"Debí tener mucha rabia, porque los quería mucho"

Marcelo Cristian Bernasconi se refirió al rechazo familiar por su condición de homosexual

"Si me pregunta hoy, creo que me iría de casa", le contestó ayer al fiscal de Juicio Rubén Sarlo, sin dudar un instante y con voz suave, Marcelo Cristian Bernasconi (19), al inicio del debate oral y público que comenzó a juzgarlo por los homicidios -aparentemente por el rechazo que generaba su condición de homosexual en su núcleo familiar- de su hermano mayor y su madre, a quienes habría ejecutado a tiros en un campo de Oliden, partido de La Plata.

El acusado, vestido de jean azul, camisa blanca y zapatillas al tono, de conocida marca alemana, de cuero y velcro, confesó todo lo que su memoria -"llamativamente selectiva", según dijeron los peritos psiquiatras y psicólogos de Tribunales- ha retenido de aquél sangriento 26 de mayo de 2009.

Según relató ayer ante los jueces, aquella mañana se levantó a las 5,15. Siempre era el primero en levantarse de los tres, pero ese día se despertaron juntos. La noche anterior lo habían maltratado e insultado por la relación de noviazgo que mantenía con un chico.

También narró que fue a ordeñar las vacas y que en ese momento su hermano le dijo, al reanudarse la discusión de la noche anterior: "Papá se murió por vos cuando se enteró que eras un p... de m...".

"Sentí que mi cara se puso colorada. Caliente. Escuché un ¡pum!, como un disparo y vi caer a mi hermano", afirmó Bernasconi, muy pausado, con voz entrecortada y débil.

El relato del joven a partir de allí tiene un gran bache. No sabe si fue el quien mató a su hermano Carlos Martín (22) y se le borró la parte del balazo a su madre, Juana Alicia Pérez (60).

A su mamá supuestamente la acribilló también con una carabina 22, en la cocina de la casa, ubicada a unos 70 metros de donde encontraron muerto a su hermano.

El acusado contó que recobró la memoria cuando estaba corriendo por el campo, con la carabina en sus manos, que alcanzó a esconder, y luego entró a la casa de un vecino para llamar a la Policía y una ambulancia. Una vez realizada esa llamada "me quedé más tranquilo", aseguró.

Ante este relato, el juez Emir Caputo Tártara -integrante del Tribunal Oral en lo Criminal IV, junto a Juan Carlos Bruni (h) y Gloria Berzosa- le descargó una batería de preguntas, como si fuera el ping-pong del clásico programa para ganar el viaje de egresados a Bariloche. Y el joven contestó con suma rapidez, sin baches, como un ganador. ¿Qué cantidad de vacas había en el corral? -Diez_. ¿A cuántas ordeñaste esa mañana? -Cuatro-. ¿Cuánta leche sacaste? -Medio balde-. ¿Dónde dejaste la carabina? -En el tercer poste del alambrado-. ¿Recordaste el número de teléfono de la Policía? _El 4-96...-.

Esa rapidez y lucidez se perdió en el medio de esos dos precisos relatos, entre el antes y el después de la escena principal. El joven no recuerda nada sobre el momento de los crímenes.

"Amnesia lacunar", mencionó el fiscal Sarlo, luego, al interrogar a los peritos, quienes explicaron que el relato realizado por el acusado encaja con lo narrado por el joven durante las entrevistas realizadas en la Asesoría Pericial, aunque mencionaron que era "llamativo" ese olvido, en medio de dos relatos tan precisos, con gran cantidad de datos, entre los que figuran su intento por simular que se había tratado de un robo, coartada que al parecer quedó trunca con la intervención del fiscal de instrucción Marcelo Martini, presente en la Delegación de Investigaciones de La Plata, donde Bernasconi se habría quebrado ante un testigo y confesado.

Ayer admitió la posibilidad de que fue él. "Creo que debí tener mucha rabia, porque los quería mucho", dijo el acusado.

Luego ante otra pregunta del doctor Caputo Tártara, el joven dijo: "Creo que me querían, pero no lo sabían demostrar".

El juicio continuará hoy, a las 9, en los tribunales penales de 8 y 56, con el relato de más testigos del caso.

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