Nuevas advertencias sobre los efectos negativos de la contaminación sonora

No pueden menos que causar alarma las advertencias formuladas durante un encuentro de un centenar de expertos en audiología, realizado en Barcelona, que alertaron sobre los efectos nocivos que están causando en los jóvenes los reproductores de música y formularon un llamamiento a la industria para pedir limitadores de sonido, que mitiguen las consecuencias negativas que origina el alto volumen sonoro.

Tal como lo señaló una nota publicada en este diario, la preocupación no es nueva y coincide con una recomendación hecha hace pocos meses por el Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata, que detectó en los adolescentes y jóvenes problemas auditivos que antes eran sólo propios de la tercera edad.

El ejemplo más claro es el de los llamados acúfenos, mencionados desde el Colegio de Fonoaudiólogos local y punto central en la advertencia difundida en las últimas horas por los expertos españoles. Con ese nombre se conocen a los ruidos continuos del oído que hoy en día aún no tienen curación, y que son la principal consecuencia del volumen excesivo, un problema que afecta ya al 4 por ciento de la población y, especialmente, a personas de entre 10 y 35 años de edad.

Todo ello se da en el contexto de un fuerte aumento del volumen del sonido recreativo en general, que se triplicó en una década, sobre todo a través del uso de reproductores de música mp3 y mp4 con un volumen superior a los 80 decibeles, tal como lo habían indicado los fonoaudiólogos platenses.

Lo cierto es que los cambios en la forma de escuchar música, derivados de las nuevas tecnologías, han llevado a que el número de consultas se incremente en un 20 por ciento. Y a la hora de explicar la relación entre nuevas tecnologías e incremento de los riesgos, los especialistas aludieron a una cuestión de volúmenes y de tiempo de exposición a los altos decibeles.

En cuanto al ruido ambiente, cabría señalar que en muchos países desarrollados existen mediciones constantes en las grandes ciudades, en las que, cuando el nivel sonoro supera un rasero determinado, se procede a detener el tránsito y a cancelar toda actividad generadora de ruido, hasta restablecer luego, en forma progresiva, la dinámica urbana. Está claro que tales acciones contribuyen a una mejor concientización de las personas sobre la importancia de evitar la contaminación sonora.

En lo que insistieron siempre los fonoaudiólogos es que los altos decibeles no sólo ponen en peligro el nivel normal de audición sino que traen también otras consecuencias, como trastornos en el sueño, aceleración del estrés y de la neurosis, irritabilidad y cambios en el carácter. Otro de los aspectos en que hacen hincapié es que el acostumbramiento del sistema auditivo a decibeles altos es adictivo. Esto es, el hábito de escuchar música fuerte hace que cada vez se necesiten, para alcanzar a oír, volúmenes más altos.

Lo importante es, en definitiva, que se empiece a tomar una mayor conciencia sobre los riesgos de la contaminación sonora, se reglamenten y hagan aplicar pautas de regulación y, sobre todo, se transmitan mensajes preventivos a los más jóvenes.

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