Cada vez más gente pide auxilio para superar la adicción al juego

Así lo revelan los últimos datos brindados por la línea de atención provincial al ludópata. En La Plata se tratan unas 600 personas

Marcelo P. es un médico platense de 45 años. Hace tres años, luego de una visita médica en Florencio Varela y sin decirle nada a su mujer, aprovechó el viaje para ir hasta el casino flotante de Puerto Madero. "A las nueve de la noche tenía 40 lucas verdes y la mina que me servía los whiskies me empezó a sonreír", cuenta. Siguió jugando y, dos horas después, tenía 70 mil dólares verdes en el bolsillo. "Ahí nomás le digo a la tipa que me la quiero llevar -sigue en su relato-. Me dice que vive cerca. Agarró la guita y nos vamos. La mina una onda bárbara. Cuando me voy de la casa de ella y encaro para volver a La Plata, me picó el bichito otra vez. Estaba forrado en guita y me había levantado una mina divina. Pensé que estaba con suerte, que era mi noche. No sé en realidad que pensé, pero la cosa es que antes de pegar la vuelta me volví al barquito. Media hora, me dije, un ratito. ¿Sabés cómo terminé? Me volví a las ocho de la mañana por abajo, por la Calchaquí. No me quedó ni para el peaje".

linea gratuita

Tragicómica y acaso insólita, la historia de Marcelo es una de las que poblaron en los últimos años la línea del Programa Provincial de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo, donde de enero al mes pasado se recibieron un total de 1250 llamadas para recibir ayuda. En la línea gratuita se recibe un promedio de 140 llamados por mes que son orientados a los diez centros que hay en la provincia. Y en La Plata, una de las sedes del programa de atención, se atienden actualmente a unas 600 personas por este problema.

Según los datos dados por este centro de atención, además, entre los jugadores platenses la mayor adicción está referida a las máquinas tragamonedas con el 88% de los casos; el segundo juego predominante entre los adictos es la ruleta electrónica con el 21%; lo sigue el bingo con el 8% y luego la ruleta común. En lo que hace al lugar de juego predominante, la mayoría de los ludópatas locales señaló el bingo (ver gráfico).

Al tratamiento llega un arco de pacientes que va desde los 18 hasta los 80 años. Los más jóvenes son los que se vuelven adictos mediante Internet, un factor que preocupa a los especialistas. "Es terrible cómo la web les facilita el acceso al juego, ahí hay desde un simple juego, hasta Casinos enteros. Y lo peor de todo es que juegan menores, y no solo eso, la web es incontrolable", cuentan los responsables del centro de atención provincial.

TERRENO FERTIL

Como la mayoría de los adictos, los jugadores compulsivos llegan casi obligados a la instancia de rehabilitación, porque sus familiares insisten. Se los entrevista y, a partir de ahí, se evalúa si merecen una terapia grupal o individual. El nivel de abandono es realmente muy alto. "Para colmo el juego está en todos lados -dice Marcelo, quien asegura que hace casi dos años que no juega-. Fijate que cada vez se abren más casinos. Y lo peor es que no cierran nunca. Están abiertos para atenderte a la hora que quieras. Te pica el bichito a la tarde y vas. Te pica a la noche y vas. Querés quedarte toda la madrugada y te quedás. Nadie les pone límite. Pero en el medio estamos nosotros, los perejiles que nos terminamos enganchando y comprando fichitas aunque ya sepamos el final".

Lo que cuenta Marcelo no es arbitrario. Para quienes sufren esta adicción, la tarea de recuperarse se torna todavía más compleja debido a la creciente oferta que existe a la hora de jugar: en nuestra provincia, de hecho, están habilitadas 3.070 agencias oficiales de lotería, 46 bingos, 46 oficinas de apuestas hípicas, 11 casinos y 5 hipódromos. El dato no es menor. Según una encuesta realizada por la consultora Ibarómetro, el 42% de las personas cree que el aumento de la oferta de lugares de juego fomenta la adicción.

La psicóloga Luz Mariela Coletti, una de las responsables de la ONG Entrelazar -de ayuda a adictos al juego- coincide con esta mirada: "Las variables sociales y económicas se conjugan alrededor del negocio del juego como un campo fértil, y se abonan con personas que creen encontrar allí una salida a su problema. Los ludópatas no son sin embargo sólo fruto de la instalación de casinos. Encontramos en cada uno de ellos una adicción particular: a perder".

Lo que dice Coletti encuentra eco en las palabras de otra especialista en el tema, la psicóloga Florencia Escampi, para quien la oferta de casinos, bingos, máquinas tragamonedas y lotería se multiplicó a niveles alarmantes "y no ayuda a enfrentar el problema como se debe. Vemos que hay un Estado que quiere atacar la cultura del tabaco y propone lugares libre de humo. Muy bien. Pero no pasa lo mismo con el alcohol y la ludopatía, que son adicciones socialmente aceptadas y tal vez mucho más dañinas".

Para la profesional, está claro que "la sociedad no ayuda y no existe una conciencia real sobre el problema. Recién ahora, después de muchos años, vemos que se abren centros de atención y se empieza a analizar esta situación como un problema serio".

Para Escampi, por lo general, "el adicto al juego que llega a un tratamiento lo hace después de haber tocado fondo, cuando ya está al límite de una situación económica o familiar que no puede resolver. Pero es una patología que puede curarse, y esa recuperación comienza con el propio tratamiento. Para lograr resultados positivos, lo aconsejable es que intervenga un psiquiatra, que es el profesional adecuado para detectar la patología de base y tratarla".

Adrenalina

De acuerdo a lo que se explica, el adicto al juego desarrolla una incontrolable necesidad de desafiar al azar y experimentar a la vez la adrenalina que le brinda la posibilidad de perderlo todo. Se trata de una patología que afecta a quienes son vulnerables y tienen la creencia de que le pueden ganar al azar. Según estudios sobre el tema, entre el 1 y el 2% de la población está predispuesta a la ludopatía.

La contención de familiares y amigos, se explica, es clave para llevar al adicto a iniciar un tratamiento. En el programa provincial el primer paso consiste en una serie de entre 4 y 6 entrevistas personales para la elaboración del diagnóstico. Luego comienza un proceso de tratamiento grupal, que puede demandar varios años. Allí se inicia el alejamiento de las salas de juego y tal vez una de las etapas más difíciles del plan de recuperación de la persona. Y es lógico: el ludópata tiene un impulso inconsciente a quedarse sin nada. Por eso la tarea de los profesionales es detenerlo a tiempo. Y por supuesto: lograr que no siga perdiendo.

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