico al que asisten con una fellatio a un stripper y hasta una penetración real en el escenario del local atestado donde el espectáculo sexual es la atracción central de la velada, son parte del menú que ofrecen boliches que hicieron de la noche del conurbano un epicentro del descontrol.
La movida hot en el Gran Buenos moviliza a miles de adolescentes y jóvenes que asisten a espectáculos en los que no se escatima el sexo explícito entre strippers y desnudistas, y en los que también el propio público termina imbuido de la temática del show propuesto, con más o menos participación según el grado de desinhibición alcanzado a partir de los condimentos colaterales que también ofrece la reunión.
Ramos Mejía, Quilmes e Ituzaingó cuentan, por irreverente que parezca el concepto, con las catedrales de este tipo de espectáculos calientes que ganan en concurrencia por la atracción generada tanto en torno a los shows como en los efectos derivados de la fuerte experiencia sexual vivenciada en la noche que, a esa altura, para algunos acaba de comenzar.
Al calor de la noche
La tournée por tres de estos locales permite ubicar situaciones comunes donde, por ejemplo en el complejo situado sobre la segunda Rivadavia, a pocas cuadras de la estación Ramos Mejía, tras el pago de una entrada de precio accesible, el ámbito muta de tal forma que en tres horas da lugar a una cena, una disco y el plato fuerte: el show erótico.
Fabián es un joven de formación universitaria que tiene una costumbre para algunos censurable: los viernes a la madrugada, tras dejar a su novia, comparte con sus amigos unas horas, quizás las más tórridas de la velada, en ese boliche de Ramos donde la “temperatura” extrema del show erótico tiene derivaciones impensadas para los redactores cincuentones.
“En el escenario el show es fuerte y el sexo explícito está a la vista”, apuntó Fabián, para quien lo que allí pasa condiciona lo que viene después cuando retoma la disco. “Es un momento ideal para arrancar a alguna chica aun conmocionada por lo que acaba de ver”, explica para develar su estrategia.
A soltarse el pelo
La excitación es tal que la motivación del show se traslada a los reservados del boliche donde Fabián asegura que algunas relaciones recién establecidas terminan en un encuentro sexual como el que lejos de Ramos Mejía, en Quilmes, se da en otro nivel en el marco de un espectáculo exclusivo para mujeres.
En el centro de esa ciudad del sur del conurbano, la sensualidad y anatomía de los strippers lleva a que el público femenino al que está dirigido el espectáculo se suelte el pelo y de rienda suelta a impulsos y fantasías disparados por el alto voltaje generado por los adonis versión Siglo XXI.
Tanto desenfreno cuando los strippers se juntan con su público lleva, por ejemplo, a que haya damas que honren a los protagonistas del show, los strippers, practicándole sexo oral ante la vista de un auditorio dividido entre las azoradas que observan boquiabiertas y las que aplauden tanta audacia al natural.
Sexo en canilla libre
En Quilmes otro boliche de bucólica ubicación también suma pergaminos en cuanto a nivel hot de la propuesta pero en su caso, combinando lo eroticidad de strippers y desnudistas en el escenario con la oferta gratuita de cerveza para las mujeres hasta que otro aspecto de la naturaleza humana marca el límite.
Ocurre que tras el show la barra de cerveza decide poner punto final a la canilla libre de esa bebida alcohólica cuando la primera de las asistentes es detectada ingresando al baño de damas para orinar. A partir de allí los tragos ya deben ser pagados y la apertura del boliche para los hombres marca una nueva instancia en la noche.
“Jovencitas y veteranas que se dieron con todo con la cerveza a esa hora están de regalo y no es muy difícil transar y arrancarlas del boliche para tener algo de acción por otro lado”, puntualizó otro amigo de la noche que ni siquiera aceptó ser mencionado en esta nota por su nombre de pila para no ver expuesto perfiles que su esposa al menos desconoce.
Todo por la botella
En Ituzaingó, más precisamente en la zona de Parque Leloir, está el otro foco de esta actividad bolichera que atrapa y que pone al sexo como atracción principal de la noche bañada en alcohol que se prolonga en algunos casos hasta más allá de las 7 de la mañana.
Pero la sumatoria de sexo, alcohol y desenfreno conoce otros caminos como una peculiar competencia que tiene como participantes a chicas que compiten por una botella de champán o el acceso a unos tragos. El juego, afirman, vino importando de Bariloche, donde la movida estudiantil lo instauró desde hace un tiempo.
Un joven cómodamente sentado en un sillón del boliche actúa como “tester” de la prueba. Las chicas tienen, sin tocarle sus partes pudendas, que excitarlo a través de caricias, arrumacos y movimientos sensuales. Tamaño manejo de la eroticidad tiene su punto cúlmine cuando el muchacho alcanza la erección que le da la victoria, por ende el acceso al premio prometido, a la chica que desplegó su mayor sexualidad.
Hay quienes aseguran que en algunos lugares la apuesta tiene un encuadre más íntimo pero, también, de mucho mayor voltaje. A igual recompensa las jóvenes compiten en la oscuridad del boliche en la práctica del sexo oral por ver quien logra la eyaculación del caballero convertido en juez de una justa nacida de una moda que, a todo descontrol, gana espacio en la noche joven.
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