Boca quiere cantar Victoria
Un Tigre en resurreccion, una señal de alerta para el equipo de Ischia
| 22 de Marzo de 2009 | 00:00

La "resurrección" de Tigre y la chapa de candidato que siempre tiene Boca adornan las horas previas de un partido que, sin dudas, está entre los puntos salientes de la séptima fecha del Clausura. Desde las 15 -con televisación por TyC Max-, el subcampeón y el campeón del pasado Apertura se verán las caras en Victoria, con la premisa de prolongar lo que han entregado recientemente.
Tigre empezó muy mal esta segunda parte de la temporada. Pero luego de tres jornadas en las que pareció haber olvidado los condimentos de la receta que lo llevó a pelear por el título (sucesivas derrotas ante San Lorenzo, Arsenal y Vélez), lentamente recuperó su hambre de gloria y su eficacia. Primero igualó con San Martín de Tucumán en el norte, más tarde goleó a Racing y en la fecha anterior un tiro libre de Morel lo hizo festejar en La Plata, donde venció 1-0 a Gimnasia. Las cosas cambiaron, la campaña se estabilizó y ahora el equipo de Diego Cagna aparece entonado, dispuesto a extender su serie positiva contra un rival de primera línea, al que le ganó los dos partidos disputados en el Apertura 2008: el de la etapa regular y el del triangular final. Si lo consigue, mirará nuevamente la zona alta de la tabla, allí donde estuvo sin marearse en los últimos tiempos.
Boca también tuvo algunos altibajos en este mismo campeonato. Su rendimiento no ha sido perfecto -ya sufrió tres derrotas-, pero el 3 a 0 de hace siete días, contra Argentinos Juniors, pareció modificarle el ánimo. Con ese impulso fue el miércoles a Paraguay y, luego de estar en desventaja, superó por 3-1 a Guaraní, con lo que dio un paso gigantesco hacia la clasificación para los octavos de final de la Copa Libertadores. En ese encuentro, los cambios que hizo Carlos Ischia confirmaron el poderío individual del plantel azul y oro. Promediando el segundo tiempo, cuando ya Riquelme había anotado el empate transitorio mediante la ejecución de un penal, el técnico decidió mandar a la cancha a dos históricos (Palacio y Palermo) en reemplazo de Mouche y de Figueroa. La dupla Pa-Pa respondió con "la especialidad de la casa": un gol de Martín, empujando la pelota de atropellada, estampó el 2 a 1; y otro de Rodrigo, a través de una definición perfecta mano a mano con el arquero, terminó de moldear la victoria.
Pero la reconocida variedad de recursos y la jerarquía individual que tiene Boca no le alcanza para creer que en Victoria pasará una tarde tranquila. Tigre seguramente lo va a exigir a fondo, porque ya se sabe que les perdió el respeto a los poderosos y porque hoy luce recuperado. El partido no es una final como la que disputaron hace poco por el Apertura. Sin embargo, adquiere trascendencia, ya que el que lo gane se sentirá fortalecido e ilusionado de cara al futuro.
Tigre empezó muy mal esta segunda parte de la temporada. Pero luego de tres jornadas en las que pareció haber olvidado los condimentos de la receta que lo llevó a pelear por el título (sucesivas derrotas ante San Lorenzo, Arsenal y Vélez), lentamente recuperó su hambre de gloria y su eficacia. Primero igualó con San Martín de Tucumán en el norte, más tarde goleó a Racing y en la fecha anterior un tiro libre de Morel lo hizo festejar en La Plata, donde venció 1-0 a Gimnasia. Las cosas cambiaron, la campaña se estabilizó y ahora el equipo de Diego Cagna aparece entonado, dispuesto a extender su serie positiva contra un rival de primera línea, al que le ganó los dos partidos disputados en el Apertura 2008: el de la etapa regular y el del triangular final. Si lo consigue, mirará nuevamente la zona alta de la tabla, allí donde estuvo sin marearse en los últimos tiempos.
Boca también tuvo algunos altibajos en este mismo campeonato. Su rendimiento no ha sido perfecto -ya sufrió tres derrotas-, pero el 3 a 0 de hace siete días, contra Argentinos Juniors, pareció modificarle el ánimo. Con ese impulso fue el miércoles a Paraguay y, luego de estar en desventaja, superó por 3-1 a Guaraní, con lo que dio un paso gigantesco hacia la clasificación para los octavos de final de la Copa Libertadores. En ese encuentro, los cambios que hizo Carlos Ischia confirmaron el poderío individual del plantel azul y oro. Promediando el segundo tiempo, cuando ya Riquelme había anotado el empate transitorio mediante la ejecución de un penal, el técnico decidió mandar a la cancha a dos históricos (Palacio y Palermo) en reemplazo de Mouche y de Figueroa. La dupla Pa-Pa respondió con "la especialidad de la casa": un gol de Martín, empujando la pelota de atropellada, estampó el 2 a 1; y otro de Rodrigo, a través de una definición perfecta mano a mano con el arquero, terminó de moldear la victoria.
Pero la reconocida variedad de recursos y la jerarquía individual que tiene Boca no le alcanza para creer que en Victoria pasará una tarde tranquila. Tigre seguramente lo va a exigir a fondo, porque ya se sabe que les perdió el respeto a los poderosos y porque hoy luce recuperado. El partido no es una final como la que disputaron hace poco por el Apertura. Sin embargo, adquiere trascendencia, ya que el que lo gane se sentirá fortalecido e ilusionado de cara al futuro.
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