San La Muerte: un antiguo culto pagano en el centro de la escena

Esta semana saltó a los primeros planos porque un asesino serial le ofrecía vidas. En qué consiste y cómo se lo venera

Todas las noches, miles de televidentes sintonizan la telenovela del momento, Malparida, donde el personaje de Gracia, abuela de la protagonista, rinde culto, entre otras imágenes, a la pequeña estatua de un esqueleto a quienes sus creyentes confieren una particularidad: se le puede pedir tanto que haga el bien como que haga el mal. Esa estatua no es otra que la de San La Muerte, protagonista de un culto cuya historia se remonta a la tradición guaraní, pero que saltó esta semana al centro de la escena después de que trascendió el caso de un asesino serial que mataba para ofrecerle vidas (ver aparte).

El caso en cuestión instaló en el centro de la escena a una devoción popular nacida en el noreste argentino, poco conocida y que no había estado antes asociada a casos similares. Una devoción que se remonta a varios siglos atrás, asociada a rituales para pedir protección, amor, fortuna y trabajo. Y también, venganza contra los enemigos, según admiten sus devotos.

Según los antropólogos, nació en el marco de la cultura guaraní y tomó más tarde algunos elementos de la religión católica. Pero a partir de la década del '60 y como consecuencia de las migraciones internas, se instaló en la Provincia de Buenos Aires, donde actualmente tiene plena vigencia, sobre todo en el conurbano bonaerense, en el que se ubican muchos de sus santuarios.

La antropóloga platense Carlota Sempé destaca que en un reciente congreso que reunió a antropólogos sociales argentinos se destacó otra característica de la actualidad de esta veneración pagana: su paulatino acercamiento con el culto al Gauchito Gil, nacido en la zona de Corrientes e instalado con singular fuerza en nuestra Región en los últimos años.

EL CULTO EN INTERNET

La presencia de numerosas páginas de Internet dedicadas al culto a San La Muerte (www.cultoasanlamuerte.com o sanlamuerte.net, entre otras) habla de la vigencia de una devoción popular sincrética que nunca fue aceptada por la religión católica, a pesar de que entre sus devotos se consideran más poderosas a aquellas imágenes que son bendecidas por sacerdotes de la Iglesia.

En esas páginas se enumeran varios santuarios que en todo el país mantienen viva la devoción (reconocido con el número 6855 por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, según se indica) y sus principales celebraciones públicas, que tienen lugar el Día de los Muertos, el Viernes Santo y el 15 de Agosto.

En esta última fecha se protagonizan procesiones en las que se saca a las calles la imagen, al son de músicas como la cumbia o el chamamé. La mayoría de esos santuarios se encuentran en el noreste del país y en el conurbano bonaerense.

En ellos se considera a San La Muerte (también llamado por otras denominaciones, entre ellas El Santo o el Santito) como "el más poderoso de los santos paganos", a quien se le atribuye poderes para hacer a sus devotos "invulnerables al daño y de inclinar a su favor la suerte en la fortuna y en el amor".

También se le pide por trabajo, por el retorno de un amor que se fue o por distintos motivos, al tiempo que se reconoce la existencia de un culto público y uno privado.

El culto público, dicen sus seguidores, es el que se da en las procesiones y santuarios. El privado es el doméstico, para lo cual se instalan altares en que se le ofrecen a la imagen ofrendas tales como bebidas alcohólicas o cigarrillos.

ORIGEN

En su libro "Cultos y Canonizaciones Populares de Argentina", Félix Coluccio, coloca a San La Muerte en el marco de la "constelación de santos de palo" que también integran otras devociones populares nacidas en el noreste, tales como los cultos a Santa Librada (que según sus cultores ayuda en heridas y fugas), San Pilato (a quien se atribuye poderes para encontrar cosas perdidas o San Son (deformación del San Son bíblico).

Con todo, las imágenes del Santo no sólo se diseñan en ese material, sino también en hueso y en plomo. Por lo general se trata de esculturas en hueso que son más valoradas cuando el que la talla es un devoto y cuando lo hace en alguna fecha considerada significativa para el culto.

Si bien algunas de las leyendas que pretenden explicar el origen de este culto popular se sitúan en las selvas habitadas por los guaraníes, pronto se mezclan con elementos católicos dando lugar a un culto sincrético.

Con todo, el hecho de no haber sido jamás aceptado por la Iglesia genera situaciones tales como que los devotos de San La Muerte busquen potenciar el poder de sus imágenes a través de sacerdotes sin que éstos lo sepan (ofreciéndolas a la bendición entre elementos católicos) o bien llevándolos a recorrer siete iglesias.

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