El nuevo amor de "El Salmón"

Micaela Breque, la chica Playboy de 22 años que conquistó el corazón de Andrés Calamaro

El Salmón, como lo llaman a Andrés Calamaro, tiene 50 años bien vividos. Micaela Breque apenas 22, pero asegura que en la relación la adulta es ella. Y hay que creerle, porque desde siempre supo lo quería y cómo conseguirlo. A los 17 mentía la edad para conseguir trabajo como promotora. A los 19 fue tapa de Playboy, hecho que a su padre le puso los pelos de punta pero se la tuvo que bancar. Su hija ya había elegido ser lo que es.

¿Y qué es, además de ser la novia de Calmaro? Para empezar, la versión local de la mítica Briguitte Bardot. A la hora de dar una entrevista se presenta con minishorts, una larga y rubia cabellera cubriendo a medias las lolas, y una soltura, al contestar, que roza la desfachatés. Este look súper seductor a ella le encanta. A Calamaro, según aseguran las malas lenguas, lo enloquece. A tal punto que hace 11 meses lo acompaña en sus giras, vaya donde vaya. Micaela es, hoy por hoy, la sombra de El Salmón.

Y como lo conoce más que nadie, a la hora de hablar de su novio no ahorra adjetivos. "Andrés es un libro abierto -asegura-. Tiene una inteligencia superior. Y la sensibilidad mezclada con la inteligencia a las mujeres nos mata. Eso sí, a los que andan diciendo qué hago con un hombre más grande, les digo que en la pareja la adulta soy yo. No entienden que la vieja acá soy yo. La que toma el tecito con limón soy yo. El, como todos los rockstars, es un adolescente eterno. A su lado yo soy el Dalai Lama. Soy re-tranqui".

Esto último es relativamente cierto. Porque admite, por ejemplo, que es celosa. Muy celosa, en realidad. Celos que justifica diciendo que como todos, defiende lo que tiene. Y lo que tiene, por ahora, es una vida junto a Calamaro en la que más allá de las giras, no todo es vértigo. En los días que Andrés no tiene que presentarse, pueden llegar a pasar horas viendo en la tele series policiales como "La escena del crimen" y "The Wire", o escuchar hip-hop. Breque, especialmente, baja a la pileta, toma clases de jazz y va al gimnasio todo lo que puede.

Así como asegura que Calamaro tiene "una inteligencia superior", a la hora de hablar de sí misma no lo duda: "Yo escucho mucho, palabra por palabra con mucha paciencia. Y después de repente tiro un comentario cortito y al pie, pero clave. Trato de entender al otro, ponerme en su lugar y acompañar. También respetar espacios, basicamente. Lo que me saca la sonrisa es la falta de respeto. El insulto no me gusta, y cuando hay que reaccionar hay que reaccionar".

Lo que aparece de repente no es un comentario, sino una palabra. Fácil de pronunciar, difícil de vivir: felicidad. Es Micaela, con sus 22 años y su amor loco la que la tira sobre la mesa. "Yo estoy re feliz -asegura-. ¿Y qué me hace feliz? Los pequeños detalles. Estar tirada en un sillón y que te traigan un tecito cuando lo estabas esperando. O un desayuno a la mañana. O estar tranquila y que te digan `te quieron. Dos palabras de un valor enorme y divino".

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