Los impuestos en la historia argentina

Con motivo del Bicentenario, el Consejo Profesional en Ciencias Económicas de la Provincia de Aires elaboró un informe sobre la evolución del sistema impositivo a través de 200 años de la historia económica argentina en períodos y subperíodos, que apunta a sacar enseñanzas para el presente y el futuro.

El informe arranca desde 1810 a 1852, donde se destaca que los cambios impositivos están ligados a aspectos institucionales. Mayo de 1810 permite apropiar los recursos de aduana manejados desde la metrópoli española con criterio monopólico. Pero, la recaudación fue insuficiente frente a las necesidades de las guerras de independencia. El sistemático déficit fue cubierto por la emisión de moneda y el crédito compulsivo.

Entre 1853 y 1890 Argentina no sólo no disponía de un mercado interno único, tampoco era una nación. El nudo central radicaba en el manejo de la Aduana, la principal fuente de recursos. Entre 1852 y 1862 siguió a cargo de la provincia de Buenos Aires. La falta de recursos en la Confederación hizo que gravara de manera diferencial las mercancías que llegaban desde Buenos Aires, pero se generaron déficits permanentes. Ya en los `80 los gastos también crecieron al encarar grandes obras públicas (ferrocarriles y puertos) financiado con emisión monetaria y crédito público.

Desde 1890 y 1929 los cambios impositivos ya no vienen empujados por cambios institucionales. Ahora son cambios económicos, internos e internacionales los que marcarán a fuego el sistema impositivo. que llevaron a unificar su mercado interno e incorporarlo al mundo. Su reflejo tributario llevó a la creación de los impuestos "internos" por oposición a los de Aduana.

UN GIRO DECISIVO

El trabajo añade que entre 1930 y 1975 el modelo fue de sustitución de importaciones, luego que la crisis internacional de 1929 produjo un impacto en gran escala y el comercio mundial se redujo en 2/3. No quedó otra alternativa que un cambio radical en el sistema impositivo que a su vez fueron claves en el conjunto de transformaciones de las instituciones económicas. Implementar impuestos al consumo, sobre las rentas y la coparticipación, fueron tan importantes como la creación de entes reguladores de la producción y comercialización, el control de cambios y la creación de un Banco Central.

Entre 1976-2001 se produjo la apertura de la economía y la aniquilación del modelo de sustitución de importaciones. Las prioridades empresarias pasaron desde la faz productiva a la financiera, produciendo un gigantesco reacomodamiento en empresas y bancos que pasaron a depender del crédito externo. Esto, junto la imposibilidad de controlar la hiperinflación colocó a la economía en un estado de hibernación que limitó la recaudación impositiva, creando situaciones fiscales deficitarias y el endeudamiento que terminó con la crisis del 2001.

Por último el período 2002-2009, donde el esquema productivo generado al calor del modelo ya no estaba protegido por prohibiciones, cupos y aranceles. Ahora ese efecto se debía a un tipo de cambio antítesis del vigente en los '90. La recaudación impositiva reaccionó de manera más que proporcional, incluso con el plus de las retenciones posibilitadas por la devaluación y precios de commodities en alza.

El informe del Consejo destaca que el criterio que subyace tras esta descripción histórica el sistema tributario es un instrumento clave de la política fiscal que junto a la monetaria, cambiaria y de ingresos resume la globalidad de los instrumentos de política económica, y por ende el instrumento tributario debería ser funcional al modelo global.