Arturo Cabral Ayarragaray

Su fallecimiento

La muerte de Arturo Marcos Cabral Ayarragaray produjo una profunda pena entre quienes lo respetaron y apreciaron por sus inclaudicables valores.

Nació en La Plata en agosto de 1931. Su padre fue Arturo Cabral, veterinario, profesor y decano de la facultad de Ciencias Veterinarias; su madre, Bertilda Ayarragaray, fue una de las primeras mujeres egresadas de la facultad de Humanidades de la UNLP en 1909.

En 1965 se casó con Eve Elvira Scoccia, escribana y abogada con quien tuvo sus tres hijos: Arturo, Marina y Julieta.

A los 22 años se graduó como doctor en Medicina y hasta el 2008 ejerció con verdadera pasión su profesión como cirujano general y en especial como cirujano coloproctólogo. Se retiró luego de casi 55 años de tratar "personas", y no sólo pacientes, como siempre decía.

En 1957 ingresó por concurso al Hospital San Martín y fue jefe de Servicio de Cirugía desde 1984 hasta 1992. Desarrolló su actividad académica en la facultad de Medicina de la UNLP de forma permanente y accedió por concurso al cargo de profesor titular de Cirugía, área que dirigió hasta su retiro académico a los 67 años. Luego fue designado Profesor Extraordinario en la categoría de Consultor, la misma cátedra que su maestro el doctor José María Mainetti.

Desde 1956 hasta 2008 se desempeñó en el Hospital Italiano de La Plata. Fue director de la residencia en Cirugía; jefe del Servicio de Cirugía y, luego, médico Consultor del Servicio de Cirugía. Además, la cirugía le brindó la satisfacción de operar junto a su hija médica.

Fue coautor de libros y dictó más de cien conferencias, cursos y trabajos. También fue presidente de la Sociedad de Cirugía de La Plata en 1971, presidente de la Sociedad Argentina de Proctología en 1982 y 1983, presidió el 17º Congreso Argentino de Coloproctología en 1992 y en 2001 presentó "La Coloproctología como especialidad.

Transmitió sus conocimientos sin ninguna reticencia a los más jóvenes y ayudó a crear la residencia en Cirugía del Hospital Italiano. Siempre hizo hincapié en el cuidado y contención de la "calidad de vida" de los pacientes y sus familiares.

Este gentilhombre se despidió en su casa: el Hospital Italiano, recibiendo el cuidado, esfuerzo y afecto de discípulos, colegas, y personal auxiliar. Dejó tras de sí a un sinnúmero de amigos, queridos familiares, a su mujer, tres hijos profesionales y a su última y más grande alegría: sus tres nietas.